Enrique Piñeyro contó que pagó el impuesto a la riqueza y lo tildó de “politiquería barata”
Piloto aéreo, médico, actor, cocinero, productor; un renacentista en pleno siglo XXI; eso es, ni más ni menos, el entrevistado de esta semana en Hablemos de otra cosa, por LN+
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Enrique Piñeyro, piloto aéreo, médico, actor, cocinero, productor renacentista por la disparidad de saberes complejos que reúne en sí mismo y renacentista porque, además, es su propio mecenas. Integrante de una de las familias más acaudaladas del país (los Rocca), Piñeyro no se dedicó al dolce far niente [el dulce ocio] ni se durmió en los laureles con ese respaldo asegurado de por vida. Por el contrario, no se quedó un minuto quieto, estudió, se preparó, ejerce una multiplicidad de oficios y es frecuente protagonista de noticias trascendentales. Como cuando alertó sobre las deficiencias notorias de la flota aérea de la empresa LAPA, de la que fue piloto, y que en 1999 sufrió un grave accidente, que ocasionó 65 muertos, cuando no pudo despegar de Aeroparque y se estrelló contra un terraplén tras cruzar la avenida Costanera.
“Aprendí que con el dinero hay que hacer cosas -le dice a Pablo Sirvén-; si ahorrás, el dinero siempre se desvaloriza”. Aclara que pagó el impuesto a la riqueza, algo que había sido puesto en duda desde C5N. “Me resulta incomprensible esta politiquería barata en medio de una pandemia”, reflexiona en diálogo con Pablo Sirvén, en Hablemos de otra cosa, por LN+.
Este año volvió a ser noticia cuando se compró para uso personal y acciones solidarias nada menos que un Boeing 787. “Resuelve mi logística porque hoy en día volar es casi imposible y por ser tripulante zafás de un montón de restricciones, pero básicamente lo compré para ponerlo al servicio de Solidaire, que es una ONG que hice y trabajamos mucho con Open Arms, que auxilia a los náufragos del Mediterráneo, cosa que deberían hacer los Estados y no hacen.”
Semanas atrás, Piñeyro trasladó en su avión a un chiquito de Córdoba a Barcelona para seguir allí el tratamiento por un raro cáncer que lo aqueja. Y también llevó en su nave respiradores, oxígeno y equipamientos hospitalarios a la India, cuando en ese país el Covid se multiplicaba exponencialmente.
“Ofrecí traer repatriados al país con mi avión y nunca me contestaron. Es raro el clima que se genera cuando querés dar una mano”, comenta Piñeyro quien también recientemente subió a cuarenta periodistas argentinos a su Boeing para que en una recorrida nocturna por las costas patagónicas pudieran dimensionar el problema de los barcos de otros países que pescan sin autorización en aguas de nuestra plataforma continental.
“Es como volar por arriba de Nueva York”, describe por la cantidad de lucecitas que se pueden advertir en la oscuridad del mar. “Hace cuarenta años que veo las luces de la pesca clandestina”, refiere, al recordar su experiencia como piloto aerocomercial durante mucho tiempo.
La entrevista tiene lugar en Anchoíta, su restaurante en Villa Crespo, que aún no reabrió sus puertas a la espera de que bajen más los casos por Covid.
Sobre la empresa estatal de aviación dijo que “de Alfonsín a esta parte, ningún gobierno cuidó a Aerolíneas Argentinas. Una aerolínea de bandera es un bastión estratégico que puede perder plata, pero está cumpliendo una función. Aerolíneas, antes de privatizarse, ganaba plata. [Mariano] Recalde perdió plata a lo pavote y usó a Aerolíneas de unidad básica”.
Piñeyro también considera que en el mundo, por culpa de la pandemia, el sector aeronáutico “está quedando lastimado. Me preocupa mucho los chicos que están empezando a volar porque van a salir a un entorno laboral donde hay miles y miles de pilotos sin trabajo con muchísima experiencia, con lo cual se les va a ser mucho más difícil insertarse. Es muy impactante ver flotas enteras de aviones parados”.
Durante la entrevista, Piñeyro también cuenta por qué fue apartado de la investigación del accidente de Austral en Fray Bentos, en 1997, y a veinte años del atentado a las Torres Gemelas, analiza las falencias en la seguridad de esos vuelos que permitieron el ataque de Al Qaeda contra los Estados Unidos.
“Todos los pilotos somos astronautas frustrados”, confiesa Piñeyro, al ver imágenes del vuelo de Jezz Bezos, aunque con reparos. “El espacio es Elon Musk, no esta payada”, aclara.
“Soy piloto desde los tres años -enfatiza-, flipeaba con los aviones. Viajaría a la luna sin dudarlo”.
Hablemos de otra cosa se emite los viernes, a las 23, por LN+.
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