En el nombre del padre
Llega "Cuando vuelve el amor", guión de John Cassavetes filmado por su hijo Nick
La película puede gustar mucho, poco o nada, pero cualquier espectador que se siente a ver "Cuando vuelve el amor" ("She´s So Lovely") percibirá seguramente la enorme sensibilidad, el conmovedor aporte de aquellos que la hicieron. Esta vez, la historia que se gestó detrás de la cámara es casi tan poderosa como la que transcurre en la pantalla.
Es que este film (cuyo estreno local se anuncia para las próximas semanas) era, ante todo, una deuda de honor, una asignatura pendiente que el clan Cassavetes le debía a John. Y, más allá de los alentadores resultados artísticos, sus hacedores pueden quedarse tranquilos porque han cumplido con creces con esa compromiso tan íntimo.
La historia arranca a fines de los ochenta en la casa del propio John Cassavetes en Los Angeles. Hasta allí llegó el por entonces joven y poco conocido Sean Penn para realizar una lectura dramática del guión de "She´s So Lovely". El patriarca del cine independiente terminó muy conforme con su interpretación y ambos quedaron en hacer la película. Pero el director de "Una mujer bajo influencia" y "Torrentes de amor" se encontraba ya consumido por una cirrosis terminal que acabó con su vida en 1989, a los 59 años.
De todas formas, Cassavetes y Penn llegaron a hablar con otro gran inconformista como Hal Ashby, para que él asumiera la conducción del film. Pero el realizador de "Regreso sin gloria" y "Desde el jardín" desarrolló un cáncer fulminante y también murió al poco tiempo. Así, dominado por las tragedias, el proyecto pareció seguir el camino de sus directores imposibles.
Hace algún tiempo fue el propio Penn (quien venía de realizar "Bajo la misma sangre" y "Vidas cruzadas") quien intentó filmarlo, pero todos los productores le fueron cerrando uno tras uno las puertas cuando él intentaba explicarles por qué quería hacerla en blanco y negro.
Pero, como incluso de los peores contratiempos se sale a partir de la solidaridad y el apoyo grupal, "Cuando vuelve el amor" renació de sus cenizas cuando Nick Cassavetes y Gena Rowlands (hijo y esposa de Big John) se sumaron al proyecto y lograron que los hermanos Bob y Harvey Wainstein, máximos responsables de Miramax, aceptaran aportar parte de los 18 millones de dólares del presupuesto y distribuir la película en todo el mundo. Eso sí, filmada en colores.
Inmediatamente, el matrimonio Sean Penn y Robin Wright (seguramente la pareja más cassavetiana del cine de hoy) se sumó al proyecto y ambos cedieron sus cachets. Lo mismo hizo John Travolta y hasta Gérard Depardieu, que no trabajó en la película, aportó fondos para que el sueño, esta vez sí, llegara a buen puerto.
Comparaciones odiosas
No era nada fácil para Nick Cassavetes (39 años) asumir el desafío de rodar "Cuando vuelve el amor". Digno actor en películas de Oliver Stone, Peter Bogdanovich, Alan Rudolph y hasta John Woo, Nick sólo tenía una experiencia previa como director: la más que interesante "Unhook the Stars" (1996), protagonizada por Marisa Tomei, Depardieu y su madre, Gena Rowlands.
Para Nick, que se pasó días y días viendo cómo su padre trabajaba en la mesa de montaje, "las comparaciones son ridículas. El hombre era un genio absoluto y veía cosas de una manera mucho más profundas de como yo las puedo ver. Las similitudes pasan porque a ambos nos gusta hacer películas independientes, ambos odiamos que nos digan lo que tenemos que hacer, y ambos amamos a las grandes actrices".
La gran cuestión era, entonces, cómo filmar "Cuando vuelve el amor". Si Nick la hacía como su padre, lo iban a acusar de copiar el estilo y -se sabe- a los imitadores de genios no suele tratárselos muy bien. Si la hacía a su manera, con algunos toques modernos o guiños del cine mainstream, se lo iba a crucificar por tirar a la basura nada menos que uno de los pocos guiones inéditos de quien es considerado el gran ejemplo de la producción independiente (véase nota aparte).
Pues bien, ni una copia calcada ni un desperdicio comercial. "Cuando vuelve el amor" muestra cómo se puede mantener el espíritu de su creador y, a la vez, ser una película personal, hecha por un director de treinta y pico y en los noventa. Nick no filma como John y está muy bien que así sea. Pero mantiene esa crudeza, esa minuciosidad psicológica y ese afanoso empeño porque sean los intérpretes quienes verdaderamente hagan la película.
Un elenco de lujo
Esta historia de amores locos, tan profundos como imposibles, esta reflexión acerca de los ideales y el conformismo consumista, esta visión de la pasión, la locura y las lealtades alcanzó vida propia más allá de la marca indeleble de John Cassavetes. Aquí no están Ben Gazzara, Peter Falk, Seymour Cassel u otros intérpretes de la fauna actoral del realizador de "Sombras" y "Maridos". Pero Sean Penn (ganador del premio al mejor intérprete en el Festival de Cannes ´97), esa gran actriz injustamente subvalorada que es Robin Wright, y un breve, pero excepcional John Travolta alcanzan niveles infrecuentes en estos días de caracterizaciones frías y pasteurizadas. No es poco. Bienvenido sea, entonces, este demorado estreno local.
El paradigma de la independencia
John Cassavetes fue, antes que nada, un artista que rompió con los esquemas, los preconceptos, y también con la queja fácil de todos aquellos que aseguraban que los males y las culpas estaban en Hollywood.
A partir de una gran dosis de originalidad y frescura, de la absoluta libertad artística que obtuvo precisamente por crearse sus propias condiciones de trabajo, Cassavetes significó una bisagra dentro del cine norteamericano.
Paradigma del director independiente, el realizador de "Opening Night" filmó casi sin presupuestos ni medios técnicos, con su casa como principal set, y a veces hasta con su familia (esposa, madre, hijos) como intérpretes.
Casi de forma amateur, Cassavetes concibió varias de las obras más significativas de los sesenta, setenta y también de los ochenta. Su poderoso estilo basado en la experimentación y la improvisación significó un fuerte influjo, un espejo en el que se miró la denominada Generación del ´70 de los Coppola, los Lucas y los Scorsese. Estos directores que revolucionarían luego la industria de Hollywood consideraron y consideran a Cassavetes como uno de sus principales mentores. Lo mismo ocurre hoy con buena parte de la nueva generación de cineastas independientes, que retoma una y otra vez su línea basada en películas de cámara sobre conflictos familiares, relaciones disfuncionales, y una mezcla de melodrama con un humor por momentos absurdo, pero siempre atrapante.
En su momento, Cassavetes fue denostado por la marginalidad y excentricidad de su cine. Reivindicado por la vanguardia francesa, desde Jacques Rivette hasta un Jean-Luc Godard que le dedicó un par de obras, el realizador neoyorquino terminó recuperando en su país el status de gran autor, al mismo nivel de un Woody Allen.
En estos días, a casi 20 años de su temprana muerte (algo que también ayudó a amplificar el costado mítico de su vida), se estrena la remake de "Gloria" (1980), dirigida por Sidney Lumet y protagonizada por Sharon Stone Una muestra más de que hasta entre los grandes estudios de Hollywood el fantasma genial de Cassavetes sigue vivo.
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