Fidel Nadal vuelve a África

Fidel - Tek a Ship - Pelo Music, 4 estrellas

Hace seis años, cuando Fidel llegó a la tapa de esta revista, su cara estaba por todas partes. Con "International Love" completando un ciclo de doce meses en alta rotación, la cultura pop argentina lo había incorporado del todo como el primer cantante afroargentino en alcanzar la masividad, absorbiéndolo y regurgitándolo después ("Internaron al loro", la parodia del single interpretada por Yayo, coronó todo el momentum). Usando las construcciones gramaticales primarias y las melodías sencillas por las que se burlaron de él, Fidel perpetró su robo del siglo: después de estar años a la vanguardia del reggae de Jamaica, de escribir como un loco letras larguísimas sobre cosas de rastafaris que pocos entendían, ideó con todo el cálculo una serie de tracks breves y directos que todos pudieran cantar.

Pero mientras International Love (2008), el disco más comercial de su carrera, fue una bomba clúster de hits empaquetada como un manifiesto de paz y amor universal, Tek a Ship es el retorno de Fidel a sus motivaciones más personales. Este es el disco que Fidel siempre quiso hacer, aunque hable de cosas que sólo le importan a él. Cuando le pone Tek a Ship al disco ("Tomate un barco"), se refiere al barco de la Black Star Line, la compañía naviera que el profeta negro Marcus Garvey creó para repatriar esclavos africanos a Etiopía en los años 20. Es una paradoja curiosa: mientras los barcos salen cargados de refugiados desde las costas de Africa, Fidel le canta a la repatriación, el concepto que más horas de estudio acumula en su obra.

Empezando por el movimiento Back-to-Africa, Fidel retoma en Tek a Ship todas sus temáticas clásicas. En "Crucial" hace su entrada Shaleka, el Slim Shady de Fidel, su viejo álter ego rabioso, y con él vuelven Haile Selassie I, la Emperatriz Menen, Zauditu, Negus y todos los amigos imperiales invisibles que empezó a nombrar en sus discos cuando abrazó la fe rasta a finales de los 90 y muchos creyeron que había perdido la cabeza. Detrás y debajo suyo, un roots reggae amenazante y espeso empieza a inundar la habitación, dándole un sentido de urgencia al comienzo del disco.

Tek a Ship fue grabado en dos etapas en Jamaica, con producción de Bobby Digital, el productor de los mayores referentes del estilo dance-hall de Fidel y la mente maestra detrás del clásico Black Woman and Child de Sizzla, uno de sus ídolos. Aunque si hubiera sido un viaje en barco, no podríamos decir que fue exactamente un crucero. A mitad de la grabación, PopArt, la compañía que tenía en ese momento –a la que le dio la trilogía mainstream de su carrera: Emocionado, International Love y Forever Together–, le negó el apoyo para el disco, que Fidel terminó por su cuenta, y liberaron su contrato. "Mucha presión" ("Shaleka llegó/Crudo como siempre, no pudieron cocinarlo", canta) y "Vinimos a ganar" están hechas de la misma mezcla de bronca e incertidumbre que alimentó lo mejor de su obra.

En su primer disco para Pelo Music, Fidel hace avanzar su roots en versión premium por estados de ánimo a cielo abierto ("Mantener las raíces") y otros, tormentosos ("Quiero saber"). Como siempre en sus discos, las cosas están bastante a la vista. Por ejemplo, la separación de Fidel de la madre de sus hijos, que está por todas partes en "Me abandonó", la ultra adhesiva "Déjame pasar" o "Mi corazón está ahí" ("Te mandé un mensaje de texto pero no lo respondiste/El último que escribiste fue: ‘Nuestro amor no existe’").

Fidel usa las mismas métricas, las mismas rimas y hasta las mismas palabras de siempre (es el único que pone "ulterior" o "gozo" en una letra), pero sin embargo logra algo grande a los 50 años: seguir con rectitud en su propio viaje, como el personaje de David Carradine por el que siente empatía en "Como Kung Fu".

Por Juan Ortelli

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