Entre himnos rockeros de ayer y de hoy, Soledad Pastorutti cerró el festival Ciudad Emergente
"La Sole" cantando aquello de que un viejo blues le hizo recordar momentos de su vida y se sintió mejor, pero aquí está, justo ella, tan sola en la vida, que mejor se va. Más allá del choque de realidades y vivencias, Soledad Pastorutti cantando el clásico de Pappo, "Desconfío", fue probablemente el punto más alto del show con el que esta noche se cerró una nueva edición del festival Ciudad Emergente, en la Usina del Arte y sus alrededores.
Ahí estaba entonces "la Sole", arriba del escenario, poniéndole el pecho al desafío planteado por los organizadores: hacer un show con una docena de himnos rockeros de ayer y de hoy, acompañada por una selección de músicos "del palo". A saber, Alejandro Kurz de El Bordo y "el Tordo" de Massacre en guitarras, "Pepe" Céspedes de Bersuit en bajo, Andrés Vilanova de Carajo en batería y Alejandro Mondello de Las Pastillas del Abuelo en teclados. Ese "Desconfío" raro, como encendido, contó también con la participación de Botafogo, un viejo amigo de Pappo y leyenda del rock y el blues local que, como es habitual cada vez que se calza la guitarra al hombro, dejó su marca sin despeinar su blanca y larga cabellera.
Con la idea siempre de abrir y cerrar el festival con algún espectáculo fuera de lo común, en esta décimo primera edición, el Ciudad Emergente cambió su perfil alternativo y rockero por uno más popular, si se quiere. Abrió con un homenaje a Luis Miguel (haciéndose eco del resurgir del cantante mexicano luego del éxito de la serie basada en su vida), en las voces de figuras del rock y el pop local, y cerró con la mujer de Arequito, sin poncho y con pantalones de cuero negro bien ajustados, a cargo de composiciones de Los Abuelos de la Nada, Soda Stereo, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Fito Páez, Babasónicos y hasta Indio Solari. Sí, el show podría haberse titulado con aquella canción de Pappo, "Desconfío", pero se llamó Soledad y Los Socios del Rock.
No fue fácil para Soledad el asunto y ella misma confesó en público los nervios que sentía por enfrentarse a este repertorio y se la vio incluso un tanto insegura (extraño en ella, siempre con un dominio del escenario asombroso) al preguntarle una y otra vez a la audiencia si la estaban pasando bien o pidiéndole un poco más de participación a una audiencia que tarareaba cada uno de los clásicos que pasaban pero que no terminaba de seducirse con la propuesta.
Pasaron entonces "Costumbres argentinas" de Los Abuelos, "Mientes" de Tango 4, "¿Qué ves?" de Divididos e "Imágenes paganas", de Virus, en plan standards. La Sole canta como ninguna y la banda de virtuosos rockeros suena ajustada, pero no siempre el todo es más que la suma de las partes. "Yo nací en los ochenta y escuchaba Virus, Soda Stereo, los Redondos y todo lo que tenía que ver con el rock nacional. No era una seguidora, pero esa música me influenció de alguna manera porque estaba en el ambiente de esa época", le dijo la Sole a La Nacion, tres meses atrás, cuando participó del tributo a Federico Moura en la versión bonaerense de este mismo festival, cantando "Imágenes paganas". Fue entonces que surgió la posibilidad del show de esta noche, aseguró la cantante. Pero a diferencia de aquella ocasión, ahora Soledad tuvo que atravesar todos los registros del rock argentino ella sola. Del Charly de "Yo no quiero volverme tan loco" al Páez de "Tumbas de la gloria", del "Quedándote o yéndote" de Spinetta a "El tesoro de los inocentes" de Solari. Demasiada presión, diría otra canción.
El sprint final fue con "Signos" de Soda, "Irresponsables" de Babasónicos y "Magia veneno" de Catupecu Machu. "Mi público no entiende lo que está pasando", dijo Soledad al ver las caras de sorpresa de sus fans, ubicadas bien cerca del escenario. Así entonces, esta suerte de fogón eléctrico llegó a su fin, y más allá de las buenas y las malas, la cantante parece haberse ido satisfecha de alcanzar ese objetivo que viene autoimponiéndose desde hace ya un tiempo a esta parte: arriesgar y explorar nuevos terrenos.
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