Evan Rachel Wood, sobre su personaje en Westworld: "Me mostró una fuerza que no sabía que tenía"
Es sencillo trazar la línea que une a Evan Rachel Wood con Dolores, su personaje en Westworld . En la serie de HBO, la actriz compone a una androide rubia, dulce y desprotegida, condenada a repetir su rutina una y otra vez, con el Lejano Oeste como fondo y sin poder recordar al día siguiente lo que los humanos hicieron con ella solo por diversión; sin saberlo, ella es parte de ese parque temático que se promociona como una "experiencia inmersiva" en la que todo es válido. Pero un día Dolores comienza a recordar, abre los ojos a una verdad dolorosa e injusta y decide tomar las riendas de su vida para salir a buscar respuestas y, por qué no, también venganza.
Hace algunas semanas, en el mundo real, Wood se presentó frente al Congreso de los Estados Unidos para bregar por una ley que proteja a las víctimas de abuso. Dio testimonio de su propio infierno, quebrada pero enérgica, convencida de que hablar y correr el velo es el camino a tomar. Como Dolores, ella abrió los ojos y decidió dar un paso al frente, aunque no alentada por la revancha. "Se que algo va a cambiar. Puede que no sea de la noche a la mañana, aún cuando realmente nos encanta la gratificación instantánea, pero algo comenzó a moverse", dice en diálogo con LA NACION, en Los Angeles. "Algo así planta la semilla para otra generación. Mi hijo va a ver ese cambio".
La excusa para entrevistarla es, justamente, el lanzamiento de la segunda temporada de Westworld, el show televisivo creado por Jonathan Nolan y Lisa Joy que estará de regreso esta noche,a las 22, por HBO. El chiste obvio corre por el hermetismo con el que se maneja la producción de la serie, los actores no están autorizados a contar detalles, todo en pos de no arruinar el efecto sorpresa. "Si te hubieses enterado de qué viene en los nuevos episodios, estarías en el balcón fumando un cigarrillo en este momento", dice mientras gesticula y ensaya su mejor cara de perturbada.
"Tuve una crisis existencial después de grabar la segunda temporada. Se van a encontrar con temáticas que creo que nunca antes se habían explorado en un programa de televisión, y que están muy basadas en una realidad que está en el horizonte", explica en referencia al futuro distópico pero no tan lejano en el que trascurre la historia. "Eso es lo que ayuda a generar una crisis existencial: la gente que trabaja en este show entra en contacto con determinados conocimientos, comenzás a escuchar rumores de lo que pasa en Silicon Valley... Y es absolutamente aterrador, aunque también esperanzador".
Más allá de la trama de acción y ciencia ficción que desembocó en un comienzo de levantamiento por parte de los androides en el final de la primera temporada, Westworld invita a observarnos y a preguntarnos, justamente, qué es lo que nos hace seres humanos. Ese es el componente filosófico que atraviesa toda la serie. "Cuanto más aprendía sobre la inteligencia artificial, menos miedo le tenía. Creo que tenemos que aceptar que, eventualmente, desapareceremos como especie y que tenemos que evolucionar hacia algo nuevo. La inteligencia artificial tiene potencial para sacar lo mejor de nosotros y llevarnos a dar ese paso que hoy no llegamos siquiera a comprender", apunta Wood.
-En el primer trailer de esta segunda temporada, queda claro que Dolores se convierte en una suerte de líder de la rebelión dentro del parque. ¿Cómo se siente ese rol?
-Es gracioso, pero cuando entraba al set como Dolores tarareaba la música que suena cada vez que aparece Darth Vader en Star Wars (risas). Todo el mundo le prestaba atención a mi personaje porque ella estaba generando el caos en la trama, y eso me hacía caminar y controlar mi cuerpo de otra manera. Dolores se ha vuelto algo aterradora y despiadada, y eso es realmente inquietante. Recuerdo que un día llegué a casa, hablé con una amiga y le dije: "Dios, no sé lo que me pasa, me siento agotada y agobiada, no quiero salir". Y ella dijo: "Está bien, has estado fingiendo matar gente durante seis meses, ¿crees que eso no deja una huella?". Creo que tenía razón.
-¿Sufriste mucho durante el rodaje?
-Sabés, "todo es falso y está controlado", pero a veces un rol deja cicatrices. Creo que algunas personas en el set, incluida yo misma, llorábamos cuando teníamos que hacer ciertas cosas, porque todo se maneja de una manera tan real en el programa... A veces me resulta difícil verme en pantalla y ver a mis compañeros atravesando esa misma montaña rusa emocional. Se trabaja de manera tan inmersiva en este show, y hay tan poco tiempo para filmar que se vuelve todo demasiado real por momentos. Es muy difícil que no te afecte.
-¿Cómo te sacabas de encima toda esa energía al llegar a tu casa?
-¡Oh, mi pobre gato! (Risas). Lo abracé mucho y creo que él entendía de qué se trataba y no se resistía. Eso y el humor en el set. No divertimos mucho con James Marsden. De hecho, comenzamos a decir que necesitamos hacer al menos una toma por cada escena que hacíamos en broma y que entonces podríamos editar una versión alternativa de Westworld, en tono de comedia.
-Entre la primera y segunda temporada, Dolores abrió los ojos, tomó las riendas de su vida e inició una rebelión. Algo parecido sucede en el mundo real, con muchas mujeres diciendo que ya no quieren más machismo ni abusos en sus vidas. ¿Fue pura casualidad que se contara esta historia justo ahora?
-Creo que todos agregamos peso a lo que estábamos contando esta temporada porque filmábamos mientras todos estos movimientos tomaban fuerza en Hollywood. Fue como ver la vida imitando el arte... Para Thandie [Newton], para mí y para otras personas en el set, Westworld dejó de ser simplemente un programa de televisión para convertirse en una suerte de catarsis, en un espacio en el que volcar todas esas preguntas que siempre quisimos hacer. Creo que cada palabra en este show está cuidadosamente elegida, y que aún cuando no deja de ser entretenimiento, hay mucho más en el mensaje que intenta hacer llegar.
-¿Creés que interpretar un personaje así te hizo más fuerte como persona?
-Sí, en algún punto. Creo que Dolores me mostró una fuerza que no sabía que tenía. Hay una cita asombrosa que leí que dice que la impotencia de cientos de millones de mujeres moldean sus cerebros reduciendo su capacidad para cambiar su realidad. Creo que desperté al darme cuenta que también era parte del problema conteniéndome y aceptando mi impotencia. "¿Cuál es el punto, si las cosas son como son y nunca van a ser diferentes?", solía pensar. Bueno, creo que mucha gente se propuso cambiar algo de todos modos, aunque pareciera en vano, tal como lo hace Dolores.
"Hoy me siento menos asustada"
En noviembre de 2016, Wood publicó un largo texto en el que dio cuenta de los abusos que había sufrido en el pasado. "Sí. He sido violada. Por un ser querido mientras estábamos juntos. Y en otra ocasión por el propietario de un bar. La primera vez, no tenía claro si aquello que hacía la pareja se consideraba violación, hasta que fue demasiado tarde. Además, ¿quién me creería?. La segunda vez, pensé que había sido mi culpa y que tendría que haber luchado más, pero estaba asustada", detalló en Twitter, mucha antes de que las acusaciones contra el productor Harvey Weinstein abriera las puertas a los movimientos #MeToo y Time's Up en Hollywood.
"No voy a sentirme avergonzada, ni voy a proyectar una falsa imagen de estar por encima de eso porque 'soy tan fuerte'. No creo que vivamos en una época en la que haya que mantenerse en silencio. Yo no puedo. No en el estado en que está el mundo, con su evidente intolerancia y sexismo. Debe hablarse, porque se oculta bajo la alfombra como si no fuera nada y no voy a aceptar esto como 'normal'. Es un problema serio. Sigo aquí. Estoy viva. Soy feliz. Soy fuerte. Pero todavía no estoy bien", finalizaba el texto.
El pasado 27 de febrero, la actriz se presentó en el Congreso estadounidense para brindar su testimonio y solicitar que se sancione una ley federal que brinde amparo a las víctimas de agresiones sexuales en todo el país .
-Diste un discurso realmente poderoso en el Congreso hace algunas semanas... ¿A eso te referís con dejar de contenerse e intentar modificar la realidad?
-Sí. Una de las razones por las que quería hablar en ese ámbito es porque, aunque estaba aterrorizada, quería dar el ejemplo de que a veces uno tiene que ser el que da el paso, aún cuando eso signifique ponerse en peligro o mostrarse vulnerable. Siempre me pregunto qué mundo quiero que mi hijo reciba, y entiendo que eso me motivó. Estaba muy emocionada de tener la oportunidad de ir al Congreso y ser completamente honesta con lo que me había pasado.
-¿Lo pensaste mucho antes de tomar la decisión de sentarte en esa silla?
-Parte de mi trabajo consiste en desnudar el alma en situaciones realmente surrealistas e intensas la mayor parte del tiempo, así que ese no era el problema. Había muchas otras razones por las que tenía miedo, no en el hecho de exponerme. Todo lo que hice fue decir cómo me sentía y contar mi historia. Y eso no debería considerarse un acto de valentía en sí mismo.
-¿Te sentiste liberada al contarlo?
-Pensé que mi historia era tan horrible que la gente no sabría cómo procesarla, o que algunos iban a culpabilizarme. Pero el apoyo ha sido abrumador, y fue como si mi vida cambiara de la noche a la mañana. Hoy me siento menos asustada. Quiero decir, creo que estaba cansada de ser definida por el miedo. La pelea no ha terminado: ese fue solo el comienzo, pero definitivamente siento que he dejado ir un cierto tipo de miedo que era paralizante. Creo que eso es bueno.
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