Facundo Saravia, solo y en familia
Cuando Charly García anda con muchas ganas de tocar, no es fácil arrancarlo del escenario, especialmente si aparece como invitado en los recitales de otros músicos. Dentro del folklore argentino, quien podría responder a esa característica es el chalchalero Juan Carlos Saravia, que el viernes último abordó las tablas y espontáneamente reunió a parte de su clan familiar durante el recital de su hijo Facundo. Fue así que en ese clima informal, fuera de todo libreto, el protagonista compartió con su padre y sus hermanos un momento de música y buen humor.
Claro que fue sólo un plus improvisado durante el cierre, en el teatro Ateneo, de un ciclo de presentaciones por todo el país que Facundo Saravia viene realizado desde diciembre de 2002, con los temas de su último CD solista.
Para quienes lo conocieron por tantos años como el más joven de Los Chalchaleros, ahora puede resultar raro ver a Facundo sin sus pilchas gauchas y acompañado por un grupo eléctrico, con una abundante percusión a sus espaldas. Puede ser raro pero no obliga a forzar la vista ni los oídos. Porque este Saravia se nutre del cancionero popular tradicional mientras compone, sin prisa ni pausa, y expone lo que quiere decir en formas de canción, zambas, cuecas o chacareras. Anteanoche mostró parte de ese repertorio: "La cuyanita", "Una alegría", "Viejo amigo", inspirada en los de la tercera edad, la chacarera "del estribo" y otras como "No hay nada como una zamba" y el muy difundido "Si de cantar se trata", que responden, aunque sin ortodoxia, a cierta defensa de la tradición folklórica. Así es como transita un proceso para afianzar su carrera solista, sin renegar (porque no tiene motivos para hacerlo) de la herencia y de su paso por el grupo argentino que más ha trascendido. De hecho, también incluyó el tema "La leyenda", dedicado a los Chalcha, y compartió algo aún más intimo al interpretar "A Juan Carlos Saravia".
Fue ahí cuando su padre -hasta entonces sentado tranquilamente en el fondo de la sala- entró en acción. La ovación e insistencia del público lo obligaron a ponerse de pie para saludar. Ni lerdo ni perezoso encaró hacia el escenario. Y de allí, directamente al micrófono, para aflojar las riendas de comentarios desopilantes y compartir con Facundo zambas como "La nochera" en acentos ciento por ciento chalchaleros. No satisfecho, don Juan Carlos convocó a dos de sus hijos -menores que Facundo- para sumarse en "Luna cautiva" y completar una postal que quedará en el álbum familiar.
Facundo no se quedó atrás. Además de provocar carcajadas al pedir un chaleco de fuerza para su histriónico padre, minutos antes relató una ingeniosa historia de amor con fragmentos de canciones. Y entre desventuras de una primera cita con una rockera que detestaba el folklore terminó entonando "Canción para mi muerte", pero en ritmo de zamba.
Un show atípico; una cuota de ese humor cándido de los Saravia que aún puede tener un lugar sobre los escenarios, ahora que Los Chalchaleros gozan de un definitivo retiro artístico.
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