Con Jennifer Garner, Kristen Prout
Con cero electricidad
Ni el vestido rojo, ni el maquillaje logran disfrazar las fallas de guión
Es difícil escribir de Elektra, porque lo que hay que decir se puede resumir en una sola palabra: “aburrida”. Jennifer Garner hace un papel cretino en el que se disfraza de tafetán rojo, zapatos de tacón y maquillaje encendido –comodísima– para matar a sus víctimas [¿será de un susto? ¿de la risa?]. Parece increíble que una mujer con facha de travesti sea la heroína de una película, pero así es. Y su compañera es una gordita adolescente con un problema serio de identidad, que a ratos imita a Elektra y a ratos quiere matarla sin que se sepa muy bien por qué ocurre esa transformación. Quedan, al final de semejante desastre, dudas. Muchas dudas. Para comenzar, uno debe dudar de la capacidad de actuación y dirección de sus respectivos responsables. Pero también hay que dudar de quien escribió el guión, que no supo adaptar con éxito un cómic, como en otras ocasiones se ha hecho con héroes del tipo Supermán, Batman o Spiderman. Otra duda que queda es si Elektra es buena o mala, porque es una asesina a sueldo pero se quebranta ante una imagen de una niña aparentemente desprotegida. No se sabe cuál es el problema que tiene con su ADN, que lo limpia con fervor en su casa, pero que lo va dejando plantado por todos los sitios públicos que encuentra. No se entiende quiénes son los de La Mano, y si ella es tan legendaria como dicen al comienzo, por qué no la conocen.
En fin, para no enredarnos más con dudas técnicas que a la única respuesta que conducen es a la pobreza de la cinta, la trama es la siguiente: una asesina legendaria debe hacer un trabajo: matar a una chica y a su padre, que alquilaron una cabaña en un lugar maravilloso. Pero ella, al tiempo que le gusta el padre también se vuelve loca por la adolescente, porque cree verse reflejada en ella. A la niña la buscan tanto buenos como malos, porque es superdotada, tanto física como intelectualmente –a pesar de sus kilos de más y su obsesión por imitar a Elektra– y Elektra pasa de ser asesina a protectora y se enfrenta con todos los miembros de La Mano [una pandilla que, cuando los matan, en lugar de cuerpos queda un polvo verde en el aire], incluído al que mató a su madre, que sigue igual de bien conservado. El jefe del otro bando, o sea el de los buenos, es un ciego agilísimo que alguna vez la entrenó en una torpe imitación de los maestros orientales que aparecen en Kill Bill, pero que no completó el entrenamiento, y decide dejar a la niña –a quien sí está entrenando– a su suerte, en manos de una guerrera débil y hormonal como Elektra. Y eso, literalmente, es todo. Garner ya lleva dos fracasos del mismo estilo en línea [Daredevil fue el primero] y su futuro como actriz no parece tan evidente. Tal vez lo suyo sea la televisión, porque con Alias ha llegado más lejos y con mucho menos maquillaje.
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