En la cuna de la canción pop
A dos años de su multitudinaria despedida en el estadio de River, el ex Soda Stereo acaba de grabar y mezclar en el mítico estudio Abbey Road, de Londres, un disco solista con nuevas canciones que, afirma, es el primero de una carrera que apenas comienza.
LONDRES.- Gustavo Cerati mira por la ventana del estudio hacia la calle, ve la gente que pasa caminando, la iglesia cercana, la tarde que se va. Y canta. Una vez, dos veces, hasta llegar a seis las palabras de "Verbocarne". El tiempo queda en suspensión, pero captado en una cinta para convertirse en uno de los quince temas de su primer disco, aún sin nombre, tras la disolución de Soda Stereo.
Esa misma mañana, que seguramente no olvidará, cuarenta y ocho músicos grabaron en el mítico estudio A de Abbey Road.
"Cantar sobre esa orquesta fue maravilloso -cuenta, todavía emocionado-; creo que fue uno de los momentos más altos que viví como cantante. Hice seis tomas de voz sólo por relamerme, porque con la primera ya casi estaba. Y no es siempre así; a veces tardo mucho en hacer una buena voz porque estás tratando con emociones y si te vas un poco, si perdés concentración se nota, por lo menos, yo lo noto y me persigue toda la vida."
Los cuarenta y ocho músicos fueron dirigidos por el violinista Gavin Wright, conocido por su trabajo en el primer disco de Massive Attack. Está también aquí, por unos días, Alejandro Terán, que escribió los arreglos para cada uno de los instrumentos de la orquesta: flautas, violines, trompetas, corno francés, trombones, arpas, contrabajo, timbales, oboe, clarinete, chelos y violas siguieron la partitura sobre loops y sintetizadores.
Gustavo busca diferentes maneras para relatar su experiencia. En un momento se compara con un alpinista trepando sobre la música, conquistando el Everest. En otro, se recuerda cantando y mirando hacia la iglesia y la palabra celestial se impone como la mejor imagen.
Canciones que son balance
"El disco habla de final y de comienzo, sin que yo me lo haya propuesto. Lo descubrí ahora que lo estoy escuchando con más distancia." No es difícil entender esa insistencia en los temas de su primer trabajo como solista después del final de la banda a la que estuvo unida su vida durante años. Aunque en 1993 editó "Amor amarillo", también solista, fue un proyecto paralelo a Soda. Por lo importante de ese golpe de timón, Cerati, tras aquella gira de despedida, se llamó a silencio. Sacó dos discos con el grupo Plan V y uno con Ocio, junto a Flavio Etcheto. Discos electrónicos, instrumentales, sin voces. "Eso me dio una cierta relajación, tanto en cuanto a la industria musical, como a mí mismo. Hasta que poco a poco fui recuperando las ganas de hacer canciones, de agarrar la guitarra y cantar. "
La hora de la canción sonó hace unos meses y aquí están "Puente", "Bocanada", "Tabú", el carnavalito pop "Raíz", entre otros, para demostrarlo. Sin embargo, el álter ego electrónico también mostró su cara, y aportó una nueva visión en el proceso compositivo. "Creo que sobre todo contribuyó a la idea de la libertad, a poder explorar formatos diferentes. Me encanta hacer canciones clásicas, pero lo otro también me entusiasma y la mixtura entre ambos me parece que es lo que está ocurriendo ahora."
Haber montado un estudio en el sótano de su casa de Vicente López facilitó el proceso y le dio piedra libre para componer, cantar o grabar en el momento en que tuviera ganas. El estudio se convirtió en un instrumento más. Luego de unos meses de trabajo, cargó el paquete de las canciones y viajó a esta ciudad para agregar algunas voces, grabar esa orquesta de sus sueños y mezclar los temas. "Y porque cambiar el entorno te ayuda a cambiar la cabeza", asegura.
Trocó entonces sótano porteño por estudio con ventanas londinense para darles los últimos retoques a los temas. "Te aseguro que en la elección definió bastante el saber que había luz de día. Cuando Clive, el ingeniero, me dijo que tenía ventanas a la calle, decidí que sí, que era éste."
Aquí entonces está dedicado a la mezcla de las canciones y a terminar alguna que otra letra. "Porque soy de los que escribo después casi siempre, porque soy haragán, pero sobre todo porque tengo menos práctica en eso y siento que tengo más melodías que palabras."
En el estudio, mientras sonaban sus canciones, Cerati largó la palabra "fílmico" para definir el disco. El término no parece desacertado para los climas y cambios que propone incluso dentro de una misma canción. Alguna hace pensar en una ruta ciber; otra es casi un bolero, que lleva a imaginar un hotel lujoso de los años 50 y un cantante en la terraza que da a los jardines.
"Lo de fílmico lo veo ahora. Probablemente haya sido porque la mitad de las canciones no fueron creadas inicialmente con espíritu de canción, sino como una banda sonora, como juegos musicales que se convirtieron en los embriones de las canciones. Ese clima impregnó lo que vendría después. Y aunque ahora se transformaron en algo concreto, con letras y estribillos, conservan ese primer impulso. No me pongo como meta hacer algo conceptual, pero esos climas diferentes quiero que se potencien en esta edición final, en este montaje."
Continuidad
El disco, que estará en las disquerías a fin de mes, comenzó a grabarse en enero y, durante tres meses, la vida de Gustavo Cerati fue un proceso casi indiviso de componer y grabar. "El casi instrumental "Y si el humo está en foco", lo grabé directamente, casi sin pensar, a partir de una situación que me gustaba. Otros pasaron más por el proceso de retroceder, volver, cambiar partes de lugar y retomar el hilo."
Sin embargo, algunas de las canciones ya habían empezado a gestarse cuando todavía su vida se llamaba Soda Stereo. Luego, llegó la separación. Y las presiones por definir un futuro. "Fue un cambio fuerte, porque Soda ocupó un espacio muy importante en tiempo e intensidad. En un momento era todo, las novias, los amigos, todo giraba alrededor de la banda."
La química y la armonía se fueron desgastando y, en algún momento, la decisión fue tomada. "Todos sabíamos que la banda se terminaba, aunque finalmente yo fui el que tomó la decisión."
Por eso, este disco no es sólo importante en sí mismo, sino que él lo ve como el comienzo de algo nuevo, el primero de una serie de discos de Gustavo Cerati, solista. "Es bueno verlo así. En un momento con Soda ni bien terminábamos un disco estábamos pensando en el siguiente. Pero dejó de ser así en los últimos discos. El espíritu estaba caído y no pensábamos en el futuro o teníamos miedo de pensar en eso." Lo que no puede pensarse, no tiene muchas posibilidades de ser y en Soda se comprueba en lo particular la teoría de que el signo de la decadencia de una cultura es el dejar de conjugar los verbos en tiempo futuro. "Ahora no es así, ya estoy pensando en el que viene", asevera.