El tiempo para la reflexión y el pensamiento ya no está de moda
Uno de los problemas contemporáneos reside en el poco tiempo que el impacto de las nuevas tecnologías, la circulación de información y la organización de la vida cotidiana nos deja para reflexionar. Hay también un exacerbado prestigio de la acción y una compulsión por el hacer que deja poco tiempo para el pensamiento especulativo y la contemplación de los fenómenos.
Pensar no está de moda, a pesar de que tenemos un acceso a la información mucho más sencillo que pocos años atrás.
En el campo cultural, se ha impuesto una lógica de medición de resultados que promueven la continua multiplicación de acciones y dejan fuera del análisis el valor esencial que se da en el ámbito simbólico y no en el de las cantidades.
Sin embargo, la creación de observatorios y sistemas estatales de análisis y medición de comportamientos de la población respecto de las propuestas culturales, llegan como instrumentos muy útiles al momento de plantearse un análisis de las políticas culturales, tanto en el ámbito público como privado y para una más fructífera relación entre los dos ámbitos.
Estos sistemas que surgen en cada sociedad como producto de órganos estatales, académicos o privados son insumos necesarios para poder no solo analizar resultados sino planificar acciones futuras, cambiar rumbos o crear nuevas políticas.
Como no hay gestión sin reflexión (previa y simultánea), contar con estos datos fidedignos permiten pensar nuestras acciones para poder mejorar la relación entre la actividad cultural y los destinatarios. Y esto es un gran aporte, porque en esta relación se juega el ejercicio de derechos humanos fundamentales, como la libertad de creación (temática, estética, de formato productivo) y el acceso de las personas a los bienes y servicios culturales.
Gestor cultural, abogado y actual director del Instituto de Artes Escénicas, de Uruguay