Estrenos de teatro. Eternidades, té póstumo en hall de cine retrata de manera emotiva a cuatro divas del cine argentino
No se trata de las biografías de Tita Merello, Libertad Lamarque, Fanny Navarro y Zully Moreno sino de una charla entre ellas sobre la eternidad y el recuerdo
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Libro y letras: Luis Longhi. Música: Juan Ignacio López. Idea, puesta en escena y dirección: Pablo Gorlero. Intérpretes: Sofía Almuina, Lucía Andrada, Agustina D’Angelo, Jimena Gonik y Karina Barda. Escenografía: Vanesa Abramovich. Luces: Eli Sirlin. Vestuario: Alejandra Robotti. Coreografía: Marina Svartzman. Multimedia: Carolina Jaureguiberry. Coach vocal: Natalia Mouras. Magia: Alejandro Casavalle. Producción ejecutiva: Élida Mohana. Asistencia de dirección: Julieta Sorrentino. Sala: Cultural San Martín, Sarmiento 1551. Funciones: viernes y sábados, a las 20.30; y domingos, a las 19.30. Duración: 80 minutos.
La sala 3 del Cultural San Martín se llena de mujeres con edad suficiente para no guglear los nombres que convoca Eternidades: Tita Merello, Libertad Lamarque, Zully Moreno y Fanny Navarro, en estricto orden de longevidad. Esta es la observación que a priori permite este musical, la comprobación de las marcas imborrables que las artistas dejaron en tantas infancias y juventudes con una pregnancia que, tal vez, la era multimedia desconozca. Es ese valor, capaz de ganarle al tiempo y a sus cambios imparables, el que pueda, a su vez, interesar a quienes se acercan sin datos acerca de estas estrellas: ¿por qué ocuparon ese lugar? ¿cómo construyeron sus carreras?
A partir de estos interrogantes, el autor y compositor Luis Longhi, el músico Juan Ignacio López y el director Pablo Gorlero –trío creativo especialista en musicales– armaron Eternidades, subtitulada Té póstumo en hall de cine porque la “juntada” de estas señoras se cumple en un espacio que podría ser el cielo o algo así, ambientado como vieja sala con puertas vaivén, butacas aterciopeladas y una gran pantalla, más una mesa donde tomarán no solamente té.
Cada una de ellas ha inspirado obras teatrales (como la Tita de Nacha Guevara y la de Virginia Innocenti, o la excelente Deshonrada, con Alejandra Radano como Fanny). Pero por primera vez aparecen juntas y con razón porque protagonizaron la época de gloria del star system local, representado por el estudio Argentina Sono Film y las tapas de Radiolandia. También vivieron la grieta peronismo-antiperonismo, arbitrariedades, exilios y, en el caso de Fanny, el derrumbe y el olvido.
No es un musical “tributo”. Quienes esperen los tangos consagrados de Tita o de Libertad no los encontrarán. Las canciones de Longhi y López no ilustran la narración sino que forman parte de ella, encarnadas por cuatro excelentes jóvenes actrices y cantantes. No son imitadoras, nada más lejos de eso, sino que recrean y multiplican a sus personajes históricos. La Tita de Agustina D’Angelo es una construcción personalísima que provoca alta reacción en la platea, no se puede dejar de mirarla; Karina Barda (la actriz que alterna el papel de Fanny con Jimena Gonik), además de una gran voz, sostiene el costado trágico y fatal de la Navarro; Sofía Almuina investiga el lado ingenuo de Zully unido al deseo de sacarse la máscara del glamour obligatorio; y Lucía Andrada compone a una Lamarque más picante y controvertida que la imagen virginal a la que quedó asociada. El vestuario de Alejandra Robotti dialoga con estos perfiles dramáticos: el de Zully es sedoso y rosado, el único de color claro; el de Libertad, con volados y frunces, es demasiado pretencioso comparado con el resto; Fanny luce el impecable y riguroso trajecito y rodete, como el de su adorada líder y ex cuñada; y Tita, con vestido verde oscuro y una flor en el pelo suelto es ese volcán que jamás se rinde.
Ni Longhi ni Gorlero idealizan a estas eternas. En ese cielo póstumo, son mujeres, no divas intocables. Aquello que sí dejan picando es la pregunta sobre su trascendencia, el inefable misterio del éxito y el fracaso, el vínculo entre los miles de personas (incluida la “cazadora de autógrafos” Adela Montes) que las amaron u odiaron, a ellas y a todas las estrellas que, al final, aparecen en pantalla, un momento in memoriam que sumó imágenes a este emotivo musical.
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