Exultante Rossini en el Avenida
Notable versión de L italiana in Algeri, producida por Buenos Aires Lírica
Opera bufa L´ italiana in Algeri, en dos actos, con música de Gioacchino Rossini y libreto de Angelo Anelli. Con la Orquesta y el Coro de Buenos Aires Lírica (dirección de Guillermo Brizzio y Juan Casasbellas, respectivamente); régie de Pablo Maritano, escenografía de Andrea Mercado, vestuario de Sofía Di Nunzio e iluminación de Gonzalo Córdoba. Continuo (piano): Gustavo Aciar. Cantantes: Evelyn Ramírez, Hernán Iturralde, Jaime Caicompai, Fernando Santiago, Jimena Semiz, Florencia Machado y Gustavo Feulien, y varios actores. Teatro Avenida. Próxima función: hoy, a las 18.
Nuestra opinión: excelente
Pocas veces es dado, no obstante algunos antecedentes memorables en nuestro medio, asistir a una representación de L italiana... del nivel de la ofrecida en esta oportunidad. La nueva producción de Buenos Aires Lírica ha logrado combinar armónicamente los diversos aspectos que encierra esta joya del Rossini de la primera época, el que quizá con mayor fuerza sintió el enfrentamiento de dos épocas y dos estilos: el neoclasicismo y el romanticismo. Rossini señala el tránsito entre las dos modalidades.
La rica herencia del barroco tardío italiano que hizo de Nápoles, con Alessandro Scarlatti, Pergolesi, Paisiello o Jomelli, la cuna de un lirismo casi ilimitado con el bel canto , el virtuosismo vocal y la sensualidad sonora, fue terreno fértil para que su genio chispeante y renovador hiciera del dramma giocoso una obra de arte. La musa de la comedia lo tenía sentenciado y lo quería para ella.
Con un marco escénico y un vestuario en los que alternan lo tradicional y lo moderno, Andrea Mercado dio agilidad a las instancias de la ópera, con espíritu renovador; apelando a ámbitos palaciegos de espaciosa suntuosidad y atinada combinación de dibujos geométricos y colores armónicos. La régie de Pablo Maritano fue realizada con imaginación, sin descuidar el sarcasmo ingenioso de Rossini en los gestos y movimientos escénicos de sus personajes, para garantizar en actores y cantantes que el efecto seguro de la comedia buffa no ocultase el fino humor y la agudeza de la mirada rossiniana. El difícil equilibrio dinámico y los matices que la encantadora partitura requiere no parecieron alterar demasiado la batuta de Guillermo Brizzio, quien contó con un elenco de avezados músicos para traducir sin sobresaltos el diversificado colorido orquestal que encierra. Hubo en la obertura solos instrumentales irreprochables y de elocuente belleza.
En materia de voces, hubo sorpresas muy agradables que, en conjunto, dieron digno relieve a la versión, empezando por la contralto chilena Evelyn Ramírez (Isabella), cuyo protagonismo se impuso a partir de su aparición escénica; es una excelente cantante de expresivo estilo que posee gran dominio escénico. Fue notable su "Pensa alla patria". El bajo-barítono Hernán Iturralde, con su excelente emisión y presencia escénica, protagonizó un Mustafá excepcional. Lindoro, representado por el tenor chileno Jaime Caicompai, tuvo fresca expresividad. La soprano Jimena Semiz (Elvira) exhibió ductilidad vocal y efectividad escénica, y el barítono Fernando Santiago (Tadeo) fue más efectivo con su actuación que con su afinación, no siempre pareja. Gustavo Feulien (Haly) sumó a su buena presencia escénica muy buenas condiciones vocales, y Florencia Machado (Zulma) sacó partido de situaciones en las que exhibió buena voz. Particular mérito debe asignarse al coro de Buenos Aires Lírica por su idoneidad vocal y escénica, y a los actores.
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