Emilio García Wehbi: "Un clásico es clásico porque asume rabiosa contemporaneidad"
El director vuelve a abordar una tragedia, en este caso Tiestes y Atreo, de Séneca, con un elenco completamente femenino
Una de las piezas más crueles de Séneca, Tiestes, llega al escenario mayor del Teatro Nacional Cervantes. Bajo la creencia de que este autor nunca se representó en la Argentina (el dato es muy difícil de confirmar) el director de la sala, Alejandro Tantanián, le propuso al performer, dramaturgo y director Emilio García Wehbi introducirse en el mundo de esa tragedia y aportarle una mirada contemporánea.
El material original está estructurado en cinco actos y muestra a dos hermanos en conflicto, Tiestes y Atreo. El segundo conduce su reinado de manera cruel, aunque vive atemorizado. Tiestes se ha retirado al bosque después de ser sospechado de mantener un alevoso amor por la reina, pero su hermano le pide que regrese para, de esa manera, dejar el pasado atrás. A su vuelta, Atreo prepara un banquete del que Tiestes goza profundamente. Su hermano ha matado, descuartizado y cocinado los cuerpos de sus sobrinos y los ha servido en la mesa.
El espectáculo que se estrena el próximo 5 de mayo lleva por nombre Tiestes y Atreo y llamativamente está interpretado por un elenco exclusivamente femenino. Lo integran Maricel Álvarez, Florencia Bergallo, Analía Couceyro, Carla Crespo, Érica D'Alessandro, Verónica Gerez, Cintia Hernández, Mercedes Queijeiro, Jazmín Salazar, Mía Savignano, Lola Seglin y Lucía Tomas.
"El mundo que plantea el mito de Tiestes lo aborda casi rabiosamente Shakespeare en Tito Andrónico -explica García Wehbi-. Con lo cual hay algo en esa mirada que ya se había revisado. Pero decidí detenerme en algo del mito que no revisaron ni Séneca ni Shakespeare. La tragedia se da por la aberración que consiste con comerse a su propio hijo. Mi intención no es mirar al padre que se comió al hijo sino al hijo que fue devorado por el padre. Y en esta mirada que estamos proponiendo desde la puesta y el texto damos vuelta el problema. En realidad decimos que la historia, el mundo es Saturno devorando a sus hijos y que las víctimas son siempre los hijos. Y las generaciones mayores devoran, en términos simbólicos y reales, a su descendencia porque obturan, rechazan la ley del padre. El padre como pater, como dueño de la patria, de la tierra, de algún modo se opone a que el hijo se desarrolle autónomamente y por tanto se lo devora. Esto en términos del mito y de cómo podemos pensar las políticas de las sociedades en relación a los jóvenes. Eliminando las posibilidades de cambio y de algún modo reafirmando la tradición, las condiciones morales preexistentes".
Cuando habla del hijo, García Wehbi no se refiere literalmente a las nuevas generaciones, sino que habla de cómo se obturan las minorías para poder trasladar el concepto de hijo al concepto de lo femenino (la primera minoría), pero también todo lo que es el discurso de género, en términos de sexualidad y también minorías raciales, ideológicas. "El padre representa a la mayoría, el que tiene el poder. Y el hijo a las nuevas generaciones, pero también a cualquier tipo de minoría", afirma.
-¿Por eso elegiste un elenco femenino?
-La intención es trabajar la tensión que puede provocar cierto aspecto de lo masculino siendo interpretado por una mujer. Como un yo masculino la mujer puede resaltar esa mirada que quiero que aparezca en el espectáculo. De alguna forma hará un refuerzo, un subrayado. Si lo interpreta un hombre eso no queda resaltado.
-En otras experiencias te introdujiste en el mundo de los mitos. ¿Qué hay allí que te atrapa?
-Lo vengo trabajando mucho a partir de Hécuba, Medea. Siempre hice una mirada diagonal, liminal y periférica en el sentido de producir algo actual a partir de ese mito. Entendiendo que el clásico nos habla hoy. Y si es así nuestra misión es hacerlo contemporáneo. No una pieza de museo. El clásico es contemporáneo, no museístico. A veces se entiende que al clásico hay que mantenerle sus condiciones naturales. Planteo que el clásico es clásico porque asume rabiosamente la contemporaneidad.
-Realizaste una reescritura de Tiestes. ¿Cómo funciona este rol del dramaturgo que se mete en literaturas que no son las propias y las ubica en otro contexto?
-Es un proceso que utilizo en todas las obras. Trabajo el concepto de apropiación con lo que ya está dado en la literatura, en el mundo y en las artes y lo que hago es un reordenamiento. El gesto autoral es poner de manera novedosa materiales preexistentes. Mi tarea creativa me lleva al concepto de cita, de fantasma, como lo plantea Walter Benjamin, donde hay una referencia que puede ser advertida. Al transcribirla, al ponerla en otro espacio pierde su carácter unívoco. Se readapta porque se reformula a las nuevas condiciones de su contexto. Pero al mismo tiempo todavía habla. En ese sentido Benjamin se refiere al fantasma. Todavía uno puede advertir un despojo, algún rastro del cadáver de lo que fue y observar cómo dialoga con el nuevo contexto. Mis dramaturgias están hechas de pedazos, de fragmentos de cuerpos artísticos.
-Cuando Alejandro Tantanián te convoca para este proyecto tiene en cuenta que algunos temas de la tragedia aparecen en otras producciones tuyas, la antropofagia, el filicidio. ¿Es una marca a la que cuesta escapar?
-De algún modo trato en este montaje con esa trampa o ese paradigma que uno se construye. Uno como artista más o menos conocido tiene una representación simbólica. Entonces dicen: "Bueno, va a hacer una cosa oscura, monstruosa" y eso es una trampa para el artista porque es un lugar de comodidad e inclusive es una trampa para el público. La gente va a ver algo de Wehbi con una presunción. Estoy tratando de romper con esas expectativas. Porque si no, me aburro. Hago algo que ya sé hacer. Estoy intentando con este montaje encontrar un escape. El espectáculo tiene dos actos bien diferenciados y el primero está interpretado por cuatro niñas. Ellas plantean, de algún modo, una fábula moral infantil y el segundo acto es la tragedia concreta. Parecería que no tiene vinculación real pero yo diría que son opuestos complementarios. El afiche que se diseñó para divulgar la obra muestra es la cabeza de un niño en una bandeja. Espero que esas expectativas sean rotas de modo positivo. Tratando de correrme a mí como creador y tratando de correr al público de las presunciones de cómo debería ser esa pieza en mis manos. Correrme de manera superadora. Porque los compartimentos estancos nunca son positivos dentro del arte. Cómo expandir esa representación simbólica que uno tiene y cómo expandir ese gesto clausurado o esclavizado, encadenado de un espectador que viene a ver una obra de un director del que conoce su producción previa e imagina que debe ser de tal modo. En ese sentido esto es un desafío.ß
Tiestes y Atreo
Dirigida por Emilio García Wehbi
Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815.
Jueves a domingos, a las 20.
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