Los irreductibles vascos están de vuelta. Después de 15 años de silencio, La Polla Records, leyenda del punk ibérico, influencia excluyente en toda América latina, regrabó un arsenal de clásicos en el disco "Ni descanso, ni paz" y acaba de completar una gira con entradas agotadas por España antes de desembarcar otra vez en la Argentina (8 de febrero, Estadio Único de La Plata), donde son casi tan locales como... los Ramones.
Evaristo Páramos, 61 años, se disculpa por el audio de su celular. "Que no es el mío, te estoy hablo desde un móvil que luego se descarta, como en las pelis de gángsters", dice desde su casa en el pueblo de Oñate, País Vasco. Pero se lo escucha muy bien, tanto por el teléfono como por el ánimo. "Los primeros conciertos han estado muy bien –admite–. Es todo muy fuerte, yo pensé que un 80 por ciento de los de aquellos tiempos estaríamos muertos. Se ve que quedamos algunos más. Lo que me sorprende es que no haya tanta gente joven. ¡Ha bajado la tasa de natalidad en Europa! La mayoría de los que vienen a vernos son veteranos de Vietnam. Algunos tienen mi edad, imagínate. Aunque también alguno me dice: "Mi abuelo me mostró tu música por la Interné y me ha gustao". O me agradecen: "Mira, este colega escuchaba solo tecno, le enseñé los discos de La Polla y se ha reconvertido". ¿Y qué quieres que haga yo, que lo bendiga?
¿Cómo fue regrabar canciones viejas?
Sorprendentemente rápido. El viejo Sumé (guitarrista histórico), sobre todo, sigue siendo un cantante que afina, así que los coros han quedado muy bien. O al menos eso me pareció porque en la mitad de las sesiones no estuve, por supuesto. Algunas letras ni me las acordaba y otras me sorprendió recordarlas. Tengo la desgracia de mirar siempre adelante. En el móvil, actualmente tengo como cien ideas para temas nuevos. No puedo ni grabarlos todos, sería demasiado.
¿Al volver a escucharlas, qué te parecieron tus propias canciones?
Unas cuantas no están mal. Es increíble y también una cagada que sigan acertadas. Pero tampoco es que yo sea un visionario. Simplemente me tocó estar allí y mirar lo que ocurría. Entre guitarras y punteos, intentaba meter lo mejor que podía tomando un poco de la realidad y otro de algún cómic.
Cómo Astérix, con lo de la aldea de los "irreductibles galos" y la "poción mágica", como metáfora de la resistencia...
Astérix era muy bueno. Quién no quisiera tener esa poción mágica. Me la das a mí y enseguida salgo a la calle: "Hola, ¿qué tal? Ahora sí que vamos a bailar…"
¿Salvatierra, el pueblo de La Polla, se parecía un poco a la aldea de los galos?
Es que lo era…. Y ahora, ni te cuento. Las cuatro fábricas que tenía están temblando, a punto de cerrar. Hay 2.000 habitantes más y 2.000 puestos de trabajo menos: 4.000 mil personas sin empleo. Es la muerte, aunque por otro lado hay mogollón de grupos muy buenos, eso sí está mejor.
"No somos nada" fue una especie de manifiesto. ¿Treinta años después, suscribís a todo lo que dice la letra?
Pues yo creo que sí. Debería releer aquella puerta para estar seguro. Porque esa la escribí con rotulador en la puerta de un armario en Almería, luego de un concierto. Como la puerta era bastante pesada, tuve que hacer el esfuerzo de recordarla todo el viaje de vuelta a nuestro pueblo para anotarla después en papel. Me gustaría ver qué parte de lo que decía estaba en la puerta y qué parte recordé mal…
¿Aquello de "Somos los nietos de los que perdieron la Guerra Civil", por ejemplo, era literal?
Joder, mi abuelo la perdió. No lo dejaron ni participar, anduvo un buen tiempo escondido entre los maizales en Tuy (Pontevedra, Galicia). Mi padre le llevaba comida y tal. Dicen que las generaciones son por números impares. Al final mi abuelo era como yo, pero sin grupo. Era el tío que se subía a la mesa del bar y comenzaba a gritar la revolución. Era comunista, aunque ignorara lo que era el comunismo. Mi padre, en cambio, tuvo mucho miedo y luego vio también que los jefes del sindicato se iban al extranjero mientras que los trabajadores, como mi abuelo, se quedaban y terminaban en el paredón de fusilamiento. Se salvó porque tenía siete hijos y porque mi abuela trabajaba para una señora de dinero, que no quería quedarse sin empleada. Además, el que lo debía fusilar era uno del mismo pueblo. Falangista y todo, le debe haber dado un poco de pena.
Increíble…
Sí, ¡sobre todo para mi abuelo!
¿Alguna vez fuiste un adolescente en el público, como los que te van a ver ahora?
Ir a ver a los Ramones, a Donosti, o San Sebastián, como dicen los gringos, era flipante. Allí me crucé con los primeros punkis gigantes, vestidos de verdad, no como nosotros, que éramos del pueblo. Yo era un flaquito. Cada vez que chocaba con alguien en el pogo, yo era el que terminaba en el suelo. Un poco malote, pero terminaba saliendo del bar tratando de que no me noten. Nunca he podido permitirme hacerme más el cabrón. La naturaleza es sabia: si me hubiera dado 1,90, fuerza y belleza, habría abusado de todo, pero de todo, ¿eh? Joder, ya estaría muerto…
Tienen una relación especial con la Argentina…
Es el sitio al que más hemos viajado. Perdí la cuenta de cuántas veces. Recuerdo que, con Fernandito (baterista histórico de LPR, fallecido en 2002), que en paz descanse, solíamos discutir por cuántos conciertos habíamos dado en Buenos Aires. ¡Allí me hice mi primer tatuaje! Bueno, no exactamente, ya tenía uno de una rata. Cuando me lo vio, el tatuador argentino me dijo "Oye, todos tenemos nuestras cagadas…" Me he ido por las ramas, luego me arreglas un poco esto para que no quede como un gilipollas en el artículo, vale?
¿Nunca te propusieron hacer comedia stand up?
Es que ya he aburrido a gente en los bares completamente gratis. Y me tomé mi tiempo: he vaciado bares hablando uno por uno con cada parroquiano. Pero eso de salir a escena y tener apuntadas unas líneas maestras no creo que sea lo mío.
La Polla vuelve a un mundo con redes sociales que antes no existían. ¿Discutís mucho en la web?
Me marcan las contradicciones, sí, pero tengo como 70 respuestas estándares, y varias son muy originales. Hay gente con ganas de mantener una conversación y a la que le interesa la respuesta. Pero mucha otra que solo quiere escucharse a sí misma, que parece hablar contigo pero que en verdad solo le habla a un espejo.
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