En cuarentena, clases de ballet de todo el mundo y para todo el mundo
La clase de la mañana, alimento "indispensable" para la vida de un bailarín clásico, suele tener un doblez: todo el mundo reconoce su carácter fundamental y, sin embargo, son conocidos los "escapistas" que pegan el salto a esa parte de la rutina que para algunos puede ser tan necesaria como tediosa. Pero desde que la recomendación de quedarse en casa para prevenir el contagio de Covid-19 comenzó, las redes sociales viralizaron de a cientos todos los días las imágenes de bailarines mostrando cómo hacen los deberes puertas adentro. Barras improvisadas en los muebles más variados (sillas, mesas, bibliotecas), marcos de puertas, barandas de balcones. #YoMeQuedoEnCasa (y hago las cosas bien), pero además, como es bello de mostrar, lo comparto.
Desde Milán, la argentina María Cecilia Losa envía a LA NACION un video que la Scala hizo con los fragmentos que los integrantes de su compañía fueron mandando: un collage excepcional, en donde no faltan hijos y compañeros de cuarto, perros y gatos. Habrá que estar atentos: entre hoy y mañana, podría haber un nuevo clip.
Al fin y al cabo, la oleada audiovisual se va convirtiendo en un pequeño placer para los balletómanos, que no solo podemos seguir de cerca a los artistas favoritos, sino entrar en su intimidad, como si de pronto fuéramos tan cercanos. No sufran viendo saltar a Vadim Muntagirov, del Royal Ballet de Londres. Spoiler alert: el partenaire de nuestra inigualable Marianela Nuñez no se golpeará la pierna contra el sillón escocés ni la cabeza contra el spot de luz del techo.
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En verdad, el argentino Herman Cornejo, primera figura del American Ballet Theatre hace 20 años, tendría que estar Buenos Aires para estos días: iba a ser el esbelto, traicionero y arrepentido Albrecht en Giselle, título que abriría la temporada del Ballet Estable del Teatro Colón si no fuera porque el coronavirus puso todo (y a todos) en jaque. A cambio, está en su nueva casa en el Bronx de Nueva York, siguiendo desde la pantalla plana del living las clases virtuales que da Carlos López, su maestro del ABT, y que a la vez él retransmite en Instagram.
Como su propia vida, el contexto de sus videos diferencia su experiencia de cualquier otro: además de la voz que le dicta los ejercicios en la videollamada, en el audio en directo se pueden escuchar los primeros ensayos de lenguaje que hace su pequeño hijo, que todavía no cumplió dos meses y ya sigue de cerca los pasos de su papá.
"Fue un shock tener que abandonar la actividad de un día para otro, sobre todo en un año donde había planeado numerosos proyectos que traían tantas satisfacciones personales –cuenta a LA NACION–. Una de ellas era pasar más tiempo en mi país, bailando en mi teatro y con la alegría que mi familia de Argentina conociera Nicolás también". Para mantener la musculatura activa, Cornejo compró todo un set de gimnasio. "Veremos cómo reacciona el cuerpo cuando todo esto termine", advierte. "También creé una página en YouTube, que se llama Dance Live by Herman Cornejo, donde subiré videos grabados e Imágenes momentos en vivo, mostrando el show detrás del show. Todo esto pondrá a pruebas la creatividad. Así que sacar lo positivo de este momento es lo mejor que podemos hacer. Lo que espero es que cuando todo esto termine, podamos apreciar más el planeta. Y apreciar la vida humana para construir un mundo mejor".
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Bailarines que son maestros
Dentro del conjunto de los bailarines que hacen sus clases en vivo, a la vista de todos, están los que resolvieron tomar el toro por la astas y ponerse a dar clases también para que sus pares (y alumnos y ¿por qué no? nuevos fieles) se mantengan en movimiento. Entre ellos, en nuestro país, se incluye a docentes jóvenes e incansables (con dulzura, por ejemplo, Maia Cambero envía los ejercicios de una barra de ballet por WhatsApp a las nenas de 8 a 12 años del estudio de Noemí Coelho y Rodolfo Olguín) y a primeras figuras que tratan de seguir inyectando enseñanza y arte a pesar de la cuarentena.
Por estos días Nadia Muzyca iba a dar una gran función festiva en el teatro de Quilmes para celebrar el aniversario de su estudio personal, que abrió en marzo de 2016 y ya tiene casi cien alumnos. En cambio, la bailarina del Colón se asoma a la ventanita de la cámara para avisar por Instagram que sus clases en vivo son a las cuatro de la tarde. Empezar hoy, ¿por qué no?
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El inquieto Emanuel Abruzzo, también de las filas Ballet Estable, tuvo un éxito sorprendente con su emprendimiento: desde que comenzó las transmisiones de las once de la mañana por Instagram y YouTube, su audiencia en zapatillas de media punta se fue multiplicando (a la misma hora, pero según los husos del hemisferio norte, Tamara Rojo hace lo propio para su genial elenco en el English National Ballet).
Hoy, al cabo de una hora, habían entrado y salido por el salón virtual de Abruzzo más de mil cuatrocientas personas y ayer unas 400 hicieron la clase completa, de principio a fin. "’¡Sean bailarines de quinta y no de cuarta!", suelta con una sonrisa, parafraseando el nombre de las posiciones de ballet y haciendo uso de su habitual tono informal y buen humor (quienes duden de eso, chequeen su alter ego Ivanka, la maestra rusa). Después sugiere, poniéndose apenas un poco más serio: "Los que tengan la posibilidad, no pidan el reembolso de las cuotas de marzo que pagaron en sus estudios de danza, que se vienen tiempos difíciles. Seamos solidarios. Tomen esta clase gratuita como un reemplazo y cuidémonos entre todos", recomienda al aire, entre los pliés y el battement tendu.
"Moviendo un poco los muebles podemos mantenernos en forma y lo más alegres posible", anima a los demás, aunque también la iniciativa lo estimula personalmente. En diálogo con LA NACION, Abruzzo cuenta: "Hago esto también para motivarme a mí mismo a levantarme del sillón y de la cama. Y cuando sea que podamos volver al escenario y a compartir un espacio en común, estar entrenados". A sus clases se sumaron colegas y compañeros de España y Francia, Bélgica e Italia. "De la Argentina, tengo mensajes en el chat de gente de todo el país, y de Ecuador, Venezuela, Costa Rica, México, Brasil y Uruguay", sigue, contento con la repercusión.
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A propósito de Uruguay y del Ballet del Sodre, su responsable, el español Igor Yebra, toma en sus redes el rol del concientizador: quedarse en casa, lavarse las manos, usar alcohol en gel, respetar las indicaciones de los gobiernos. Como directivo del ballet nacional uruguayo, cumple presencialmente funciones de guardia en el teatro hasta que se levante la cuarentena general, y transmite no solamente ánimo a sus artistas con pequeños pasos en el salón que merecen ser imitados, sino consejos de higiene y hábitos preventivos para toda la sociedad. "Por mucho Covid-19 que venga, al arte y a la cultura no nos van a parar nunca".
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