Empezó como modelo, fue una de las “secretarias” más buscadas y un día le dijo “basta” a la TV: la “chica de pueblo” que irrumpió con todo
Nació en Acevedo, un pueblo agrícola de 1500 habitantes, cerca de Pergamino; se casó con un reconocido periodista y vio de cerca las luces y las sombras de la TV; Stella Maris Muñoz, mano a mano con LA NACION
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Para muchos es sencillamente Estelita, un nombre que pasó a ser como un sello con el que se la reconoce popularmente en la televisión. Sin embargo, en realidad se llama Stella Maris Muñoz, estuvo casada 27 años con el periodista Luis Ventura, tuvo dos hijos, Facundo y Nahuel, y allá por los años 80 fue una de las secretarias históricas del recordado y respetado Roberto Galán en Si lo sabe, cante, junto a Petty Castillo, Stella, Ángeles Cudos, Dorita Delgado, Jorgelina Aranda y Gladys Mancini.
Un largo camino al estrellato
Claro que para llegar hasta ahí antes recorrió un largo camino. Vivía en Acevedo, un pueblo agrícola ganadero, tranquilo, de unos 1500 habitantes, a 22 kilómetros de Pergamino, pero soñaba con la gran ciudad. Y a los 19 años se vino junto a su hermana Mimí para visitar a Zulema, la mayor de las Muñoz. Apenas llegaban lo primero que hacían era ir hasta la puerta de Canal 9 a esperar y saludar a los artistas. Por ese entonces Nélida Lobato, histórica bailarina, vedette, actriz y conductora, estaba al frente de su programa Almorzando con las estrellas, que llegó a competir con Mirtha Legrand, y a Stella le encantaba esperarla para darle un beso y pedirle un autógrafo.
Fue ahí cuando la vio un fotógrafo que trabajaba en AMA –Asociación de Modelos Argentinas-, que esperaba para retratar celebridades. Se acercó a ella, se presentó y le dio una tarjeta para tomarle imágenes, que luego se convirtieron en publicidades gráficas de una marca de zapatos. “Ojo, no para desnudos, ni loca, eh”, bromea Stella mientras conversa con LA NACIÓN, y agrega: “Fuimos a una casa en Ituzaingó que tenía un parque precioso, arbolado, todavía me acuerdo, donde había un estudio fotográfico y me acompañó mi hermana. Tenía el cabello rubio y largo, era llamativa. Ese fue mi primer trabajo, una linda experiencia”.
Así continuó, yendo y viniendo de Acevedo a Buenos Aires. El reportero gráfico la llamaba para otras tareas y ella viajaba. Por supuesto seguía yendo a las puertas de Canal 9 para encontrarse con las figuras que tanto admiraba. Hasta que un día, el que salió en su auto fue nada menos que Alejandro Romay, zar de la emisora de Palermo, y al verla le pidió a su chofer que se detuviera, bajó el vidrio de su ventanilla y le dijo en tono amable:
-Hola, ¿qué estás haciendo acá en la puerta? ¿cómo te llamás?
-Buenas tardes, Stella Maris, estoy esperando a los chicos de Música en libertad.
-Vos no tenés que estar acá afuera, sino adentro. Entrá y habla con Omar, mi hijo, decile que te mando yo y que digo que vos tenés que estar trabajando, que ya te sume al programa...
El coche arrancó y Stella por un momento quedó inmóvil, sorprendida por lo que le acababa de suceder. Pensó mil cosas a la vez. Era una chica de pueblo y estaba ante otra gran oportunidad, pero cuenta que no se atrevió a pedir permiso para ingresar al canal: “No le pedí tarjeta de contacto ni nada, pueblerina como era se me pasó. Y me asustaba el portero que era gigante, pero no porque me hubiera tratado mal, ni siquiera tuvimos contacto. No me animé a decirle que nada menos que Romay me mandaba a hablar con el hijo. Esas cosas que te pasan cuando venís a la ciudad. Y quedó ahí. Igual seguí trabajando, las publicidades gráficas que hacía me fueron abriendo puertas. Así llegué a trabajar en un programa de Canal 7 que se llamó Música Total, similar a Música en libertad. Estuve poco tiempo ahí”.
“Cuando tengas todo, empezás”
Una nueva chance se le presentó al tiempo también en Canal 7: “En un hermoso programa que se llamó Humor cinco estrellas. Yo hacía de secretaria de Javier Portales, también estaba Mario Sánchez que habla de los pajariiitos y las flooores, ¿te acordás? Y Selva Mayo. Hasta que un día estábamos comiendo con mi hermana en una mesa enorme con amigos de Ricardo Berbari, que fue manager de Luis Miguel y trajo a la Argentina a Raphael y tantos otros. Se encontraba con nosotros Luis Formento, el tío de Jorge, el conductor y locutor, que escribía los chimentos en el diario La Razón. Entonces Ricardo me preguntó si me gustaría trabajar en la tele con Galán. Le contesté que sería mi sueño porque mi pueblo se paralizaba para verlo a la una de la tarde en punto. Le pidió a Formento que me hiciera el contacto y así pasó. Al otro día me llamó y me dijo que el mismísimo Galán me esperaba en Canal 11 (cuando estaba en la calle Pavón). Fui volando, lo esperé en la confitería de la esquina. Roberto llegó con su mujer, Inés Galleta Miguens. Se presentó y me dio una tarjeta para que fuera hasta el barrio de Once a una casa donde hacían los trajes para las secretarias. También me mandó al local de Pepe Cantero a retirar botas. Y me dijo antes de despedirse: ‘Cuando tengas todo, empezás a trabajar’”.
Comenzó de un día para otro. Ni siquiera le tomaron prueba de cámara, ni nada. “Fue impresionante esa época con él y mis compañeras, hermoso recuerdo. Hasta hicimos una temporada en Canal 5 de Rosario. Si lo sabe, cante fue un boom nacional. Después volvimos por Tele 2 a Buenos Aires a los estudios de Riobamba que eran de Héctor Ricardo García y trabajamos otro año más. Yo ya estaba casada. Ya había tenido a Facundo, mi hijo mayor. Entonces solamente grababa los programas, no iba a las giras ni a los bailes. No quería irme de mi casa y dejar a mi bebé, hasta que resolví no hacer más televisión”, explica.
En 2014, fue convocada para hacer en Mar del Plata la obra de teatro Boeing Boeing, para interpretar a una azafata junto a Carlín Calvo, pero no aceptó. “Volví en tevé en Intratables con Santiaguito del Moro por América. Y en teatro hice la obra Fiestísima, participando en sketchs, bailando e imitando a Mirtha Legrand. Estuvimos dos veranos. En el primero yo me ponía un vestido rosa como le gustaba usar a la señora, que me había dado Iaia Cano, su vestuarista de La Plata. Y en Fiestísima 2, al año siguiente, hice de Tita Merello bailando un tango. Lo recuerdo como si fuera hoy porque me lesioné, se me rompió un tendón”, detalla.
Fue otro parate en la carrera de Stellita que duró hasta que se incorporó al Run Run del espectáculo, el programa que conducen Lio Pecoraro y Fernando Piaggio en Crónica TV: “Fue otra hermosa experiencia pero dejé porque me gusta estar en mi casa los domingos, veo a mis amigas de años, se me complicaba. Siempre me fui bien de todos lados. Pero te confieso, me gusta estar con mis hijos, son lo mejor que tengo. A Facu lo veo muy bien en la tele y Nahuel es director de fotografía en Crónica. Son muy unidos, maravillosos, lo mejor que tengo, humildes y laburantes. Estoy bien, tranquila, por ahí me dan ganitas y nostalgia de volver al teatro. ¿Quién te dice que por ahí algún productor lee esta nota y me convoca?”.
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