Emotiva despedida de Eleonora Cassano
La bailarina cerró su etapa clásica con una formidable presentación de El cascanueces frente a 30.000 personas; fue de la partida el primer bailarín del American Ballet Theatre Herman Cornejo y, en la previa, el propio Julio Bocca
En un escenario montado junto al Obelisco, Eleonora Cassano –la primera bailarina argentina– se despidió antenoche con mucha emoción del público de ballet, haciendo una versión de El cascanueces creada por Liliana Belfiore.
Ya es una tradición mundial que esta obra de Piotr Ilich Tchaikovsky, que acaba de cumplir 120 años, suba a escena en la temporada navideña. El clima lúdico y festivo de la música genera sonrisas inevitablemente. Pero más allá de lo que dicta la partitura, Eleonora estaba exultante. Y toda la compañía la sostenía con la mirada y una enorme sonrisa.
Ella disfrutó cada centímetro del escenario. En el nivel de la interpretación del personaje de Clara, definió perfectamente los matices de esa heroína soñadora y fantasiosa. Con sus 47 años, era una niña más entre las otras bailarinas que jugaban con muñecas. Y era una romántica incurable en los brazos del valiente Cascanueces, compuesto por un espléndido Herman Cornejo, primer bailarín del American Ballet Theatre.
En cuanto al nivel técnico, Cassano se retira en el momento exacto. La exigencia física de la danza clásica todavía no ha empañado su lucimiento. Sigue teniendo la precisión y la gracia que desplegó en estos 25 años de carrera.
El cascanueces es un "ballet de masas". Lleva un elenco muy numeroso, tiene todos los efectos que fascinan a las multitudes y posee la dosis justa de piruetas que arrancan los aplausos espontáneos a la mitad de un movimiento.
Belfiore preparó una versión sintética de 75 minutos que evitó la necesidad de un entreacto y generó un ritmo continuo. Algunos detalles de su autoría generaron sonrisas de ternura entre el público habitué. Como el momento en que los ratones y los soldados terminan dándose la mano amablemente, acorde con el clima navideño de la obra.
El único elemento que exageró en su protagonismo fue la animación proyectada en la pantalla de fondo del escenario. El recurso de evocación de las escenografías de castillos, salones imperiales y copos de nieve cayendo generaba un buen marco a las escenas. Pero en las danzas de tono folklórico de los juguetes, la pantalla competía –por la atención del público– con empalagosas imágenes de golosinas en movimiento perpetuo.
Cabe destacar que los estudiantes de danza provenientes de diversas ciudades del país cumplieron su rol con emoción y simpatía. Y cuando Cassano tomó el micrófono, les prometió seguir trabajando junto a ellos en nuevos proyectos. Porque aunque se haya bajado de las zapatillas de punta, "La Cassano" no piensa quedarse quieta, y cualquiera que la conozca un poco lo sabe.
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