En definitiva: lo que dejó la semana
FIBA, el encuentro internacional que pasó a ser un festival de verano
Hoy culmina la décima segunda edición del Festival Internacional de Buenos Aires, encuentro que organiza el gobierno porteño, en su primera versión de enero/febrero y en modo "versión concentrada" (pasó de 17 días a tener 12). Una primera aproximación sobre este encuentro lleva a pensar que la ciudad de Buenos Aires ganó a un show de verano pero perdió a su festival internacional. Más allá de opiniones puntuales sobre cada una de las propuesta extranjeras que se presentaron en estos días, la escasa cantidad de este tipo de montajes que le da entidad al encuentro desde su mismo nombre generó que esa franja haya perdido su protagonismo histórico. De hecho, para la primera edición del FIBA de 1997 se programaron 25 obras extranjeras, para la anterior contó con 19 y para la actual ese número disminuyó a 9 (un tercio de ellas fueron unipersonales).
En esta nueva página de este encuentro bienal dirigido artísticamente por Federico Irazábal el foco se trasladó a la producción nacional de obras en salas y en proyectos interdisciplinarios que tomaron a la ciudad como escenario. La demostración más contundente, masiva y cabal de esta impronta curatorial fue Maratón Abasto que, durante dos jornadas, copó bares, esquinas, balcones, salas y negocios de ese barrio fundamental para el entramado escénico alternativo de Buenos Aires.
La disminución de obras internacionales puede deberse a motivos económicos (fundamental en estos tiempos de crisis y ajustes) como curatoriales. De reparar en la primera variable la misma historia del FIBA demuestra que ese factor no ha sido determinante. La edición de 2003, gestada en medio de la mayor crisis económica del país, contó con 14 propuestas internacionales (con obras del Berliner Ensamble y de Peter Brook, entre otros). O el Festival Buenos Aires Danza Contemporánea de octubre del año pasado, encuentro que también es organizado por el Ministerio de Cultura de la ciudad, contó con 6 propuestas internacionales frente a las 9 del FIBA aunque el encuentro de danza haya manejado un presupuesto mínimo en comparación al que culmina esta noche (3,5 millones frente a 80 millones).
"Preparate para vivir un nuevo FIBA: el festival de verano que merece Buenos Aires", anticipaba su director artístico en la catálogo del encuentro señalando el rumbo transitado en estos días. Cualquier equipo curatorial tiene la potestad de dejar su impronta. Eso es indiscutible. Pero, a futuro, ¿habrá que cambiar el nombre del festival que supo ser internacional o habrá que articular más fuertemente la idea de un festival de verano que contenga una mayor presencia de proyectos extranjeros sean de salas o de calle?
A partir de mañana, la edición número doce del Festival Internacional de Buenos Aires entrará en modo balance. En ese plano, una de las incógnitas que deja este encuentro tiene que ver con Ciudanza, el festival de experiencias coreográficas enclavadas en espacios urbanos que hoy se expande por Parque Chacabuco y por el Parque de la Estación (barrio del Once). De tener fecha propia durante varias temporadas este año pasó a ser una sección más del FIBA. Ciudanza ya había perdido continuidad, como le sucedió al festival internacional de artes circenses, y en esta oportunidad formalmente perdió presencia institucional. ¿Su futuro seguirá atado al FIBA? .
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