Entre el fierro y el oro
Pocas horas después de haber arrasado en la ceremonia de los Martín Fierro, Marcelo Tinelli admite, en diálogo con La Nación , que si perdía el máximo galardón "iba a ser terrible" y que si triunfaba "era algo lógico".
Si llegaba a perder iba a ser terrible y si ganaba era algo lógico", confesó ayer Marcelo Tinelli a La Nación , horas después de haber recibido el Martín Fierro de Oro. El conductor de "El show de Videomatch" , el gran ganador de la fiesta en la que se entregaron los premios a las mejores producciones de radio y TV del año, reconoció: "Me veía como candidato, pero ese traje no me gustaba". Y agregó que el premio "es un mojón importante" en su trayectoria televisiva. "Pero no significa que ahí me detenga".
La ceremonia, organizada por la Asociación de Periodistas de Televisión y Radiofonía Argentinas (Aptra), que tuvo lugar en el hotel Sheraton y transmitió Telefé, fue vista anteanoche en directo en alrededor de dos millones de hogares argentinos.
En el reparto de premios, Telefé obtuvo un total de 14 estatuillas (entre las que se incluye el premio de Oro), seguido por Canal 13, que se alzó con 9 (2 de ellas compartidas con América por "Señoras y señores"). Canal 9 obtuvo cinco galardones; América, 4 (con los citados 2 compartidos) y ATC, 2.
Quizá como una consecuencia del perfil que adoptó la pantalla televisiva de los últimos tiempos, no hubo sorpresas ni grandes aplausos en esta nueva entrega de los Martín Fierro, cuya presencia más fuerte fue la evocación de las estrellas y los seres queridos que ya no están, por parte de los ganadores.
Una ovación para Tato
No fue casualidad, pues, que el solo nombre de Tato Bores -a quien su hijo Sebastián invocó al recibir su primera estatuilla- haya despertado la única cerrada y sentida ovación de la noche.
De allí en más, fueron tantos los grandes profesionales recordados que prácticamente ocuparon el centro de la escena: Romina Yan ("Chiquititas") homenajeó a su abuelo, Jaime Yankelevich; Mirtha Legrand evocó a Daniel Tinayre al decir "alguien que está siempre a mi lado aunque no esté"; Santo Biasatti aseguró una vez más: "No nos olvidamos de José Luis Cabezas", y Claudio Villarruel, productor de "El show de Videomatch", dedicó el premio a la mejor producción integral a su padre, Sergio Villarruel.
No fueron los únicos: Antonio Carrizo, con un premio a su trayectoria al cumplir 50 años de labor, evocó a "la gente que ya no está con nosotros"; Eduardo Aliverti hizo una dedicatoria "a la memoria de mi vieja y de mi viejo"; María Graña, entre lágrimas, recibió el Martín Fierro en nombre de su fallecido marido Mochín Marafioti y fuera del escenario se lamentó de que el reconocimiento hubiera llegado "un poco tarde"; en el discurso de Alejandro Romay (ver recuadro aparte)no faltaron Raúl Rossi, Abel Santa Cruz, Goar Mestre y otras figuras de la TV, y finalmente Tinelli compartió su felicidad por el Martín Fierro de Oro con el recuerdo a José María Muñoz y Roberto Ayala, dos periodistas deportivos, ya fallecidos, que lo guiaron al principio de su carrera.
La trastienda
Más allá de lo que mostró la televisión, fue dura la tarea de los organizadores por contener tanto a los invitados a la fiesta como a los periodistas acreditados en un pequeño salón paralelo. Por un lado, se notó el desorden en el ir y venir de figuras ternadas y acompañantes que Fernando Bravo trataba de organizar en cada corte publicitario como un maestro en el patio de una escuela primaria, y por otro, fue inevitable el desborde de fotógrafos y cronistas que pugnaban por ingresar en la fiesta, para desgracia del personal de seguridad, que no tuvo la habilidad de calmar los ánimos en vez de echar leña al fuego.
Las cosas volvieron a su lugar sin mayores consecuencias del mismo modo que volvió a su ubicación el Martín Fierro gigante (se usa para fotografiar a los ganadores) que había terminado por los aires a pesar de su tamaño. Y en rigor, todo esto sucedía mientras desde el monitor Alejandro Romay agradecía al "general Aramburu, que confió en mi palabra y me hizo empresario", y había terminado cuando Jorge Lanata recibía su segundo Martín Fierro de la noche y lo agradecía irónicamente a una lista que incluyó desde la pista de Anillaco hasta las islas Caimán.
Pero más allá de este circunstancial episodio, el tránsito sin sorpresas de la tarea periodística resultó obvio cuando -mientras la entrega de premios seguía- casi toda la sala de prensa corrió tras la parejita del momento: Iván de Pineda y la nieta de Mirtha Legrand.
Risas y lágrimas
Romay, quien no necesita quedar bien con nadie, fue sin duda el que más se divirtió arriba del escenario, tanto cuando desde el primer momento decidió no respetar los "30 segundos, sea breve por favor" (rezaba el cartel pegado en el atril) como cuando se olvidó la estatuilla dos veces.
La producción de "El rayo" se encargó de hacer los cartelitos que los ternados de distintos rubros mostraban en cámara en caso de que perdieran, como el "Era obvio", de "Locos por el fútbol" (que no le pudo ganar a "Sorpresa y media") o "Los dos a la final", que mostró Leonardo Sbaraglia y hacía referencia a su compañero de terna y programa, Lito Cruz.
En lo que hace a confusiones, Daniel Fanego tuvo que responder más de una vez que estaba contento por la nominación de "Como pan caliente" y aclarar que en realidad él pertenecía a "De corazón". Fue infaltable el reto de Mónica Cahen D´Anvers a César Mascetti, esta vez porque no la dejaba escuchar las palabras del ganador y ex compañero de trabajo Juan Pablo Varsky.
Pero lo que nadie sabrá de cada una de las fiestas del Martín Fierro es qué se dice al oído de los derrotados, que tratan muchas veces sin resultados visibles de disimular su desilusión.
No todos se hacen cargo sinceramente de su tristeza, como Ana María Picchio, que no ocultó sus lágrimas. Y cada compañero de elenco o de mesa consuela al perdedor con palabras secretas, seguramente verdades ocultas, disconformidades que cada año van sumando en la historia de este premio, que los artistas del espectáculo a veces miran de soslayo pero siempre quieren llevar a casa.
En la balanza
Lo mejor
- El reconocimiento a "El Garante".
- El valor testimonial, sobre todo con menciones a los inundados, de la palabra de varios ganadores.
- La sobria conducción de Fernando Bravo.
- El recuerdo que muchos vencedores tuvieron de sus parientes o mentores ya fallecidos.
- Ana María Picchio, que prefirió el llanto a la queja tras saber que fue derrotada.
Lo peor
- La extensión de la fiesta (tres horas 45 minutos).
- La insistencia de convocar a actrices en vez de conductoras con experiencia.
- La poco feliz frase de Fontova ("Dejémoslos. Están muy gastados") sobre los inundados.
- La omisión a "Caiga quien caiga".
- Los gestos de desagrado de Luis Brandoni (cuando hablaba Lanata) y de Juan I. Machado (cuando perdió).
Tinelli: "No vivo debajo de un felpudo"
Postura: el conductor de "El show de Videomatch" dice que en su programa "la gente se puede reír y hallar un compromiso".
"En años anteriores, cuando perdí con Antonio Gasalla o Santo Biasatti y también estaba cerca del Martín Fierro de Oro -todos me saludan y felicitaban-, en el fondo siempre iba de punto. Esta vez me veía más candidato y ese traje no me gustaba. Si llegaba a perder iba a ser terrible. Y si ganaba era algo lógico. Estaba muy nervioso. Mi cabeza trabajaba a mil por hora", confiesa Marcelo Tinelli el día después, cuando el premio más codiciado de la TV descansa en sus manos, se siente "palmado por tantas emociones", pero relajado y feliz.
-¿Qué pasó por tu mente cuando escuchaste que habías ganado el Martín Fierro de Oro?
-Apreté el rewind de una cinta y me fui muy atrás. Luego comenzaron a desfilar las imágenes desde el año 75: cuando era cadete en Radio Rivadavia y José María Muñoz me pedía café o los periodistas me mandaban a comprar el fiambre a la esquina; la figura del periodista Roberto Ayala y de tanta otra gente que ya no está -me pegó fuerte lo de Mochín Marafioti, y ver subir a su esposa sola al escenario-; el recuerdo de mi familia. Fue una cinta sobre mi vida.
-Como en ese rebobinado del lunes, ¿qué ves al mirar hacia atrás?
-Que laburo hace veintitrés años en este medio e hice de todo. Recuerdo los años de cronista yendo a las canchas de fútbol, la época de relator en "Badía y compañía", el trabajo con Juan Alberto (Badía) y Muñoz, el sueño de irme a Telefé antes de una conversación con Gustavo Yankelevich que cambió mi vida, todo el éxito y el apoyo.
-¿Hay un antes y un después de este premio?
-No. Siento que ésta es una ruta por la que voy, trabajando en los medios: hoy frente a cámara, mañana produciendo o haciendo radio. No tengo muy claro qué voy a hacer, pero sí que seguiré en este medio. En ese camino el premio es un mojón importante. Pero no significa que ahí me detenga.
-Tenés tu programa, reconocimiento del público, rating, una radio y el Martín Fierro de Oro. ¿Hay una próxima meta?
-No me planteo metas a futuro. Mi meta pasa ahora por el programa de hoy: pico, pala y a laburar en él. No me gustan los pasos largos, me generan mucha ansiedad y algo inabarcable. Entonces prefiero pensar en lo que tengo y dejar que las cosas vayan sucediendo, estar más tranquilo.
-¿El lugar que ocupás en el medio te permite esa tranquilidad?
-Probablemente antes fuera al revés, porque era más joven y ansioso con respecto a muchas cosas. Pero la motivación es la misma de siempre. Cuando me pongo nervioso porque estoy por comenzar un programa, por un lado digo "qué problema esto de estar nervioso", y por el otro, "qué importante", porque creo que algo todavía me pasa. Además, siento que me falta aprender mucho. Cuando me ocurren cosas como la del lunes, de sentarme al lado de Antonio Carrizo y charlar con él o con gente como Mirtha Legrand y Mónica Cahen D´Anvers, me sirve para aprender.
-¿Qué experiencia te dejan?
-Soy muy respetuoso de la trayectoria de la gente y muy agradecido. Y a veces cuestiono a muchos periodistas jóvenes que no lo son. Será porque me costó mucho llegar y porque cuando arranqué, salir al aire llevaba un tiempo -yo esperé tres años-. Hoy cualquiera agarra un micrófono, viene y te pregunta cualquier cosa sin tener respeto por nada. Es otra etapa. Pero antes todo costaba más, tenía otro gustito.
-¿Todo tiempo pasado fue mejor?
-¡No me quiero parecer a un señor mayor! (sonríe). No quiero decir que antes fuera mejor o peor. Me gustaba más ese estilo, de remarla desde abajo. Desde luego, acepto que haya a quien le guste o le disguste lo que hago. Me parece lógico que la gente opine. Lo que no me banco es la mentira, que te pregunten o difundan informaciones falsas.
-¿Cómo es tu relación con los medios periodísticos?
-Muchos medios no entienden que no tengo ganas de estar hablando todo el tiempo, pero por una cuestión de exposición permanente. Siento que en mi programa, después de nueve años, estoy cada vez más expuesto. Salgo a la calle y veo mi cara en todos los afiches de Telefé. Tengo cinco horas semanales de programa. Entonces, creo que tenemos que cuidar esa cajita mágica que es la televisión y generar las expectativas ahí. Tampoco quiero ser esclavo de mis palabras, siento que hay un momento para hablar y me respeto esos tiempos.
-Si el rating dejara de acompañarte, ¿cómo te sentirías?
-Hoy no me considero ni más ni menos genio. Al contrario, es un día más y estoy muy feliz. Pero no me voy a sentir un estúpido el día en que no tenga rating, que el programa sea un desastre o no le guste a la gente. ¿Cuántas cosas hice que no fueron buenas? No me siento infalible. Y no dependo solamente de mí, también dependo mucho del esfuerzo de mi trabajo y también hay competencia alrededor. Es importante tener siempre un término medio.
-Dijiste que tenés la idea de producir. ¿Significa que considerás la posibilidad de estar menos tiempo delante de una cámara?
-Me gusta producir. Estamos preparando un proyecto con Víctor Laplace, una historia de ciencia ficción que había quedado demorada por el lanzamiento de "El show de Videomatch". Es una comedia semanal. Hicimos un piloto que a Gustavo (Yankelevich) le gustó mucho. Pero tampoco me quiero cargar de actividades. Hoy, "Videomatch" me demanda mucho tiempo.
-Entonces, ¿por qué retomás este proyecto?
-Porque ya arrancamos con "Videomatch", está todo más aceitado y podemos hacerlo. Calculo que comenzaremos a grabar en la segunda quincena de este mes, para ver si podemos sacarlo al aire en agosto, después del Mundial de fútbol.
-¿Te ves en un futuro más como productor que como conductor?
-No lo sé. Si diez años atrás me preguntabas cómo me imaginaba diez años después, te hubiera dicho que no lo sabía porque estaba considerando la posibilidad de irme a Estados Unidos. Y, sin embargo, diez años más tarde estoy acá.
-¿Se aprende a convivir con el éxito?
-Hay que aprender muchas cosas. Un día llega el éxito y te empiezan a cambiar muchas cosas. Aparecen los vidrios polarizados para el auto. Mucha gente analiza todo lo que hacés o por qué lo hacés. Salís a la calle y de pronto te ves rodeado de gente. Antes me sentía en la obligación de estar bien con todos. Hoy, si no tengo ganas de sacarme una foto por ahí lo puedo decir. Trato de hacer siempre las mismas cosas, de no meterme en una burbuja y de mantener el contacto con la gente.
-¿Te referís a no estar ajeno a la realidad del país?
-Sí, no vivo debajo de un felpudo. Incluso en el programa hemos ido incorporando esa visión. "Los raporteros" son importantes en ese sentido. Si antes no lo habíamos hecho, fue porque no lo sentíamos o no lo veíamos. Me gusta esa veta de poder estar comprometidos. La gente sabe que se puede reír y que también puede encontrar un compromiso.
Apostillas
Anteayer a la tarde, y mediante una nota de agradecimiento, Adrián Suar confirmó oficialmente lo que ya había insinuado en forma extraoficial en días anteriores a través de sus colaboradores: que no asistiría a la ceremonia de los Martín Fierro. Según la distribución original de nominados e invitados a la fiesta, el actor y productor tenía un lugar reservado en la mesa número cuatro. Pero luego de que allegados a Suar hicieran conocer su desacuerdo por tener que sentarse a la misma mesa que Calvo, con quien está peleado por el abrupto final de "RR. DT", los anfitriones volvieron a diseñar el organigrama de mesas y le destinaron dos lugares en la número 5, junto a Mirtha Legrand.
Pero esto tampoco lo conformó -"¿por qué no puede tener su propia mesa, como Tinelli?", habría dicho un vocero del jefe de Pol-ka-, y finalmente, Suar optó por no asistir al Sheraton.
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Las grandes ausencias de la noche: además de Suar, Julio Chávez, Mario Pergolini y su grupo radial de "¿Cuál es?", Enrique Llamas de Madariaga, Lito Cruz y Rodolfo Bebán.
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Los grupos infantiles de "Cebollitas" y "Chiquititas" llegaron muy producidos en lo que a vestimenta se refiere. Todos lucieron con la misma indumentaria y se movieron de manera casi coreográfica.
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Ari Paluch, conductor de "La batidora", tuvo un gesto muy caballeresco, de antidivo, al cederle el micrófono y "todas las palabras" a la locutora que lo secunda en el programa de Radio Uno, Federica Guibelalde, que se llevó un premio. Una actitud digna de destacarse cuando, en verdad, el hacedor del ciclo es, sin duda, Ari.
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Los ganadores de distintos programas, por supuesto, salieron a festejar después de la ceremonia. La gente de "Día D", liderada por Jorge Lanata, y todo el equipo de "El ventilador" decidieron ir a un mismo restaurante a deleitarse con distintos platos italianos y descorchar champagne.
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Llegaron el escenario montado fuera del salón y se abrazaron al Martín Fierro gigante. María del Carmen Valenzuela, Marita Ballesteros y Mirtha Busnelli no ganaron el premio por "Como pan caliente", pero no se privaron de la foto.
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