El true crime deja a los asesinos seriales y se mete con los delitos modernos: ciberacoso, redes sociales y estafas virtuales
Luego de explotar al máximo el interés por Ted Bundy, Jeffrey Dahmer y el resto de los “monstruos reales”, los documentales de crímenes ahora se centran en los miedos de la época y la incapacidad de las autoridades para resolverlos
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Las narrativas del true crime van evolucionando con los tiempos. En el primer furor del formato, ya hace algunos años, los casos de célebres asesinos seriales o crímenes no resueltos eran los más vistos, los más buscados. La fórmula combinaba el material de archivo de la época, las entrevistas a víctimas e investigadores, y las recreaciones que intentaban traer al presente un personaje monstruoso pero al mismo tiempo fascinante, una época lejana como los 70 o los 80 -cuando los crímenes seriales se filtraron como consumo popular en los medios de comunicación-, y una estructura narrativa sostenida en la intriga y la revelación. Con el tiempo esa fuente de historias se agotó: casi todos los grandes criminales como Ted Bundy o Jeffrey Dahmer tuvieron su docuserie, podcast, ficciones y centenares de páginas escritas reflotando los detalles más espeluznantes de sus asesinatos. Pasaron de ser protagonistas a concebirse como espectros en el fondo del relato dando lugar a las voces de sus víctimas, a las hazañas de sus captores. El círculo parecía haberse cerrado, o por lo menos ese interés menguó en virtud de nuevos temas y terrores. Otras series anteriores sobre estas temáticas disponibles en Netflix son: El dilema de las redes sociales (2020), Shiny Flakes: El cibernarco adolescente (2021), El estafador de Tinder (2022), Red de engaños: Muerte, mentiras e internet (2022), Skandal!: La caída de Wirecard (2022), Yo acoso (2022). A continuación, los estrenos más interesantes de las plataformas en este subgénero.
Las últimas series estrenadas en Netflix dentro del universo del true crime revelan una insistente diversificación. Sigue el morbo por el asesinato y siguen las mujeres a menudo como víctimas, pero hay otros temas en danza que ofrecen una ventana a los miedos de esta época. Ciberacoso, redes sociales, citas on line, estafas y engaños virtuales son las vedettes de una nueva era en la que las producciones dedicadas a crímenes reales deciden explorar las nuevas formas del delito y la violencia. El estreno en Netflix de ¿Guardarías un secreto?, miniserie británica inspirada en un reciente caso de ciberacoso investigado por el diario The Guardian deja en claro que es más que una vanguardia. Dividida en dos partes y concentrada en tres víctimas, la historia descubierta recién en 2022 enlaza la creciente dependencia de las redes sociales para construir vínculos y forjar identidades, con la vulnerabilidad que propician esas plataformas para con sus usuarios, blancos de una violencia que adquiere nuevas formas.
Las tres protagonistas de ¿Guardarías un secreto? son mujeres jóvenes, que utilizan las redes sociales como forma de interacción social y laboral, cuya vida pública deja poco espacio para todo resquicio de intimidad. El método de abordaje del acosador fue similar para las tres: un mensaje privado a través de un perfil falso que inicia una conversación con las misma pregunta: “¿Puedo contarte un secreto?” Detrás de esa promesa de revelación se encuentra una cadena de mensajes que van envolviendo a cada joven en una trampa. Fotos enviadas a sus contactos, charlas sexuales, confusiones y malentendidos que van desde la incomodidad inicial a la paranoia y la extorsión. El documental se dedica a combinar las voces de las damnificadas con el detalle del modus operandi del agresor, una sombra escondida tras la voz distorsionada de sus mensajes. El misterio se concentra menos en la identidad del agresor que en su perversa motivación, eje que siempre resulta elusivo en todos los villanos del true crime.
Otro elemento recurrente en este nuevo derrotero del género es el rol de la autoridad policial o judicial, muchas veces alejada del heroísmo de los caza asesinos y convertida en cómplice por negligencia o mera indiferencia. Aquí las denuncias del acoso virtual son desestimadas o convertidas en objeto de burla, hasta la llegada de alguien que verdaderamente toma en serio el asedio obsesivo del criminal y el daño psicológico que padecen las víctimas. El documental expone los detalles de los hechos, sus desvíos y cronología, da voz a las víctimas y evita convertir en celebridad a quien se encuentra detrás de esa atroz persecución. La estética ominosa de la presentación de los mensajes y las conversaciones transmite desde lo sensorial el estado de perturbación que puede generar esa experiencia.
En esa línea, hay otros docudramas en Netflix, la plataforma estrella del true crime, que han aparecido durante el último año y han definido esta reciente tendencia que vale la pena revisitar.
Amor, acoso, asesinato
Uno de los más recientes estrenos de Netflix dentro de la temática cuenta la historia de un mecánico que se interna en una pesadilla de acoso y persecución. Dave Kroupa se muda a Omaha, en Nebraska, para estar cerca de sus hijos luego de su separación de Amy. Para celebrar su reciente soltería, abre un perfil en una página de citas y comienza una relación casual con Liz Golyar. Meses después, una mujer de una localidad vecina, Cari Farver, entra en su taller, coquetean, la reencuentra on line y también comienzan a salir. Las dos mujeres se cruzan por casualidad en su departamento sin que nada grave ocurra. ¿O sí? Lo que sigue es una pesadilla para Dave y todos quienes lo rodean. Mensajes amenazantes, acoso telefónico, invasiones en su propia casa y la de sus hijos, un incendio y un asesinato. El documental escalona las revelaciones con inteligencia y retrata el inquietante abismo que se encuentra detrás de un perfil social o un mensaje telefónico. Si hay algo que facilita la nueva era de las redes sociales es la configuración de perfiles falsos, identidades sustitutas y engaños que se sostienen en el atractivo de la virtualidad. Lo magnético del misterio permite cristalizar con astucia la dimensión de horror que aguarda tras la fachada de la felicidad amorosa.
Pesadilla de un secuestro en California
Nuevamente lo inverosímil del caso es el sostén de su atractivo. Lo que ocurre es tan extraño y difícil de creer por allegados a las víctimas y autoridades de la investigación que precipita el armado del misterio. Dividida en tres partes –El novio, Perdida, Los Otros–, la serie comienza con una llamada de emergencia al 911. Aaron Quinn llama a la policía para denunciar el secuestro de su novia, Denise Huskins, ocurrido la noche anterior. La demora en la denuncia se debió a que dos hombres vestidos con trajes de neoprene lo drogaron y maniataron, anunciando que llamarían para pedir un rescate por Denise. Luego del primer pedido de dinero no hay más comunicación. La policía escucha la historia de Aaron y lo convierte en sospechoso. Cuando están por acusarlo, Denise aparece ¿Qué fue lo que pasó? ¿Secuestraron a Denise o ella misma orquestó su desaparición para vengarse de Aaron por los coqueteos con una ex novia? La sombra de Perdida, el éxito de David Fincher que marca el camino para los policías, se convierte en una pista clave para lo que vendrá. Nuevamente la víctima es el centro, su relato desgarrador expone los prejuicios de las autoridades, y las amenazas de difundir videos on line y acosar a la víctima a través de la virtualidad se convierte en el eje de los delitos más aberrantes.
El hombre más odiado de Internet
“En Internet no hay escondite. Siempre estás expuesto”, explica uno de los entrevistados de este documental que toma a la pornovenganza como su eje. Fenómeno creciente en los últimos tiempos, que en Pesadilla de un secuestro en California era invocado como amenaza para la sujeción de la víctima de un secuestro, aquí es el centro de horror para Charlotte Laws, la mujer que ha decidido reunir los testimonios de numerosas víctimas para derribar al sitio IsAnyoneUp dedicado a difundir material íntimo sin consentimiento alguno. Su responsable es Hunter Moore, quien comenzó publicando información de bares y discotecas y tras subir la foto de una mujer desnuda ofrecida por un usuario descubrió que allí había una fuente inagotable de visitas. IsAnyoneUp se convirtió entonces en un sitio dedicado a las venganzas sexuales, cuyas principales víctimas eran mujeres y sus fotografías, videos o información íntima era expuesta a la vista de todos, convirtiendo su vida en una pesadilla. Organizado en tres episodios, el documental combina las declaraciones de las víctimas, los testimonios de los investigadores del FBI que armaron la causa, y el archivo sobre Moore, infame celebridad que incluso llegó a las páginas de la revista Rolling Stone.
Llamas gemelas: Cómo apagar el fuego
Una pareja filma un video para YouTube en el que muestra un lujoso Porsche de 100.000 dólares con techo panorámico. “Mi esposa y yo no hicimos plata recomendando a la gente cómo hacerse rica, sino cómo tener una relación sana y amorosa con su alma gemela”. Los artífices de la promoción son Jeff y Shaleia Ayan, líderes de una secta dedicada a fidelizar adeptos bajo el espejismo de una pareja ideal. La serie, dirigida y producida por Cecilia Peck, productora de otros documentales sobre cultos religiosos, tiene como eje las voces de varios denunciantes cuyos familiares cayeron en las garras de esa organización. Las redes sociales se revelan aquí como la forma más eficaz para captar a quienes buscan una relación amorosa sin hallarla, y la promesa de una serie de clases para encontrar el amor, el éxito y la fortuna deriva en la manipulación psicológica y la servidumbre social. Más allá de los casos particulares y las voces de las víctimas, Peck focaliza en las estrategias de seducción de la organización y en la utilización de las herramientas virtuales para sus propósitos. Desperately Seeking Soulmate: Escaping Twin Flames Universe es otra serie sobre el universo de “Llamas gemelas”, dirigida por Marina Zenovich y disponible en Prime Video, que devela otras aristas de la estafa de los Ayan -aquí bajo el apellido Devine- y la lógica sectaria de su organización criminal.
Cyberbunker: Un portal alemán a la dark web
En el pequeño pueblo alemán de Traben-Trarbach, un antena se eleva hacia el cielo. Es el único signo que descubre la existencia de un búnker de la OTAN abandonado hace tiempo. Vendido en 2013 al ingeniero informático Herman Johan Xennt, se convirtió en el centro de operaciones de una organización criminal: Cyberbunker. El documental parte de la investigación policial sobre las actividades de la misteriosa Cyberbunker en la dark web, pero también revela la extravagancia de Xennt, su fascinación por los búnkeres decorados como naves espaciales, y la dificultad de rastrear los ciber-delitos en su persistente elusión de la ley. Desde 1995, en los albores de Internet, Xennt forjó una pequeña fortuna vendiendo computadoras, luego construyó un lujoso búnker en los Países Bajos, de donde provenía, y finalmente Alemania se convirtió en su refugio y en el territorio de reinvención de sus negocios. Éxtasis, venta de armas, sitios pornográficos, todo ello circula por Cyberbunker al igual que una serie de personajes que forman la corte de Xennt, una cofradía siniestra al amparo de ese mundo esquivo que se oculta en internet.
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