Entre la transformación y las viejas costumbres
Gracias a las series, el streaming se consolidó como principal forma de consumo televisivo, pero en la TV abierta los nombres se repitieron
El año que termina, en materia televisiva, sólo puede quedar en la historia como perfecto ejemplo de las paradojas y tensiones a las que está sujeta una industria sometida a enormes cambios, donde son tan claras las evidencias de la transformación como confusas sus consecuencias.
Este fue el año en el que el streaming reemplazó a la pantalla como el soporte elegido a la hora de ver series -se produjeron 455 títulos este año sólo en los EE.UU., un récord que se batirá ampliamente en 2017-, gracias al nunca más popular download, la implacable capacidad de producción de Netflix, el crecimiento de HBO Go -que ya se ofrece en el país como servicio sin necesidad de abonarse al cable-y, hace pocos días, la aparición de Amazon Prime Video, con un catálogo aún incipiente.
Pero quien piense que estos doce meses terminaron por uniformarnos con el consumo global también descubrirá que aquí la conversación televisiva giró sobre los altibajos de los mismos nombres propios de siempre: la vigencia de Mirtha Legrand, el carisma de Susana Giménez (que acometió una reinvención de su programa que apuntó a sus fortalezas)y el otrora impensable declive en audiencia de ShowMatch, que se aferró al "Bailando" como salvavidas de un año tormentoso para Marcelo Tinelli.
2016 fue el año en que otra telenovela importada -en este caso la brasileña Moisés y los diez mandamientos- supo dominar el interés de la decreciente pero aún enorme audiencia de la TV abierta, incluso ante comedias repletas de guiños localistas y talentosos intérpretes como Educando a Nina (la muerte de Juan Carlos Mesa dejó aún más en claro cuánto sufre la pantalla chica la ausencia de discípulos del humorista).
Podría pensarse que la gran aceptación de telenovelas con tramas arcaicas y lenguaje remanido (cuando no poco menos que reaccionario en su retrato de sus mujeres) cuestiona la influencia que tiene la tan mentada Era de Oro de la TV en el gusto del público argentino y sus creadores. Pero ciclos como El marginal o Loco x vos sólo pueden pensarse a partir de esta "polinización" (ídem para dos policiales de nota de este año, como La casa del mar y Estocolmo, que terminó convirtiéndose en la primera serie argentina en Netflix). La adquisición de Telefé por Viacom profundizará la intención de volver a posicionar proyectos locales en el mercado global.
El año comenzó con una saludable discusión sobre el rol que debía ejercer la emisora pública. Tras el cambio de gobierno, sus nuevas autoridades desarmaron buena parte política audiovisual de la gestión anterior -678 desapareció de la TV Pública y otro emblema como Zamba sufrió considerables cambios- pero no supieron construir una nueva que corrigiera sus errores y potenciara sus aciertos. Será un modelo para armar en 2017.
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