Pasó más de la mitad de su vida haciendo radio. Fernando Bravo es de esos próceres silenciosos, que se mantienen vigentes sin escándalos, a fuerza de trabajo y oficio. El año pasado, le dieron un Martín Fierro por cumplir cincuenta años frente al micrófono. Y todavía sigue al aire: lleva diez temporadas al frente de Bravo Continental, de 13 a 17, en Radio Continental.
A punto de cumplir 75 años, el conductor se mira a sí mismo y dice qué ve cuando se ve. "Yo me veo bien. Me parece que he alcanzado una madurez profesional producto de los años que tengo. He ido mutando profesionalmente. No soy el tipo de la década del 70 que hacía Alta tensión y que llegó a Radio Rivadavia a hacerse cargo de un programa…"
–¿Cómo fue ese momento?
–Yo estaba gozando de una popularidad grande. Hacía televisión y se dio la posibilidad de desembocar en radio.
–¿Fue tu debut?
–No, debuté en radio en el 67. Dos años más tarde llegué a la televisión. Después hice un programa en Radio Mitre, La tarde del 80, y ahí se dio la posibilidad de pasar a Radio Rivadavia. Para mí fue un crecimiento. En esos años, Rivadavia tenía una audiencia masiva. Abría a la mañana con Rapidísimo, estaba Carrizo al mediodía, después venía yo y el Gordo Muñoz. Era una radio de una potencia y una audiencia fenomenal.
–Tenías que aprovecharlo.
–Sí. Para mí fue un salto de calidad. Pero también una exigencia, porque el hecho de comenzar a jugar en una radio con opinión, con una presencia informativa mucho más grande. Hizo que la música fuera quedando de lado.
–¿Tu fuerte era la música?
–Más bien los programas livianos. Porque no estaba preparado para otro tipo de cosa. Yo vine de San Pedro a laburar acá y no tenía una formación y una solidez intelectual muy fuertes.
–¿No habías estudiado nada?
–Hice el secundario y el ISER. No era un chico tan formado. Por eso digo que tuve una exigencia de formación permanente y constante para tratar de superarme. Porque, en realidad, yo no soy periodista, soy locutor. Lo que pasa que la carrera me fue empujando a otros andariveles, a tener literatura propia, a encontrar los modelos de Mareco, Cacho Fontana, Carrizo… Tipos que improvisaban, que generaron un trabajo diferente al trabajo del locutor que solamente leía.
–Tenían un plus.
–Exactamente. Eso fue realmente enriquecedor para mí. Y no lo desaproveché. Pero sin olvidar, y esto lo tengo muy presente en el trabajo de todos los días, mi condición de locutor y de animador. En definitiva, yo trato de ser un entretenedor. De pronto, en el programa pasan cosas de peso y de opinión y opino, no le escapo a ningún tema. Digo lo pienso porque creo que los tiempos marcan que esto es así. Cuando no sé de algo no opino pero cuando sé de algo y tengo ganas de opinar, lo hago. La radio ahora tiene unas exigencias mayores a las que tuvo cuando yo empecé.
–¿Cómo cuáles?
–Y… la gente hoy por hoy te pide tu opinión. Y discute…
Si no lo digo en la radio no lo digo en ningún lado. No tengo redes sociales, no tengo Twitter, no tengo Instagram… Con las cuatro horas de aire que tengo, me alcanza y es suficiente para mí
–¿Y alguna vez no te animaste a dar tu opinión?
–No, no. Si no me animé fue porque no estaba seguro o porque no estaba bien informado. No soy un opinólogo de todo. Me reservo para mí espacios de protección y cuando no sé de algo, no opino. Y en otros temas sí, voy a fondo, digo lo que pienso y no me importa. Yo tengo un eslogan en la radio, digo: "No me llevo nada a casa". Quiere decir que lo que sé, lo que tengo ganas de decir, lo digo. Además, si no lo digo ahí, no lo digo en ningún lado. No tengo redes sociales, no tengo Twitter, no tengo Instagram… Con las cuatro horas de aire que tengo, me alcanza y es suficiente para mí. Y es un signo de protección. No me quiero exponer tanto. Con lo que llevo expuesto hace 50 años, alcanza.
–No tenés muchos antecedentes de escándalos o de polémicas.
–No. He tenido momentos difíciles como cualquiera ha tenido en este medio. En la época del kirchnerismo, una vez con Alfredo Leuco tuvimos que salir con la policía de la radio. Y recibí algún insulto callejero y ese tipo de cosas, producto de la rispidez de la sociedad en la actualidad y la irritabilidad que ha generado alguna crítica.
–¿Por eso te fuiste de Radio del Plata, por política?
–Me fui de Radio Del Plata porque tenía una muy buena oferta de Radio Continental. Sentí que era un momento de cambiar de aire, que había cumplido un ciclo. Y a mediados de año, estaba en una cena con Magdalena Ruiz Guiñazú y me dice: "Vos deberías venirte a Continental. Yo te voy a arreglar todo". Y bueno, fue y habló con los ejecutivos, en ese momento españoles, y les dijo que la tarde de Continental no estaba bien armada, en ese momento estaba el Chavo Fucks y no les iba del todo bien. Y me hicieron una oferta para ir con ellos. La única condición que puse era que me iba con Leuco y con la locutora, Andrea Estévez Mirson. Me dijeron que sí.
–O sea que no fue ideológica tu ida.
–No. En agosto arreglé lo de Continental y Tinelli, que era el dueño de Del Plata, me llama y me dice que está en tratativas para vender la radio. Ahí le conté que yo tenía decidido irme. El desembarco de Electroingeniería con Szpolski fue sobre fin de año, cuando yo me iba. Tuve suerte. Después vino lo que vino en Del Plata: una radio que definitivamente se inclinó ideológicamente para la cultura kirchnerista.
–¿Qué análisis hacés de lo que pasó en los últimos años con las radios y el kirchnerismo?
–Yo creo que el kirchnerismo lo que hizo con las radios fue desvirtuar su sentido de servicio público. Las convirtieron, o las quisieron convertir, en una herramienta política de presión, de extorsión, de propaganda. Y desvirtuaron el sentido de medio plural de opinión publica. Porque hay muchísimos ejemplos de periodistas que jamás dieron una crítica en tiempos del kirchnerismo. Y hay también radios que directamente tuvieron una mirada sesgada, sobre todo de lo que era el kirchnerismo. Se convirtieron en verdaderos propagandistas y no periodistas.
–¿Eso te perjudicó en algo a vos?
-A mí lo que me molesta, como hombre de la radio y como tipo que pretende que tengamos unos medios de comunicación gozando de muy buena salud, es que hayan hecho esta suerte de atropello al sentido original de lo que son los medios de comunicación. También a los jóvenes los empaparon de un fanatismo casi irracional. Y pusieron una maquinaria económica al servicio de algo que para mí, desde el punto de vista de la comunicación, es algo totalmente impensando. Hay gente que se ha hecho millonaria en todo esto, con el manejo de los medios. Y hay muchos periodistas que eligieron ser socios de esa gente.
–¿Te desilusionaste con alguno?
–Sí, pero no voy a hacer nombres. Inclusive con algunos amigos cuando tuvimos momentos difíciles de acoso, de una crítica despiadada, jamás me llamaron ni sintieron lo que me pasaba. Ni un "lo lamento" hubo. Nada. Me hubiese dejado tranquilo un mensaje que dijera que eran 50 tipos que hacían una campaña y que ellos no coincidían. Pero lamentablemente no lo tuve. Los tengo en mi memoria y sé quienes son.
–¿Lo sufriste mucho?
–Sí. Una vez tuve miedo. Yo venía de una reunión de artística que había en la calle Corrientes, y en ese momento se estaba desconcentrando un grupo de manifestantes que venía de Tribunales, donde habían ido a presionar por la Ley de medios. Algunos me reconocieron y me empezaron a insultar. Y hubo tres o cuatro que me siguieron durante una cuadra. Pensé que en cualquier momento volaba una trompada de atrás. Pero no pasó. Llegué hasta donde tenía el auto estacionado, y me metí en la playa de estacionamiento. Me acuerdo que me quedé un rato arriba del auto para no salir rápidamente. Ese día tuve más temor que cuando llamamos a la policía para salir de la radio.
–¿Qué había pasado?
–Se había muerto Néstor y estaban en fila frente a Continental para despedirlo en la Casa Rosada. Había un estado de euforia y fanatismo muy exacerbado.
–Y eso que nunca fuiste un desaforado que da su opinión de manera fanática.
–Porque yo no soy un analista político. Yo soy un tipo que a veces gotea. Hay programas que no opino nada porque no se da. Y hay otros programas donde digo tal cosa. Esas críticas llegan y de pronto te catalogan y te colocan en un determinado lugar. Y con el kirchnerismo de eso no volvías. En esos tiempos, el contraste con Victor Hugo Morales era muy grande. Había una audiencia que iba y venía. Y había un resabio de audiencia que quedaba desde la mañana y que era muy fanático de la postura de Victor Hugo y era muy en contra de la postura que podíamos tener nosotros.
No se hizo más el pase (con Víctor Hugo Morales), porque era falso. Los gestos de cordialidad que podíamos tener ahí no se daban en el pasillo
–¿Eso les trajo problemas entre ustedes? Dejaron de hacer el pase, ¿no?
–Es que no tenía sentido el pase.
–¿Pero alguna vez lo llegaron a hacer?
–Sí. En un principio sí y un día tuvimos una diferencia de opiniones en un tema y no se hizo más el pase. Porque era falso. Los gestos de cordialidad que podíamos tener ahí no se daban en el pasillo. Cuando nos cruzábamos, él salía del estudio y yo entraba, en un pasillo estrecho que tiene Continental, y ni siquiera nos saludábamos.
–¿Habían sido amigos?
–No, no. Eramos colegas, conocidos. Cuando llegué a la radio fui bien recibido por él, teníamos un gesto de convivencia mínimo. Yo creo que fue el mejor relator deportivo que tuvo el país y es un profesional extraordinario. Pero no coincido con lo que piensa y en cómo enfocó su defensa de la causa y del régimen. Convirtió un modelo de radio en un modelo propagandístico. Sin reconocer nunca ninguna falla. Como le pasó a todos los periodistas que están enrolados en el kirchnerismo y que hoy por hoy lo siguen defendiendo. No reconocen ningún error.
–¿Con este gobierno pasa eso?
–¿Pasa qué?
–Periodistas fanatizados que defiendan incondicionalmente.
–Yo no lo noto. Porque también es cierto que es difícil defender a pie juntillas a Macri. Hay un montón de errores que han cometido. Hay una mala praxis en el manejo de la economía muy fuerte y lo estamos pagando todos. Me parece que un periodista que hoy tenga esa tendencia va a pagar las consecuencias si este gobierno se va. De la misma manera que el kirchnerismo dejó a muchos periodistas a la intemperie, prácticamente sin tener la posibilidad de laburar porque habían jugado tanto sus posiciones tan extremas y se habían convertido en verdaderos panfleteros del gobierno que perdieron credibilidad.
–¿Ahora cómo te sentís con respecto a la libertad de expresión?
–Yo creo que libertad siempre tuvimos. Inclusive con el kirchnerismo. Lo que no tenemos ahora son los juicios en Plaza de Mayo, el insulto, la agresión, la desacreditación, escraches en la calle con las caras de los periodistas. Pero libertad siempre tuvimos porque yo nunca me callé durante el kirchnerismo. Y nunca sentí que mi trabajo corría peligro porque, primero y principal, trabajo para un empresa que su ADN es la pluralidad.
–¿Te cuesta ir de invitado a los programas de televisión? No aparecés mucho.
–Teniendo un programa de radio diario de cuatro horas, no necesito ir a confrontar a la tele. Fui una vez a Intratables, que me invitó Liliana Parodi, con el chico (Santiago) Del Moro. Me dijo que era un reportaje mano a mano. Pude expresar un poco lo mío y fue una experiencia grata. El otro día fui con Luis Majul, que me había invitado también a propósito de River, y ahí Luis mezcla los temas. Fui con Leuco porque es mi amigo, por los 25 años de democracia. Fui a hablar un poco de mi relación con la campaña de Alfonsín en el 83. Ese tipo de excepciones hago. Pero trato de cuidarme. No tengo ganas de figurar. En algún momento laburé muy intensamente en la televisión… con un enorme trabajo.
–Con mucha repercusión.
–Sí. Todo eso ya no me atrae. Yo con la radio cubro mi cuota de mi necesidad comunicacional y de desarrollo profesional. Atravieso un momento más tranquilo de la vida. En un tiempo voy a colgar los auriculares.
–¿Cuándo?
-No sé. En principio este año voy a tomarme algunas licencias para hacer cosas que tengo postergadas.
–¿Como qué?
-Voy a hacer El camino de Santiago de Compostela, pero en bicicleta. Es un proyecto para mayo. Después voy a empatar con alguna vacación. Esas cosas, en otros años de gran fervor laboral, no las hubiese pensado. Pero me parece que es un buen momento. Voy a cumplir 75 años en abril. Tengo 50 años de carrera, una vida hecha…
–¿Te gustó que te dieran el Martín Fierro por los 50 años?
–Mirá, me gusta todo reconocimiento…
–Pero no te volviste loco.
–Un gesto de gratitud a los colegas de Aptra… Bueno, sí.
–Fue emocionante porque todos se pararon, te aplaudieron con cariño…
-Sí, sí. En 50 años he cosechado más que colegas, afectos.
–Dijiste que te parecía mas importante el afecto que…
–…que la relación laboral. Creo que eso me da una cuota de tranquilidad personal. Yo escribí un libro, Mi domicilio es el aire, que fue como un agradecimiento a todos los que me habían ayudado en estos años. Una vez hice una fiesta con todos los tipos que laburaron conmigo, en radio y televisión. Hicimos una mezcla descomunal de gente y yo hice la fiesta para agradecer. Soy un agradecido porque este trabajo no es un trabajo individual, es un trabajo coral.
–¿Pensás seguir yendo a los Martin Fierro de radio?
–Las cosas hay que entenderlas como son… Nunca discuto un Martin Fierro. Este año opiné que no me pareció bueno darle el Martin Fierro de Oro a Andy Kusnetzoff . Y no es que cuestiono a Andy, me parecía que se lo tenían que dar a (Héctor) Larrea. Para mí Larrea era el Martin Fierro de Oro. Sobre todo porque había cumplido el requisito de ganar su propia terna. Me pareció que se miró para otro lado.
–¿Cómo te sentiste en esa fiesta?
–Bien. Creo que hay que apuntalarla, hay que hacerla buena. La radio es la madre de la tele, no es la hija. Y sin embargo, había estado siempre escondida en los premios de la televisión. Me parece que la fiesta propia le da dignidad. Después, los cuestionamientos… Algunos salen y dicen que es una chantada, que esto, que lo otro. Mirá, si vos pensás eso, bueno, no vayas, renunciá a que te coloquen en alguna terna y decí que estás en contra. Hay otros que pensamos que una fiesta sirve para premiar a gente que hace grandes esfuerzos. Me alegré por algunos, otros no me parecieron del todo buenos, pero es la opinión. No podemos coincidir todos.
–¿Cómo era conducir los Martín Fierro?
–Con Teté hicimos 6 o 7 conducciones. Después, yo hice una con Natalia Oreiro y otra con Andrea del Boca. Con ella pasó una cosa muy curiosa. Ese año tenía una novela muy exitosa que estaba nominada y perdió contra Dibu. ¡No sabés lo que paso con esa chica arriba del estrado!
–¿Qué hizo?
–Estaba desencajada. Traté de contenerla en el corte. Se quería ir, quería abandonar todo. Lo había tomado como una ofensa muy grande el hecho de no haber ganado. Yo trataba de decirle que esto era así.
–Hay que aguantar.
–¡Sí! Un año, con Teté estábamos nominados con Siglo XX, y entonces cuando yo saqué el sobre, en lugar de decir "el ganador es…", dije: "¡Teté, lo ganamos nosotros!"
–Sos el conductor emblema de muchos, ¿no?
–El otro día me lo dijo Guido Kaczka. Que cuando él fue a conducir los Martin Fierro había pedido las entregas de los nuestros para ver cómo era el movimiento, cómo lo hacíamos… Es un trabajo sencillo y a su vez difícil.
–¿Conducir una entrega de premios o la conducción en general?
–Ese tipo de entregas. La conducción de programas, no. Cada programa tiene su estilo, su forma, cómo cada uno se planta, cómo te adecuás a la circunstancia y cómo le sacás provecho a las grandes situaciones que se te pueden plantear. Tinelli, por ejemplo, es un muchacho que exprime una piedra, le saca provecho a todo. Pero también yo digo que Marcelo es un gran conductor de sus productos. Yo no sé si Tinelli podría llegar a conducir La Voz, por decirte alguno. No sé si él tendría ese rendimiento. Pero los Martin Fierro son muy sensibles ante cualquier desliz de los animadores. Vos viste que a veces algún animador se desubica, dice un chiste fuera de lugar, se pone cargoso, se pone demasiado verborrágico y eso, creo que a veces conspira contra su rendimiento profesional. En cambio si sos sincero, austero, tranquilo y cumplís tu objetivo de llevar de la mano el espectáculo y no te querés poner por adelante del premio, sino que vas detrás del premio… Yo creo que esa es la receta.
–¿A quién le das el Martin Fierro como conductor?
–¿Hoy? Lo que pasa es que hay distintos rubros. Afortunadamente, yo pude hacer entretenimiento, periodístico, magazine… La profesión me exigió adecuarme y vestirme con la ropa adecuada para cada una de las propuestas. Hice muchas cosas. Si las hice bien o mal, es harina de otro costal. Marley no hace un programa de opinión, no hace un periodístico. Marley hace entretenimiento y le saca partido mucho. Tinelli no hace de opinión, hace show pero es un productor impresionante. El pibe Del Moro hace un programa de opinión, maneja panelistas y lo hace muy bien… Guido Kazcka también ha tenido aciertos, la gente lo sigue. Andy hace un programa periodístico interesante que yo he visto solo un par de veces pero para muestra basta un botón.
–¿Nunca te invitó Andy?
–Sí, pero es uno de los programas a los que prefiero no ir.
–¿Por qué?
–Es ir a un lugar a exponerte con cosas que no tenés ganas de hablar. Y ya te dije: prefiero preservarme.
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