Enamoró a un país y tuvo un trágico final a los 26 años: Graciela Cimer, la actriz que conoció la fama extrema y el infierno
Había ganado popularidad por su papel como Etelvina Baldesarre en “Jacinta Pichimahuida”, el éxito televisivo que conquistó generaciones; su infierno con Marco Estell y el día que los médicos le salvaron la vida
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El domingo 2 de julio de 1989 nadie podía creer la noticia que estallaba en las radios, la tevé y las redacciones de los diarios y las revistas del espectáculo: la actriz Graciela Cimer se había suicidado. Se tiró desde el primer piso de la casa de sus padres en Sarandí, partido de Avellaneda, dónde vivía con el actor Marco Estell, de los llamados por ese entonces “galancitos”, un grupo de jóvenes artistas que supieron llevar éxitos de la televisión al teatro, entre los que se encontraban también Carlín Calvo, Ricardo Darín, Jorge Mayorano, Darío Grandinetti, Raúl Taibo, Carlos Olivieri y Miguel Angel Solá, entre otros...
Graciela tenía apenas 26 años cuando tomó la drástica decisión y se había hecho más que popular debido a su papel en el ciclo televisivo Jacinta Pichimahuida, la maestra que no se olvida, cuando el personaje de docente lo interpretaba María de los Ángeles Medrano, y ella, a sus once años, era Etelvina Baldesarre, aquella alumna millonaria y “malvada” que hoy todavía se recuerda por el éxito que alcanzó la novela infantil.
Jacinta Pichimahuida se mantuvo vigente entre 1966 y 1975 y la interpretaron tres actrices: en el 66 Evangelina Salazar; en 1968 Silvia Mores; y entre 1974 y 1975 fue el turno de María de los Ángeles Medrano. Luego el ciclo derivó a Señorita maestra y fue Cristina Lemercier la teacher desde 1982 hasta 1985. Su final también fue trágico: murió en 1996 al manipular un revólver Smith & Wesson calibre 38. Y si bien las especulaciones oscilaron entre el suicidio y el homicidio, las investigaciones determinaron finalmente que se trató de “un accidente”.
En los años 80 Cimer fue trascendente en varias telenovelas de Canal 9 porque era una de las actrices preferidas del llamado “Zar de la tevé”, Alejandro Romay, mandamás de la emisora. Se destacó en Ese hombre prohibido, en 1986, donde interpretó a la orgullosa Luisina Quesada, quien termina muriendo al dar a luz a su hijo fruto de su amor con el personaje de Marco Estell –con quien había iniciado una relación en 1985, tras enamorarse en la tira No es un juego vivir-. También sobresalió en Dos para una mentira en el rol de Natalia Grin, una joven oficinista que ve frustrarse su amor cuando el personaje de Marco Estell –paradójicamente siempre los unía la ficción y la realidad- decide iniciar una carrera artística.
Pasión, odio y muerte
El amor de Cimer y Stell iba in crescendo y sus historias de pasión llegaban a las tapas de las revistas del corazón. Claro que, al ser tan populares, no escapaban a los rumores. Y una de las primeras crisis la enfrentaron cuando él fue relacionado con la bellísima actriz, cantante, vedette y conductora Mariquita Gallegos, ex de Luis Aguilé y Juan Carlos Mareco (Pinocho). Pese a todo, al tiempo recompusieron la relación y siguieron adelante.
En 1988 Graciela realizó lo que terminó siendo su última participación en tevé junto a Raúl Taibo y Grecia Colmenares, quienes protagonizaban la novela Pasiones. Eran tiempos muy políticos y se rumoreaba que Cimer padecía de falta de trabajo debido a su vinculación con la campaña por el Sillón de Rivadavia del entonces aspirante a la presidencia Carlos Saúl Menem.
Inmersa en una crisis depresiva decidió atentar contra su vida ingiriendo somníferos. Estaba embarazada de tres meses y padecía su relación con Stell debido a infidelidades continuas. Pese a todo, la profesionalidad de los médicos que la atendieron logró salvarle la vida
Para colmo, al actor le adjudicaban otro romance explosivo, nada menos que con Nancy Herrera, ex de “El Negro” Alberto Olmedo, aunque como habitualmente sucede en estos casos nunca pudo comprobarse.
Un año después, el 2 de julio de 1989, las crónicas policiales detallaban que Graciela Cimer abría la puerta del dormitorio que compartía en el primer piso junto con Marco Stell y su hijo en la casa de sus padres en Sarandí, salía al balcón y se arrojaba desde allí, sin haber dejado ningún mensaje.
Luego de semejante desenlace, el padre de Graciela se hartó y denunció a Marco por maltratos y golpes a su hija. Semejante noticia repercutió de tal manera en el ambiente artístico que lo marginó dando por cierta la versión del papá de la actriz tomó la decisión como única salida ante la violencia que el actor ejercía sobre ella. Sin embargo, la obsesión del actor pudo más: quiso entrar por la fuerza al velatorio, por lo que se le prohibió el ingreso, también, al último adiós en el cementerio de Avellaneda.
No fue todo para el futuro negativo de Marco Stell ya que en 1992 se vio involucrado en otro caso policial, archiconocido como La masacre de General Villegas, donde seis personas fueron ejecutadas. El actor salía con la hija de uno de los asesinados. Y en el inicio se sospechó que podría estar detrás del hecho con la intención de convertirse junto a su novia en los flamantes herederos de todos los bienes de la familia masacrada.
Finalmente la investigación dejó de lado esa pista por considerarla improbable y el crimen continuó impune. La carrera de Marco Stell ya había terminado hace tiempo. Las heridas por la muerte de Graciela Cimer siguen sin cerrar para su familia y sus seres queridos.
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