Estrenos de teatro. Julio César, fiel a Shakespeare con el estilo de Muscari y la irreverencia de Moria Casán
Con un elenco sólidamente convincente, la obra recrea el clima de celebración popular del teatro isabelino para hablar sobre el poder, la traición y el sometimiento de los pueblos
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Autor: William Shakespeare. Versión libre y dirección: José María Muscari. Intérpretes: Moria Casán, Marita Ballesteros, Mario Alarcón, Alejandra Radano, Malena Solda, Mariano Torre, Mirta Wons, Vivian El Jaber, Fabiana García Lago, Payuca. Diseño de sonido: Camilo Zentner, Ariel Gato. Diseño de iluminación: Omar Posematto. Diseño de vestuario: Camila Milessi, Emiliano Blanco para Kostüme. Diseño de escenografía: Gabriel Caputo. Sala: Cine Teatro El Plata, Av. Juan Bautista Alberdi 5765, Mataderos. Funciones: sábados y domingos, a las 17. Duración: 80 minutos.
Disruptiva y, sin contradicción, fiel a la esencia del texto que data de 1599. La versión libre de Julio César en manos del dramaturgo y director José María Muscari, poéticas de la reescritura mediante, recupera valores y modos de hacer del tiempo en el que William Shakespeare produjo su corpus dramático, siendo esta obra uno de los títulos en los que se ancla la grandilocuencia retórica del autor.
La nueva puesta, que puede verse en la sala del cine teatro El Plata, ubicada en el corazón del barrio de Mataderos, va en busca de aquellas ideas neurálgicas del material, pero lo hace desde la parafernalia tecnológica disponible y con la osadía de contar con Moria Casán encabezando el elenco y componiendo al tirano romano que debilitó las instituciones republicanas y logró el control absoluto del poder, pero que terminó traicionado y muerto.
Producida por el Complejo Teatral de Buenos Aires, del que depende la sala El Plata, esta versión es audaz tanto en su resolución de los textos, como en la arriesgada puesta en escena. Muscari no traiciona y, con un pie en un aquí y ahora reconocible, desgrana aquellas ideas sobre las que se inspiró Shakespeare en materiales como Les vies des hommes illustres de Plutarco, traducido al inglés por Sir Thomas North.
Julio César es uno de los textos donde el escritor expuso uno de los temas que más lo inquietaban: los laberínticos senderos del poder, las ansias por alcanzarlo y la traición, y la dominación de los pueblos que endiosan al tirano y le rinden pleitesía con pasividad, aunque sea el mismo tirano el que los conduzca al ostracismo, la falta de libertad y el hambre.
Moria Casán apela a su presencia cautivante y angelada. Si está Moria en escena es imposible no mirarla. La actriz le vuelca a Julio César su voz estruendosa y su mirada lasciva y perturbadora. La diva salió de su zona de confort y le imprimió a su personaje la autoridad que requiere. ¿Es más Moria que Julio César? Es infructuoso pensarlo.
A la estrella la acompaña un elenco perfecto. Con los siempre convincentes Marita Ballesteros y Mario Alarcón a la cabeza, se destacan las actuaciones precisas de Alejandra Radano, Malena Solda, Mariano Torre, Mirta Wons, Vivian El Jaber (gloriosa), Fabiana García Lago y Payuca.
En el teatro isabelino, zona de incertidumbre e indagación, no había actrices, razón por la cual la indeterminación de los géneros era un juego de la dramaturgia. Esta versión de Muscari está atravesada por la cuestión, razón por la cual las actrices encarnan los personajes masculinos y los actores hacen los propios con los femeninos, dejando en evidencia y jugando con el artilugio.
También el director se ancla en el ritual celebratorio y popular que tenía el teatro del 1500. The Globe recibía masivamente al pueblo y las representaciones contenían desde bacanales improvisados hasta la riña de puños. En la sala de El Plata, se hace referencia a Nueva Chicago, a la esquina de Juan Bautista Alberdi y Larrazábal, a la famosa pizzería El Cedrón, ícono del barrio, y, desde ya, a Rita Turdero, el popular personaje de Moria Casán apodado “la pantera de Mataderos”. La platea premia con aplausos a telón abierto ese anclaje de la versión que emula la fiesta del teatro shakespeariano, aunque acá suene el tecno y el trap.
Siete columnas de tres caras van girando y componiendo las escenas en base a siete pantallas led y una estructura de luces que interpelan inquietantes. Las pantallas irradian texturas oníricas y escenas grabadas de los personajes. Pantallas y cuerpos presentes se demandan mutualmente.
El vestuario es llamativo, brillante y revisteril, guiño a los orígenes de la Casán, quien luce un calzado por demás llamativo. Los diseños de maquillaje y pelucas acompañan la grandilocuencia estética del conjunto.
El Julio César de Muscari permite una relectura necesaria en el hoy. Una propuesta que disfrutarán quienes entiendan que un clásico dialoga con las más diversas estéticas y lenguajes.
Las localidades de este mes están agotadas y la temporada finalizará el 25 de junio. Quizá la repercusión de la propuesta permita modificar los planes y extender las funciones un poco más.
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