Estuvo en Cuestión de Peso, bajó 15 kilos y hoy vive una pesadilla: “Me iba a morir”
Belén Jeldes fue una de las caras más conocidas del reality en 2017; ahora, enfrenta un tratamiento estricto en el hospital Mi Pueblo de Florencio Varela para poder operarse: “Llegué casi en las últimas”
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En 2017, Belén Jeldes entró en Cuestión de Peso (eltrece). El reality se había convertido en un éxito en la Argentina a mediados de 2000, al ser el espacio en la televisión nacional donde personas con problemas de salud -relacionadas con el peso corporal- recibían ayuda profesional en su tratamiento, mientras todo era televisado. Aquel camino fue el comienzo de la joven oriunda de La Matanza, que aún lo transita con la convicción de que podrá salir adelante. Hace nueve meses se encuentra internada tras una grave patología que le pudo costar la vida. En diálogo con LA NACION describe el calvario que vive por su peso, la violencia que afronta y la falta de trabajo.
El hospital Mi Pueblo, de Florencia Valera, se convirtió en el hogar de Belén. Hace nueve meses llegó al cuando su vida pendía de un hilo. Desde hace tiempo ya no podía salir de su cama: sus 375 kilos se lo impedían. “Yo entré casi en las últimas, yo si seguía estando como estaba me iba a morir. Tenía un grado de anemia muy alto por la mala alimentación. Tenía problemas hormonales que influyen en el tema menstrual. Tenía hemorragias muy severas y una erisipela infecciosa en toda la pierna”, recuerda en diálogo con LA NACION sobre aquel momento crucial en el que su hijo de nueve años le pidió ayuda a un vecino, ya que su padre, pese a vivir en la misma casa, no colaboraba.
La internación llegó a su vida como la respuesta que necesitaba ante la profunda depresión que atravesaba, y que Belén señala como el gran puntapié que la llevó a “tapar” su malestar con el consumo de comidas, en las que encontraba “un gran refugio”. La muerte de su padre la hundió en un preocupante estado de salud mental. Los meses pasaban sin que se levantara de su cama, hasta que fueron los kilos los que empezaron a impedirle su rutina. Caminar ya no era una opción. Sin embargo, todo este sufrimiento le recordó a su infancia, ya que, desde que tiene memoria, el peso le generó grandes malestares.
Golpeada por una historia de abandono por parte de sus padres, que incidió en su niñez, la comida fue “su lugar seguro”. Aunque también encontró refugio y amor en su familia adoptiva, la depresión siempre le pisó los talones. “Cada vez que estoy mal o me siento ahogada por algo, ataco a la comida”, asegura hoy a pesar de encontrarse bajo un estricto tratamiento por el que logró bajar 180 kilos, para poder acceder a la operación bariátrica que le recomendaron los profesionales como el paso previo para un tratamiento integral.
No se trata de la primera vez que Belén pide ayuda por su salud. En 2017, en medio de un limbo económico y personal, una amiga la inscribió en Cuestión de Peso, el espacio que podría brindarle la ayuda que necesitaba, tanto por su salud como para poder buscar un reencuentro con su hijo, a quien no veía desde hacía 11 meses por no poder solventar económicamente su bienestar. Así fue que, en primera instancia, la ayuda llegó. La balanza comenzaba a mostrar el descenso de peso y vio la posibilidad de poder encontrar un trabajo, ya que había aceptado que no podía acceder a uno porque su situación física era un impedimento.
Cuestión de peso, la experiencia olvidable
“En Cuestión de Peso me anotó una amiga. Yo no sabía nada, hasta que me llamaron para el casting. Siempre se lo voy a agradecer a ella, pero al ser parte del programa sentía que todo el tiempo se burlaban de nosotros, jugaban con nuestro cuerpo. Era lo que les rendía a ellos”, recuerda sobre la experiencia que vivió hace seis años, cuando ingresó al popular reality con un peso de 192 kilos, que ya le impedía realizar ciertas actividades.
Largas jornadas de grabación, entrevistas y peleas internas planeadas fueron algunas de las situaciones que llevaron a Belén a no tener la mejor experiencia en el ciclo. Ser protagonista de los cruces que luego se veían en pantalla y la expusieron fue una de las razones por la que abandonó el tratamiento televisivo. Y destaca que “poco importaba la salud para quienes producían el ciclo”. Llegó a bajar 15 kilos con el tratamiento que le propusieron en el programa, una meta muy por debajo de lo que Belén esperaba, ya que, según afirma, era muy poco el espacio que se le dedicaba al principal objetivo del reality: mejorar la salud de los participantes.
En su participación en Cuestión de peso -que duró dos meses- vivió experiencias que no le resultaron gratas y que la llevaron a ser blanco de las críticas del público, lejos de como ella es en realidad. Pero fiel a su estilo, de mirar siempre el vaso medio lleno, asegura que los profesionales de la salud que formaban parte del ciclo buscaban ayudar y sacar lo mejor de cada participante.
“El estrés del reality show es el peor veneno para un tratamiento. No te dejaban concentrarte y había mucha presión”, subraya como una de las principales fallas de su experiencia en la emisión de 2017, conducida por Fabián Doman. “Yo estaba ahí por mi salud. Me sacaron porque me enojé y falté al reality porque me acusaron de ladrona y me sentí re mal. Era mentira, pero lo hacían muy real y me hizo sentir muy mal”, recuerda con cierto recelo.
Tras su salida del show, tuvo la propuesta de continuar con el tratamiento, pero solventarlo económicamente no era una opción para ella. Desde entonces, aquellos kilos bajados quedaron en el olvido y la preocupación por reacomodar su vida fue una constante.
La vida después del reality
La popularidad que había alcanzado Belén al estar frente a la pantalla cambió poco su realidad, contrario a la esperanza que manejó cuando pisó por primera vez aquel estudio que tenía una balanza en su centro. Aún tenía dos problemas por resolver: su salud y volver a estar cerca de su pequeño hijo, que estaba bajo el cuidado de su padre. Por un acuerdo atravesado, según ella misma dijo, por la extorsión, aceptó volver a convivir con el progenitor del pequeño, para estar cerca durante su crecimiento, pero con la condición que solo ese motivo los llevaría a esa unión.
Aquel momento fue el comienzo de un círculo de destrato y violencia, que no paró de crecer y agravarse. Los ataques verbales que recibía fueron en aumento, el pedido de ayuda también, sin encontrar respuestas para poder salir de aquel calvario en el que se hundía junto a su hijo, en el que la comida era su escape.
Una tarde en la que estaba postrada en su cama y el padre de su pequeño se distraía con la televisión, ella tenía una fiebre alta y su malestar iba en aumento. Fue el niño quien decidió pedir ayuda: fue a la casa de un vecino y alertó sobre la situación que vivía su madre. “Él era mi enfermero”, describe acerca del comportamiento que adoptó el niño de nueve años al detectar que su mamá ya no podía levantarse de la cama por su peso.
Juan, el vecino que decidió involucrarse, llamó a una ambulancia y Defensa Civil hizo el traslado de Belén hacia un hospital. Desde entonces, comenzó un tratamiento con el que poco a poco ve avances en su cuerpo. Caminar ya no es el desafío que creía imposible realizar. Paso a paso recupera el andar y no es lo único que quiere para ella en su futuro próximo, sino que sueña con estudiar y tener una carrera, para que una profesión sea su herramienta para avanzar. Ahora, anhela el momento que llegue la operación de bariatrica para poder retornar su vida y reencontrarse con su hijo, que se encuentra bajo el cuidado de su mejor amigo. El pequeño expresó ante la Justicia que no quería vivir con su padre.
Belén aún recibe amenazas y mensajes de quien fue su pareja, como también solía aparecer en el hospital para hostigarla. “Estoy viviendo una situación de violencia, verbal y psicológica, por parte de él y por parte de su primo, con quien convive. Me amenazan por WhatsApp. Me llaman por número desconocido, me dicen muchas cosas”, detalla con angustia y miedo. Con ayuda de personal del hospital, pudo realizar la denuncia correspondiente y espera el rápido accionar de la justicia para que ese calvario desaparezca. Lo cierto es que el camino que hoy recorre es difícil. “Yo estoy sola realmente. Necesito ser escuchada, necesito que alguien me ayude”, es el principal pedido que repite.
También atraviesa una difícil situación económica al no tener un trabajo para solventar los gastos. Si bien su internación es en un establecimiento público, los gastos del día a día son difíciles de cubrir. “A veces no tengo para comprarme mis cosas personales, ni siquiera una botella de agua o las cosas del día. Tampoco puedo darle nada mi hijo”, afirma, al mismo tiempo que indica que su novio la ayuda en este aspecto, pero su sueldo es módico. “Es una desesperación”, sintetiza en cómo pasa sus horas sin poder resolver este problema.
Entre la oscuridad del pasado y la esperanza por el futuro, Belén busca las maneras de salir adelante. Es una lucha diaria con su tratamiento acompañada por la preocupación de no contar con una casa ni un trabajo para cuando llegue el alta. Las ganas de mejorar nunca las pierde, pero en ello inciden mucho más la predisposición para que lo mejor ocurra. Actualmente, continúa internada en el hospital Mi Pueblo de Florencia Varela a la espera de que sus condiciones médicas sean favorables para realizarse la intervención quirúrgica. Para quienes quieran ayudarla pueden contactarse mediante su Instagram (@belujeldes). También tiene una cuenta en el Banco Nación a su nombre (CBU 0110091430009132628147).
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