Eruca festejó sus diez años en el templo del rock
En el marco del Isenbeck Rock N' Chop, la banda cordobesa se sumó a los festejos por el aniversario del Club Atlético Obras Sanitarias
En el patio cervecero de Isenbeck montado al aire libre sobre uno de los costados del Estadio Obras Sanitarias, el público apura el paso mientras adentro la voz de Lula Bertoldi rompe el silencio de una noche acalorada de diciembre. El festejo de los 10 años de Eruca Sativa en su debut en el Templo del Rock comienza con “El límite” y la tensión eléctrica del trío suena tan ajustada como en cada presentación. Sobre el lado izquierdo del escenario, Brenda Martin acaricia las cuerdas del bajo mientras Gabriel Pedernera marca el pulso de la canción machacando el bombo de la batería al ritmo de una cortina de luces que cambian de color según el clima de los acordes.
La primera de las tres fechas del Isenbeck Rock ´N Chop programada en Obras tiene a una de las bandas más importantes del rock argentino celebrando una década de vida en el estadio cubierto más emblemático de la Ciudad de Buenos Aires -decorado especialmente con una escenografía que remite a las columnas egipcias de un verdadero templo de rock-, con un recorrido por los temas de toda su discografía y los seguidores del grupo armando pequeñas rondas de pogo en el centro del campo.
“Y tu voz fue más fuerte que el dolor, y tu voz…”, canta todo el estadio casi a capela en la intro de “Para que sigamos” y Lula responde en un contrapunto formidable llevando al límite el color de su voz en el estribillo: “Sos el fuego que no pueden apagar”.
Después de un comienzo en estado feroz, el show de Eruca sigue casi sin detenerse con el público coreando los riffs de guitarra de Lula en “Abrepuertas” y el bajo de Brenda manejando los tiempos en “Mi apuesta”, de Es, el segundo disco del trío. Y antes de bajar un poco los decibeles de una noche agitada, la cantante le cede su PRS408 guitar negra al baterista para colgarse una electroacústica y ofrecer una versión vibrante de “Somos polvo”, uno de los temas más emotivos de Barro y Fauna (2016), con el que el grupo logra mutar de piel y desnudar su faceta más intimista.
“Hoy tenemos un show preparado con mucha música”, dice Lula desde el vértice derecho del escenario, el lugar que parece marcado como su territorio habitual en cada concierto. “Gracias a la vida que nos da esta energía para estar juntos. El invitado de hoy es una persona que queremos mucho antes de que sea parte de nuestra familia: Machi Rufino”. Entre aplausos y una cálida ovación, el ex bajista de Invisible se acopla al trío para tocar “Ruido a soledad” y “Foco” con Brenda en la acústica y Lula concentrando todas las fuerzas en el poderío asfixiante de su voz.
En la mitad del show, justo cuando el concierto comienza a levantar temperatura, varios grupos de amigos se toman unos minutos de respiro y aprovechan la noche estrellada de verano para degustar alguna de las tres variedades de Isenbeck bien helada –rubia, negra y roja- que se sirven en los food trucks estacionados en el patio cervecero al aire libre armado especialmente para esta serie de shows. La fórmula cerveza, amigos y rock no podría tener un lugar y momento mejor.
La evolución sonora y la madurez de Eruca queda plasmada en vivo cuando el trío se anima a una versión grunge del clásico “Eleanor Rigby” y sorprende a todos los presentes con un fugaz cambio de roles en el medio de la canción. Gabi toma el control del escenario y puntea en la viola como un experto guitar hero, mientras Brenda parece descargar toda la furia acumulada en una década, en los parches de la batería, y Lula se hamaca tocando el bajo con una confianza abrumadora.
En “Magoo”, la banda concentra uno de los momentos más festejados de la noche justo cuando la bajista y la cantante acortan la distancia y se encuentran tocando en el centro del escenario entre sonrisas de complicidad. La primera fecha de diciembre del Isenbeck Rock N` Chop en El Templo del Rock termina con el público eufórico coreando el riff de la intro de “Nada salvaje” y la banda brindando junto a su público con Isenbeck bien helada.
En el final, después del bis con “Armas gemelas”, Gabriel abandona definitivamente la batería y moviendo las manos le pide a sus compañeras que se acerquen para saludar al público abrazados. Alguien desde la primera fila de las vallas arroja tres camisetas de la Selección Argentina que la bajista y la cantante no tardan mucho tiempo en ponerse. Y antes que se apaguen las últimas luces, Lula invita a todo el staff a sumarse en el saludo. Es el momento exacto en el que Eruca cierra una década consagratoria que comenzó allá por noviembre de 2007 con el trío ensayando en una pequeña sala de Córdoba y se despide de Obras con un gesto de reverencia ante la última gran ovación que se escuchará esta noche.
LA NACIONTemas
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