Ese joven de 83 años
Presentó su orquesta-escuela de tango Ciudad de Buenos Aires
El nombre de Emilio Balcarce (Emilio Sitano) ocupa uno de los mayores espacios en "El libro del Tango", de Horacio Ferrer, donde figura como violinista, director, compositor y arreglador. Aunque allí se olvide su esporádica condición de bandoneonista, se narra con lujo de detalles su paso por la música como compositor de la antológica "La bordona", como arreglador (quizá su más reconocida capacidad) y como director de orquesta, nacido un 22 de febrero de 1920.
Emilio charla con nosotros como un muchacho, sin afectaciones, y en sus palabras aparece de modo natural ese joven vital, que no puede hacer otra cosa que música. Y que necesita mostrar, en este recodo de la vida, el fruto de sus últimos afanes.
"Ahora presento a la Orquesta-Escuela de Tango en el Colegio de Abogados de avenida Callao. Lo formé con jóvenes bien capacitados. El propósito fue mostrar con ellos los distintos estilos: el de D´Arienzo, el clásico tango de Fresedo, el más expresivo de Di Sarli, el de Troilo y desde lo que hice por años a través de las orquestas de Pugliese y del Sexteto Tango. Esta orquesta-escuela está formada por cuatro bandoneones, cuatro violines, viola, cello, piano y contrabajo."
Maestro con ayudantes
Pero Balcarce no se contenta con el espacio de director y vuelve al fueye : "En algunos temas yo toco el bandoneón. Pero lo que más me interesa es que los músicos vayan asimilando detalles, fraseos, acentos, yeites , y que mientras tocan como sienten, lo enriquezcan con el bagaje de ese desarrollo del tango. En el grupo cuento con el apoyo de dos ayudantes: el bandoneón de Horacio Romo y el violón de Ramiro Gallo.
-Ud. dejó el Sexteto Tango y se fue de pronto al interior...
-Me fui a Neuquén a descansar. Me dije: aquí me quedo tranquilo. Pero allá me ofrecieron hacer cosas. Me movilizaron. Entonces no me quedé tan tranquilo. Con el pianista Miguel Angel Barcos, un odontólogo que allá tiene una clínica de implantes y viaja siempre a congresos mundiales, me puse a hacer música. El fue un excelente pianista de Francini-Pontier. Primero formé un grupo de violín, contrabajo y piano, y me puse a escribir arreglos. Como eso no funcionó como quería, me quedé con Barcos y formamos un dúo de piano y bandoneón.
-Pero Ud. es violinista...
-Yo había tocado bandoneón de los 18 a los 20. Pero tocaba violín desde los siete años y había estudiado, sin adoptar ninguna escuela, hasta los trece con un maestro de barrio. Después me afiancé con el maestro Paiva. En mi casa papá tocaba el acordeón, la guitarra y el mandolín. Había comprado un bandoneón y lo dejó por ahí. En el barrio escuchábamos radio (Nacional, Del Pueblo) y siempre pasaban tangos de Firpo, Canaro, Fresedo, Lomuto, pero lo que más me impactó, por la armonía y la manera expresiva de frasear, fue Julio De Caro con su violín. Me atrapó. Había sonoridad, orden, estilo en esos tangos arreglados por Francisco De Caro, y en esos bandoneones de Láurenz y Blazco. Creo que ahí saqué el bandoneón y me puse a estudiar por mi cuenta en un viejo manual: escalas diatónicas, cromáticas, acordes en la mano izquierda y cosas que fui aprendiendo en algunos pequeños conjuntos. Yo ya tenía dieciséis años y leía partituras con música de películas que me ensanchaban el panorama armónico. Eso unido al estilo de Cobián, Firpo, Fresedo y De Caro me hizo ingresar en el campo armónico, a escribir arreglos.
-¿Para quién?
-Cuando tuve algunos definitivos se me ocurrió armar una orquesta (dos bandoneones, tres violines, contrabajo y piano). Nos presentamos en clubes de barrio y en Radio Rivadavia. Me vinculé con buenos músicos:Ismael Spitalnik, Lalo Benítez (pianista de Gobbi), Ramón Coronel (violín de Salgán), y cantaba Alberto Marino. La armonía era cosa de oreja, pero tenía algo de Fresedo y el fraseo decariano. Más tarde ingresé en la orquesta del bandoneonista Luis Moresco (creador -nadie se acuerda- de la variación de La Cumparsita), ya como profesional. Yo tenía 24 años y se abrió el panorama cuando me llamaron de la orquesta de Alberto Castillo.
-Los arregladores siempre pasan desapercibidos.
-Así es. Nadie nos menciona ni se nos da importancia. Cuando me decidí a estudiar armonía y contrapunto, a los 28 años, con Marcolli, me decían que eso me iba a quitar el sabor tanguero que tenían mis arreglos. En verdad el estudio del esquema académico (de lo que se puede y no se puede hacer en armonía) se me hizo pesado. Pero completé primero mi formación con el maestro Jaime Pahiza, un catalán admirador de Wagner, y hace doce años con Juan Carlos Cirigliano. Es asombroso lo que se puede hacer en armonía, que completa lo que uno hizo por pura intuición.
-¿Qué escribió más: arreglos o composiciones?
-Arreglos. A partir de 1948 empecé con mis primeras composiciones instrumentales para la orquesta de Pugliese, hasta 1968. A propósito, tengo incorporado el estilo Pugliese, que es continuación del de De Caro. Creo que Pugliese, mucho antes de que yo ingresara en su orquesta, encontró su estilo más definido en "La Yumba" y llegó a su culminación en "Negracha", donde aplica las acentuaciones del 3-3-2 que luego asumió Piazzolla. De allí que Astor era hincha de Pugliese, de quien recogió varias formas que luego transformó en propias. Es que todos, en nuestros procesos de búsqueda, sacamos algo de alguien. Incluso de la música clásica uno tiene mucho que aprender. Cuando compuse "La bordona" allí puse de todo. Logré algo importante que tiene vigencia. Lo descubrí en las orillas y en las reminiscencias pampeanas.
-¿Reconoce influencias explícitas en la composición y el arreglo?
-De los años treinta a los sesenta recogí el influjo de varios compositores e intérpretes, desde Salgán y Pichuco hasta Pugliese. Después de Salgán se disolvieron las orquestas y aparecieron pequeños conjuntos. Leopoldo Federico y Astor quisieron llevarlo adelante, cada cual con su estilo. Ahora sólo falta ponerlos al día. Creo que el camino de Piazzolla no es el único. Hay otros que no se siguieron ni se prolongaron. Son muchas las raíces que quedaron cortadas. El tango en sí tiene una riqueza infinita para proyectarla de mil modos. Hoy se lo puede apreciar en el mundo entero.
El maestro Emilio Balcarce deja para el final lo que en otros terrenos sería primicia absoluta.
-Acabamos de grabar un disco compacto que presentaremos entre noviembre y diciembre, al ofrecer algunos recitales. No sé cómo seguirá el grupo. Seguramente será con nuevos músicos.