Ficción vs. realidad: quiénes fueron los verdaderos pioneros de Hollywood
En su serie Hollywood, Ryan Murphyimagina qué hubiese sucedido si varias de las barreras que impedían la diversidad en la industria del cine hubieran sido derribadas a mediados del siglo XX. Esta historia paralela presenta a un grupo de valientes que, en 1947, con solo decidirlo logran lo impensado: una película exitosa protagonizada por una actriz afroamericana, escrita por un guionista gay afroamericano y dirigida por un director asiático-americano. El proyecto con estas características peculiares para la época resulta posible porque la jefa del estudio que produce el film es una mujer.
A los múltiples problemas que tiene la serie se le suma el sabor amargo que deja este juego con la historia del cine, en el que se mezclan personajes inventados con personajes reales cuyas historias son cambiadas. Por un lado, Hollywood parece afirmar que la valentía de un puñado de personas era lo único necesario para cambiar una industria que replicaba el racismo y la homofobia arraigados en la sociedad. Desde la perspectiva de 2020, con todo lo que eso implica, la serie creada por Murphy junto con Ian Brennan da una lección sobre cómo "mejorar" el pasado. Pero, además, al escribir esta nueva historia con sus personajes ficticios deja de lado a quienes revolucionaron al Hollywood real, a fuerza de talento y de valentía real, convirtiéndose en pioneros.
Como Sherry Lansing, la primera mujer en dirigir un estudio de Hollywood. El hito histórico sucedió en 1980, poco más de treinta años después que en la serie, cuando Lansing fue nombrada jefa de 20th Century Fox. A diferencia del personaje de Patti LuPone en Hollywood –que llega a la presidencia cuando su esposo y dueño del estudio Ace se enferma gravemente– Lansing recorrió un largo camino en el que tuvo que probar una y mil veces su capacidad para ser la persona que toma todas las decisiones.
Dueña de una belleza acorde a los cánones de la época y con una inteligencia singular que la había llevado a estudiar en un colegio secundario avanzado, Lansing se mudó a Los Angeles ni bien terminó la universidad para cumplir su sueño de protagonizar una película. Mientras intentaba conseguir papeles se mantenía dando clases en escuelas de barrios de bajos recursos y haciendo algunos trabajos como modelo. Su gran oportunidad llegó cuando Howard Hawks la eligió para actuar en Río Lobo, junto a John Wayne. Esa experiencia y un par de trabajos más la convencieron de que la actuación no era lo suyo, pero pronto encontró su lugar en Hollywood, primero como lectora de guiones y luego como ejecutiva en el estudio MGM.
Tenía 35 años cuando fue nombrada presidenta de Fox, donde cumplió su función durante dos años. Tras su renuncia, se asoció con Stanley Jaffe para producir varios éxitos para Paramount, como Atracción fatal y Acusados. En 1992 fue nombrada directora de los estudios Paramount, en los que reinó hasta 2005 con "mano de hierro escondida en el más aterciopelado de los guantes", según su biógrafo, Stephen Galloway. Durante su mandato, el estudio produjo grandes éxitos como Forrest Gump, Rescatando al soldado Ryan y todas las películas protagonizadas por Tom Cruise en esa época; además de Titanic, cuyo presupuesto era tan grande que a Lansing se le ocurrió ofrecerle a Fox una sociedad entre ambos estudios para poder financiarlo. A los 60, la jefa de Paramount, que está casada con el director William Friedkin, se retiró del mundo del cine y creó su propia fundación que ayuda a financiar y crear conciencia sobre las investigaciones médicas dedicadas al estudio del cáncer y otros temas de salud y educación. En 2007 recibió un Oscar honorario por su trabajo humanitario.
"Elegí los 60 como una edad en la que sos lo suficientemente joven como para tener una nueva vida pero no tanto como para poder esperar –dijo Lansing sobre su retiro, en una charla en la Universidad de Loyola, según The Hollywood Reporter–. Y tenía esta necesidad increíble: recibí tantas bendiciones en mi vida y quería devolver algo para los demás. Así que me fui con gran alegría y con gran cariño por los recuerdos que tengo de la industria del cine".
No todas las historias de pioneros son tan felices como la de Lansing. Dorothy Dandridge, la primera actriz afroamericana en ser nominada a un Oscar como Mejor Actriz, tuvo una carrera difícil y un final trágico. Mientras en la ficción de Murphy, Camille (Laura Harrier) protagoniza un film en el que su pareja es interpretada por un actor blanco, gana el Oscar y triunfa sobre la discriminación, para Dandridge las cosas no fueron tan sencillas.
La actriz y cantante afroamericana, nacida en 1923, incursionó en el espectáculo desde chica, junto con su hermana Vivian, cantando y bailando en iglesias bautistas del Sur de los Estados Unidos. Luego de casarse y seguir su carrera en solitario, Dandridge tuvo pequeños roles en cine pero su ocupación principal era su hija, que había nacido con daño cerebral. Tras su divorcio, la actriz tuvo que dedicarse a cantar en clubes nocturnos para poder mantener a su hija. Aunque no le gustaba demasiado, fue muy exitosa y se convirtió en la primera afroamericana en presentarse en el Waldorf Astoria de Nueva York. Este éxito le permitió volver a probar suerte en Hollywood y consiguió algunos papeles, incluido un coprotagónico en Bright Road, junto con Harry Belafonte. La ambición de Dandridge era poder interpretar personajes que salieran de los moldes impuestos por la industria para las actrices negras.
Gracias a su perseverancia convenció a Otto Preminger de que era la indicada para protagonizar Carmen Jones, un musical de Oscar Hammerstein II, basado en la ópera Carmen, de Georges Bizet. En la primera entrevista de casting con el director alemán, éste le dijo a la actriz que era demasiado sofisticada para ese papel. Entonces Dandridge le pidió un nuevo encuentro para el día siguiente y se preparó con un look acorde al rol y llegó un poco más tarde a la cita, entrando a la oficina del director con un actitud audaz que fascinó a Preminger (aunque su voz tuvo que ser doblada en las canciones por una mezzosoprano). Su trabajo en Carmen Jones le valió la nominación al Oscar pero perdió frente a Grace Kelly por La angustia de vivir.
A pesar de hacer historia con su nominación al Oscar, Dandridge no recibió mejores ofertas para trabajar en cine. La actriz, que estuvo en pareja con Preminger durante varios años, rechazó un rol en El rey y yo porque no quería interpretar a una esclava. Su determinación a elegir sus personajes complicó su carrera y su matrimonio con un estafador la dejó en la bancarrota. Dandridge murió de una sobredosis de antidepresivos en 1965. Tenía 42 años.
Tuvieron que pasar más de 50 años para que una afroamericana ganara el Oscar como Mejor Actriz (Hattie McDaniel fue la primera actriz negra en ganar el Oscar a Mejor Actriz de Reparto por Lo que el viento se llevó). Cuando Halle Berry se quedó con el preciado premio en 2002, por su trabajo en Cambio de vida (Monster´s Ball), recordó a Dandridge en su discurso de aceptación. Tres años antes, Berry había encarnado a la actriz en una biopic para TV, dirigida por Martha Coolidge, Introducing Dorothy Dandridge.
Como queda claro con estos ejemplos, en la historia del cine pasó mucho tiempo desde que alguien dio el primer paso para abrir camino a una minoría discriminada hasta que llegó un momento consagratorio, como ganar un Oscar, que afirmó que las puertas finalmente estaban finalmente abiertas. El primer director, guionista y productor afroamericano en la historia de Hollywood fue Oscar Micheaux, quien hizo su primera película en 1919, The Homesteader, basada en la novela de su propia autoría. El escritor y director, que empezó a escribir mientras trabajaba en una granja en Dakota del Sur, luchó contra los personajes estereotípicos de los afroamericanos en el cine, consiguió que sus películas se proyectaran en cines de público blanco y se manifestó en uno de sus films en contra del racismo de El nacimiento de una nación, de D. W. Griffith. Micheaux produjo y dirigió 44 películas y escribió siete novelas, hasta su muerte en 1951 (algunos de sus films se pueden ver en YouTube).
Ningún guionista afroamericano logró ser nominado a un Oscar hasta 1972, cuando Suzanne de Passe fue reconocida por Lady Sings the Blues. A pesar de las nominaciones que Spike Lee y John Singleton recibieron luego, recién en 2018 se quebró esa barrera con el triunfo de Jordan Peele por el guión de ¡Huye!. Setenta años más tarde que el Oscar que recibe Archie Coleman (Jeremy Pope) en la ficción de Hollywood, no sólo haciendo historia para los afroamericanos sino también para la comunidad LGTBQ, al agradecerle públicamente a su novio, Rock Hudson. En la vida real, según una nota de Slate, el primer discurso en el que alguien le agradeció a su pareja del mismo género fue el de Debra Chasnoff, ganadora del Oscar a Mejor Cortometraje Documental, en 1992.
En cuanto a los personajes reales que pueblan Hollywood (la serie), sus destinos también fueron transformados por los guionistas en cuentos de hadas con finales felices. Anna May Wong gana un Oscar a Mejor Actriz de Reparto, convirtiéndose en la primera mujer asiática en alzarse con un premio de la Academia, en vez de la actriz japonesa Miyoshi Umeki, que lo ganó en 1957 por Sayonara; mientras que Rock Hudson no tiene que esconder su homosexualidad y puede vivir libremente con su pareja, en lugar de lo que sucedió en la vida real: tuvo que casarse con una mujer para mantener una imagen de hombre heterosexual y su verdad fue revelada recién cuando hizo público que tenía HIV, poco antes de su muerte por complicaciones relacionadas con el SIDA, en 1985.
La reescritura de la historia que hacen Murphy y Brennan tiene las intenciones de imaginar un pasado con menos discriminación y mayor diversidad para Hollywood. Pero en su desarrollo bienintencionado se olvida que fueron los triunfos pequeños y lentos de personajes notables los que lograron un presente imperfecto pero que sigue mejorando.
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