Estudió en el Teatro Colón, le dio clases al Duki y ahora brilla en Viena: “Es muy intenso”
La destreza, velocidad y talento en el timbre de voz de Agustín Gómez son cualidades que se aprecian dentro de la ópera y lo condujeron a aprender de los maestros emblemáticos del rubro; su conocimiento, también, lo llevó a transmitirle su experiencia a los traperos
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Cada vez que su madre Roxana o su hermana Diamela ponían Sui Generis o Queen, a Agustín Gómez le despertaba mucha admiración el piano. “Me causaba fascinación cómo alguien podía sentarse y, en un instrumento que es enorme y tiene un montón de teclas, poder tocar algo que esté bueno”, subrayó el joven de 29 años a LA NACIÓN. A los ocho años decidió hacer el taller de percusión del Conservatorio Provincial de Música de Río Gallegos y luego la carrera de pianista. Con el tiempo se cambió al Conservatorio del Sur, pero por una cuestión de homologación de materias no lo concluyó. En paralelo, formó una banda de rock con sus compañeros del colegio Fátima para poder cantar a pesar de que se le rompía la voz por su escasa noción. Era solo el inicio.
Con 17 años viajó a Buenos Aires a profundizar su conocimiento en la música en la Licenciatura en composición musical en la Universidad Católica Argentina (UCA), donde se especializó en música clásica y en la composición de obras para orquesta, sin embargo, lo que más le gustó fue el entrenamiento musical y auditivo que lo llevaron a elevar su nivel para el resto de su carrera. Una tarde, cantando en los pasillos de la facultad, un compañero se asombró por su voz y le sugirió hacer clases de canto con Myriam Toker. Agustín, que aún tenía la idea de mejorar su canto para formar una banda de rock, cambió de parecer y en dos años le tomó el gusto al canto lírico.
A lo largo de los años en la UCA, Agustín se hizo amigo de Federico Rojas y Tomás Díaz Zuleta, quienes con el tiempo serían reconocidos como Yesan y Oniria respectivamente. Estos compañeros de facultad se convirtieron en productores y referentes de la escena trap argentina. En aquel momento estaba en pleno auge el movimiento freestyle de la mano de El quinto escalón, competencia en la que los jóvenes se enfrentaban en batallas de improvisación. Ambos artistas se introdujeron en la nueva ola de raperos y fueron los encargados de producir Modo Diablo, banda de trap integrada por Duki, YSY A y Neo Pistea. Con la explosión de estos artistas en el verano de 2018, llamaron a Agustín: “¿Lo conocés a Duki? Es un pibito que la está rompiendo. Te cuento rápidamente, está trabajando un montón, está haciendo un montón de shows y se rompe la voz, necesitamos que le des clases de canto. No queremos que el pibe se rompa en dos años y no pueda cantar más’”.
Clases de canto a Modo Diablo, integrado por Duki, YSY A y Neo Pistea
Agustín se sumó a una de las tantas giras que Modo Diablo hizo en Villa Gesell para conocer a sus nuevos alumnos: “Fue mi inmersión en el mundo de ellos, de la noche, del trap, de toda esa movida (...) fue una experiencia re zarpada porque fue ver el background de lo que es una banda: ir a un boliche, probar sonido, comer algo, ir al hotel o a dormir... los pibes claramente no iban a dormir porque estaban ATR”. Desde aquel momento comenzó a darles clases de manera particular, ya sea en la famosa mansión Antezana, en la que vivían los músicos y en la que nacieron muchos de sus hits, o en su estudio propio en Caballito.
Sus clases corrían en paralelo al programa auto-tune, utilizado por los artistas para introducir efectos en sus voces. Así las cosas, su trabajo iba por otro lado. “Lo que cambia es el enfoque que le doy. Lo que pasa es que el instrumento es uno solo y la manera de trabajar la voz siempre es una sola: es aire que se sopla de manera efectiva, entonces se puede soplar de manera efectiva para rapear o para hacer la melodía que hacen ellos”, señaló Agustín
Entonces, ¿cómo eran sus clases? “Yo siempre apuntaba en las clases a darles a ellos herramientas que les hagan tener sanidad vocal. Los ejercicios en sí son todos los mismos: de respiración, de amplitud de registro, de hacerlos cantar y de hacerlos afinar con un piano”. Al mismo tiempo, las clases se prestaban para la improvisación. “Ponían una base y si había que tirar free, había que tirar free.... dando pena, pero tratando de tirar alguna”, dijo entre risas haciendo referencia a las rimas improvisadas que surgían.
Por otra parte, el cantante lírico se refirió al progreso que tuvieron estos emblemas de la música urbana, tales como Duki, quien anunció cuatro fechas en el estadio de Vélez en noviembre: “Yo creo que mejoró un montón, sobre todo el momento de encontrar los mecanismos. Hay procesos en la voz que son iguales para todos: la voz de pecho, la voz de cabeza y el falsete son herramientas que a una persona le sirven un montón. Ese mecanismo en la voz no lo tenía y lo trabajamos a fondo. No salía, había momentos de frustración y en un momento eso le salió. Yo creo que de ahí se empiezan a construir cosas. Él decía ‘destrabar poderes’”.
En las últimas colaboraciones de Duki, singles y su disco Desde el fin del mundo (2021) se aprecia una gran mejoría en su voz con respecto a sus inicios. “Son pibes que son muy inteligentes, saben muy bien lo que hacen. Saben la manera en la que su instrumento funciona, el producto que son y, lo que hacen, lo hacen muy bien”, concluyó el cantante con respecto a su experiencia dando clases a artistas del trap.
Canto lírico como forma de vida
Otra de las gratas experiencias que le dieron sus años en la UCA fue la oportunidad de tomar clases con Sherrill Milnes, una eminencia a la cual tuvo acceso mediante una beca gestionada por su profesor Gustavo López Manzitti: “Sherrill Milnes es una gloria absoluta de la ópera, es un barítono estadounidense. Es top, como decirte un Plácido Domingo o Luciano Pavarotti, a ese nivel, solamente que él es barítono. Es una cuerda más grave, pero un actorazo”. En Georgia, Estados Unidos, se celebró el festival de jóvenes cantantes donde Milnes era el director. “Yo participé de unas masterclass con él. Fue una experiencia muy buena que con los años dimensioné lo que fue conocer a un tipo de esa envergadura. De verdad hizo un trabajo muy importante”.
Al finalizar su tesis en la universidad, decidió audicionar para hacer la carrera de Canto Lírico en el Instituto del Teatro Colón, lugar al que llegan cientos de postulantes de Latinoamérica y pocos logran ingresar. Es, lo que se dice, jugar con la elite. “Yo en ese momento audicioné, tenía buen material. No sé si cantaba tan bien, o sea, me faltan un montón de ajustes y de crecimiento como cantante, pero imagino que apostaron a mi juventud”, señaló el tenor. Al mismo tiempo consiguió sus primeros trabajos como refuerzo de distintos coros y en una comedia musical de Sabina como tecladista.
Dentro de la categoría vocal de cantante de ópera, el registro de Agustín es el de tenor, más precisamente lírico ligero, una variante un tanto extraña de la ópera; sin embargo, sus atributos como la destreza, velocidad y belleza en el timbre de la voz son características que se aprecian dentro de la ópera. En el mundo del canto lírico, cada cantante tiene tres opciones para desarrollar su carrera: como solista, algo que es difícil en Buenos Aires porque hay pocos lugares para presentarse; como profesores; o como hace la mayoría, integrarse a un coro rentado. En aquel momento estaban el Coro Nacional de Jóvenes, el Coro del Teatro Colón y el Coro Polifónico Nacional, y en este último logró una plaza por concurso. “El primer tiempo yo me copé un montón porque te da cancha: te hace salir, aprender a leer música rápido y trabajar con tipos que cantaron toda su vida como profesión”, rememoró Gómez.
Sin embargo, la pandemia afectó su actividad y fue la excusa ideal para audicionar de manera virtual para la Escuela Superior de Música de la Reina Sofía de España, en la que al frente de la cátedra estaba el tenor mexicano José Francisco Araiza, un referente en el rubro. Tras demostrar sus dotes al canto fue becado. Al llegar a Madrid, además de perfeccionarse en la performance por sus actuaciones, Agustín buscó un Operastudio, es decir, un teatro que lo siga perfeccionando, le pague un sueldo y lo tenga en cuenta para los roles a cubrir en sus producciones. En la época de aplicaciones (septiembre-enero) el cantante no llegó a presentar los formularios necesarios para la Ópera Estatal de Viena, una de las más importantes a nivel mundial.
Sin embargo, a fin de año lo llamó Araiza y le comunicó que le mandó su material al director y, como en las audiciones no se presentó ningún tenor que les gustara, Gómez tuvo la oportunidad de audicionar un 31 de diciembre y la ópera de Viena decidió contratarlo durante dos años. Por lo tanto, a partir de septiembre de este año Agustín Gómez continuará su carrera en Austria: “Va a ser intenso y es una experiencia que requiere que esté al cien por ciento allá”.
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