Elena Fortabat: superó las trágicas muertes de sus hermanas y su exmarido y encabeza proyectos solidarios
Las tragedias y el desprecio que, asegura, tenía Amalita con ella, marcaron su vida; sufrió durante seis años ataques de pánico y logró reponerse; su trabajo en la TV y su faceta por “poner la otra mejilla”
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“Juan Fortabat, mi papá, era sobrino del poderoso Alfredo, que nunca tuvo hijos y fue mi padrino de bautismo. Amalita no tenía un peso cuando lo conoció, terminó siendo mi tía abuela política pero siempre me despreció, no sé por qué, pero la verdad no me importa. De su fortuna no heredé ni quiero nada”, comienza su charla Elena Fortabat con LA NACION acerca de un tema que en su juventud la perturbaba, pero que en la actualidad no le importa. “Soy de la rama pobre de los Fortabat”, se divierte.
Elena fue esposa del recordado piloto de automovilismo Silvio Oltra, fallecido el 15 de marzo de 1995 a los 38 años en las cercanías de Ramallo a causa de un polémico accidente aéreo en el que cayó el helicóptero en el que viajaba junto a su amigo Carlos Menem Junior, hijo del entonces presidente Carlos Menem.
“Caro –Oltra-, una de mis hijas, tenía nueve años cuando murió Silvio –describe Elena, y amplía-: Fue un golpe muy fuerte. Porque murió nada menos que en el helicóptero del hijo del presidente. Varias personas pasaron con sus autos en ese momento por el lugar. Vieron claramente como el rotor se enganchó con uno de los cables de alta tensión. Dieciséis testigos murieron misteriosamente, para mí siempre fue un accidente. Cobré 80 mil dólares por el seguro, pero cuando hice un juicio a la sucesión de Carlitos empecé a recibir amenazas de muerte. La verdad que me asusté y levanté la denuncia”. Sobre aquellos años, que aún tiene frescos en el recuerdo, cuenta: “Me seguían; me decían ‘vas a ser boleta’, ‘estás doblando por tal calle’, ‘tu hija entra al colegio a tal hora…’. De terror. Fue horrible. Tuve que cambiar tres veces el número de teléfono celular porque me llamaban a la madrugada y me insultaban. Cuando desistí del juicio no me amenazaron más. Lo hice por seguridad, tenía a mi hija chiquita, estaba sola y la verdad sentí mucho temor”.
Por aquellos años, Elena estaba separada de Silvio Oltra, pero se llevaban bien: “Tenía excelente relación con Silvio, era como mi hermano. Me consultaba todo, hablábamos todos los días; yo después me volví a casar y tuve a Sofía. Silvio venía a mi casa a ver a Caro como si fuera su hogar. Hoy con Héctor Olmo, mi nueva pareja, nos reunimos para las fiestas de Navidad con la familia Oltra por el cariño que nos seguimos teniendo. Silvio era honesto, derecho, buen padre…”.
“Yo siempre tuve miedo cuando corría. Cuando nace Carolina él estaba entre una silla de ruedas y una cama ortopédica por un accidente donde casi se mata. Sufrió doble fractura de pelvis y estallido de vejiga en San Juan cuando yo estaba embarazada de cuatro meses de Caro. Me juró que dejaba el automovilismo pero no cumplió. El final del matrimonio fue cuando lo vi pasarse de la silla de ruedas a un auto de carrera para probarlo”, agrega Elena.
Más tragedias en su vida
La de Silvio no fue la única tragedia que Elena debió enfrentar. Un año antes, Rosa María, una de sus hermanas, también murió de manera sorpresiva. “Terminó debajo de un tren por consumo de drogas, me quedó esa asignatura pendiente. Siempre traté de ayudarla, pero esta problemática la mayoría de las veces te desborda por más que no quieras. Para colmo, en 1996 perdí a Diana, mi otra hermana, víctima del cáncer. Fue demasiado duro, sufrí ataques de pánico durante seis años, yo digo que soy una sobreviviente”, señala sobre esa cadena de malas noticias que la dejaron devastada.
Todo esto provocó serias consecuencias en su salud: “Un día estaba haciendo una entrevista en un canal de Vicente López y me desvanecí. Solo escuchaba por lo bajo a alguien que decía ‘está muerta, llamen a la ambulancia’. Oía pero quedé como congelada. En esa época no se hablaba de ataques de pánico; fui a varios lugares a hacerme estudios, me sentía morir, seis años estuve padeciendo esto. Hasta que un día en el programa de Mirtha Legrand hablaron del tema, de un lugar que se ocupaba de eso: Volver a ser. Llamé, fui, y a los tres meses lo superé. Recuerdo que antes no podía salir a la calle sola”.
Los desaires de Amalita
Elena hace un alto, cuenta que empezó a trabajar desde adolescente apenas terminó el colegio secundario, y que los gustos que se dio en su vida los pudo lograr sin que nadie la ayudara. Explica que le fue muy bien como modelo, y también rememora una anécdota de su juventud que describe su tenacidad a la hora de proponerse cumplir con un objetivo.
“Me encanta el fútbol. Y quería ver el Mundial 78 como fuera. Entonces, como mi papá era presidente de Bonafide, empresa que ganó la licitación para los stands de Vélez y River, me puse a vender golosinas y caramelos en las tribunas, fui cajera, encargada, parrillera vendiendo choripanes y hamburguesas, y gracias a eso pude ver todos los partidos. No me olvido más que una vez apareció Amalita en el stand, yo estaba con el birrete del uniforme. Me miró fijo y soltó: ‘¿Tú eres Elenita? No puedo creer que una Fortabat esté así en un stand en una cancha de fútbol’. No me importó nada porque lo pasé divino trabajando y me vi el Mundial. No fue la única vez que me despreció: en un evento hizo como que no me había visto, yo fui, la saludé a ella y a quienes la acompañaban y me retiré con educación. Solo me trató bien hasta que murió Alfredo, pero por obligación, como cuando vino a verme para mis 15 años, después siempre me subestimó”.
Desde hace 27 años, Elena Fortabat se dedica a conducir su programa, Elena F, todos los sábados a las 0.30 horas por Metro, y también hace ya un tiempo colabora con varias ONG como Líderes por la Vida, dedicada a la concientización y prevención de adicciones y violencia social, la Fundación Carolina Aló, de la cual es vicepresidente, y el Foro de la Discapacidad.
“El tema de la discapacidad me tocó profundamente porque hasta que uno no lo conoce y no está con esos niños, niñas y jóvenes, que necesitan mucho amor por ser tan discriminados, no sabe de qué se trata realmente. Me llamó un día Nika Pedro, su presidente, y empezó a invitarme a eventos importantes, como los que se hicieron en la Embajada de Marruecos, Museo del Xul solar, el Concejo Deliberante de Tigre y hace días en el Museo de Bellas Artes. Aparecieron todas estas oportunidades de ayudar, me involucré y me hizo muy bien”, relata y explica: “El abrazo, el beso y el amor que te dan me sensibilizó de una manera tal que le propuse a Nika armar una escuela de modelos y lo pudimos poner en marcha, por eso estamos muy felices, igual que quienes participan, tenés que ver sus caritas de alegría”.
Mientras se despide, Elena pide amablemente dejar algo muy en claro: “Tuve una vida de esfuerzo, sacrificio, la peleé siempre. Me duele mucho cuando gente que no me conoce me dice: ‘Vos sos Fortabat, qué problema podés tener de plata’. Cuando les respondo que no soy la Fortabat rica, se enojan”.
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