Es la hija de dos famosos y asegura que su apellido no le pesa: se destaca en teatro y dirigirá una serie
Laura Grandinetti tiene 26 años, pasó su infancia entre escenarios y sets de filmación; en diálogo con LA NACION habló sobre sus proyectos, su debut como directora y su mudanza a Madrid para reencontrarse con su papá
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Mar del Plata, año 2007. Un padre y su hija menor estacionan el auto y caminan juntos hasta el Teatro Auditorium, que será la “oficina” de él durante el verano, para comenzar con el primer ensayo de Ella en mi cabeza. La pequeña entra a ese “templo sagrado” y ve sobre el escenario a la única mujer que actúa en esa obra y dice: “Quiero hacer eso”. Esa niña hoy tiene 26 años, pero ese día continúa grabado en la cabeza como si el tiempo no hubiera pasado. La protagonista de esta historia tiene nombre y apellido: Laura Grandinetti. En una íntima charla con LA NACION la actriz habló sobre sus inicios en el mundo del arte, reflexionó sobre la relación con su padre Darío Grandinetti y reveló los nuevos desafíos a los que se enfrenta: dirigirá una miniserie y viajará a Madrid para continuar su formación.
Hija de la exmodelo y actriz Marisa Mondino y de Darío Grandinetti, contó que se crio con padres muy presentes que siempre le inculcaron el disfrute. El primer verano, después de que la pareja se separó, acompañó a su papá a hacer temporada en Mar del Plata, ciudad de donde es oriunda.
“Quería ir todos los días al teatro. Él hacía Ella en mi cabeza con Juan Leyrado, que es como un tío para mí, y Natalia Lobo, que era lo máximo conmigo”, le dijo Laura a LA NACION. Fue allí cuando, entre bambalinas, al ver a la actriz surgió lo que la inspiró a querer ocupar un lugar así.
A una temprana edad, comenzó con sus clases de actuación. Se formó en la escuela de Julio Bocca y Hugo Midón y también con Julio Cháves: “Iba a la noche al teatro a verlo a mi papá y veía que eso era lo que quería hacer y lo depositaba en mis clases”.
Sus padres acompañaron la decisión de ser actriz, pero le dejaron en claro que no podía trabajar siendo una niña. “Siempre supe que lo único que podía hacer al respecto era ir a mis clases y formarme para hacerlo cuando terminara el colegio”, aseguró.
Laura debutó en teatro en 2014 con Personitas, una obra de Javier Daulte. “Era una vez por semana y estaba mi viejo en el elenco. La condición era que los ensayos se acomodaran a mis horarios para que no faltara al colegio”.
Posteriormente, trabajó en El efecto de los rayos gamma, Yo no duermo la siesta y El relojero en el Teatro San Martín. Pero, fue en 2019 cuando le llegó la oportunidad más importante hasta el momento: Después de casa de muñecas en el Paseo la Plaza, con Paola Krum, Jorge Suárez y Julia Calvo, bajo la dirección de Daulte.
“Hacer teatro comercial, ensayar y tener funciones de miércoles a domingo, me entusiasmaba mucho”, reconoció la joven que esa temporada fue reconocida con el ACE a actriz revelación. “Estuvo buenísimo. Lo único que no quería era desentonar en la obra. Ellos son tres bestias y yo quería estar a la altura. Siento que lo estuve, que logré disfrutar y seguir probando. Para mí ya era una temporada ganada y tenía buenos comentarios de la gente que me importaba. El premio fue una coronación de todo eso”.
En el teatro ella se siente “en casa” y disfruta no solo de lo que sucede arriba del escenario, sino también debajo: llegar dos horas antes al camarín, entablar relaciones con el elenco y el equipo técnico y vivir en carne propia los sueños que tuvo desde pequeña: “Después de casa de muñecas para mí fue estar donde estuve desde siempre, pero también por mi papá”.
Darío y Laura Grandinetti, padre e hija unidos por el amor al arte
Desde que era chica, Laura mostró interés por el trabajo de su papá. Cuando él viajaba a España para grabar, la familia trataba de ir unas semanas para estar cerca y siempre que podía lo acompañaba teatro, donde además tuvieron la oportunidad de trabajar juntos. Comparten la misma pasión, se acompañan y retroalimentan, aportando desde ambos lados, el de “la experiencia y la formación”.
“Hablamos mucho, pero en general, aunque la pregunta siempre es ‘¿cómo va el rodaje?, ¿Y el equipo, qué tal?’”, contó entre risas y aseguró que “disfruta como loca” de interiorizarse en un set de filmación. “Creo que él está tranquilo con como yo y mi hermano Juan, que también es actor, nos vinculamos con el oficio. No se trata de ir y hacer porque sí, sino que disfrutamos del proceso y compartimos ese entusiasmo”, reflexionó.
Pero, así como algunos hijos eligen profesiones completamente contrarias a las de sus padres, otros deciden seguir por su mismo camino. La cuestión es que en el ambiente artístico, muchas veces tienen que cargar con el “peso del apellido”. Laura aseguró que ese no fue su caso y hoy tiene una opinión muy formada al respecto.
“Siento que a lo mejor si hoy fuera una actriz que la pegó y de repente está en la tele y en muchas de las películas argentinas que salen, a lo mejor se vincularía esa cosa del ‘¿por qué está ahí?’. Pero, estoy donde elijo estar, en los castings que quedo, en los proyectos que autogestiono y que no tienen que ver con mi apellido. Incluso si no pasara eso, estoy muy tranquila por mi formación, por cómo me vinculo con mi trabajo y con lo que me gusta hacer. No siento que nadie haya levantado el teléfono y me haya llamado por mi apellido; no tengo registro de que haya pasado, entonces no siento que alguien pueda pensarlo porque no es parte de la realidad”.
Un cambio de rumbo, una búsqueda personal y la reversión del propio arte
Laura tenía la ilusión y la expectativa de que la exitosa temporada de Después de casa de muñecas y la coronación con el ACE serían un “empujón” para que aparecieran nuevas propuestas laborales. Pero, llegó la pandemia y cuando volvieron a levantarse -lentamente- los telones, llegaron a escena las obras que habían estado en marcha y ella no estaba en ninguna. Fue entonces cuando se vio en una disyuntiva, porque eso que siempre había proyectado se vio “truncado”, pero al mismo tiempo le dio la oportunidad de reversionar su propio arte. Se dio cuenta de que si bien amaba la actuación y hasta el día de hoy lo hace, no se “moría” si no trabajaba de eso y logró darle una vuelta sana a su vida.
En la segunda mitad de 2019 comenzó a estudiar Curaduría y gestión cultural y tres años después se recibió. Hoy lleva adelante Grua un emprendimiento con su socia, Yanina.
“Trabajamos con dos artistas en la presentación de libros y producción de eventos y ahí entra un poco la curaduría que es pensar una experiencia para el usuario, desde lo que hace, hasta lo que toma, huele y escucha cuando va a un lugar. Nosotras estamos experimentando en esas cuestiones, en la producción y acompañamiento de artistas que quieran encontrar un lenguaje y una identidad para su obra”, contó Grandinetti.
La exploración de la propia mirada, trabajar detrás de cámara y formarse en España
Es precisamente de la mano de Grua de donde viene su próximo proyecto, esta vez audiovisual, el cual le demandará un nuevo desafío. La relación que tiene con las cámaras es muy intensa y la marcó considerablemente. “Hay algo que me conmueve mucho del cine que tiene que ver con el equipo. Uno está siendo filmado y es su cuerpo, pero hay un laburo atrás que es conmovedor; que se filme algo con todas las áreas que hay detrás, trabajando y haciendo, es lo más parecido a un milagro que conozco”, precisó.
Si bien tuvo experiencia como actriz de cine, debutó con Paisaje en 2017 e hizo Ruleta rusa, Acusada con Lali Espósito y Rojo, hoy será ella quien estará del otro lado de la cámara. Va a producir y dirigir Mejor quemarse, una miniserie de 5 capítulos de 10 minutos, escritos por el actor Sebastián Tornamira. Actualmente, están en etapa de preproducción y las grabaciones comenzarán a mediados de este mes.
“Estoy muy entusiasmada. De repente soy una persona que elige planos y colores”, comentó entre risas. Disfruta de estar detrás de cámara, de “hacer magia y que no se note el truco” y de poner en práctica y explorar su propia mirada. Si bien no está segura de como va a salir el proyecto, lo más importante es llevarlo a cabo.
Pero, eso no es todo. A fines de septiembre viajará a España, donde la espera Darío, quien actualmente trabaja allá y donde además viven sus hermanos. En octubre comenzará un máster en Guion que se extenderá hasta julio de 2024. Aunque aseguró que su idea es instalarse en la Argentina, también la entusiasma la idea de vivir una experiencia afuera y consideró que Madrid era un buen lugar para eso.
La vida de Laura es arte en todas sus formas. De correr entre bambalinas pasó construir su propio camino y hoy está dispuesta a ver qué le prepara la vida. Por lo pronto, está próxima a hacer su debut como directora mientras organiza lo que tiene que llevar a España, pero ni aun así suelta su gran pasión: la actuación. Hasta agosto se la puede ver los viernes, a las 20, en la obra La Pilarcita de Maria Marull en el teatro El Camarín de las Musas.
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