Qué hay detrás de los rotundos cambios en Mis amigos de siempre y Sres. Papis

Rating, de eso se trata. La televisión es un negocio y como tal debe rendir. Si los números son bajos y no acompañan llegará la hora de los cambios. Entrevistas, archivo o panelistas son los agregados más visibles en un magazine que no da los frutos esperados. Volantazos en la trama, participaciones especiales y actores que se incorporan son los recursos de las ficciones para sobrevivir, algo que por estos días se volvió bastante común.

Es cuestión de encender el televisor a la noche para ver algunos de estos cambios. Mis amigos de siempre es un ejemplo claro de esa búsqueda, aunque vale aclarar que esto no es algo negativo, por el contrario, se trata de dar pelea. Lo que empezó como una comedia romántica costumbrista, con el inconfundible sello Pol-ka, hoy navega las agua del policial. Pero este cambio de rumbo va más allá de caras nuevas familiares y de modificaciones en los libros. Una incorporación llama mucho la atención por dos motivos: a Anderson Ballesteros lo conocemos por su estadía en la ultra comentada El patrón del mal , y le dio vida a un jefe narco líder de una red de trata de personas.

En la vereda de enfrente también se ven cambios en incorporaciones. Sres. Papis no muestra un cambio de rumbo en su temática, aunque si apeló a nombres fuertes para cruzarse con sus protagonistas: Julieta Díaz, en la piel de una cantante de cumbia, y Mónica Antonópulos, nuevo look mediante.

Desde ya que las danzas de nombres e incorporaciones son moneda corriente en las ficciones de factoría nacional así como en las extranjeras, pero los cambios de rumbo en las historias son cada vez más habituales y hay antecedentes.

Si miramos hacia atrás, uno de los ejemplos más claros tal vez sea Botineras . La sucesora de Los exitosos Pells comenzó tratando de sacar a la luz las idas y vueltas del mundo futbolístico en clave de comedia pero no captó la atención de manera esperada y allí giró hacia el género policial e incorporó actores, de esta forma sobrevivió en el tiempo.

La señal parece comenzar a notarse: el costumbrismo necesita un descanso, queremos ver temáticas más profundas o elaboradas. Para las cosas de todos los días ya nos tenemos a nosotros mismos, en la tele buscamos algo diferente.

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