Las mujeres que declararon en la Justicia contra el músico de El Otro Yo cuentan cómo fueron abusadas cuando eran menores de edad
La última tarde de 2016, las tres querellantes de la causa que llevó a la cárcel a Cristian Aldana hablaron con Rolling Stone para una crónica a fondo sobre el caso que será publicada en la edición de febrero de la revista. En un encuentro que se extendió por cuatro horas, recordaron por primera vez en profundidad su pasado de fans de El Otro Yo, sus relaciones con el cantante, las circunstancias en las que lo conocieron y las características de los encuentros que tuvieron con él cuando eran chicas de entre 13 y 17 años.
Carolina Luján, de 26 años, conoció a Cristian a los 13. Convivieron cuando él tenía 36 y ella 17: “Me psicopateaba y era muy violento. Mientras me cagaba a patadas, me decía ‘esto no es pegar. Pegar es lo que le hacían a mi vecina, que el marido la agarraba de los pelos y la arrastraba hasta la esquina’”, dice Luján.
Charlie Di Palma (30) relató un episodio que sufrió a los 14: “Nuestro segundo encuentro fue en su casa. Me dijo ‘¿así que sos muy puta?’ y me pegó. Fue una situación de violación”.
Felicitas Marafioti (29) contactó a Aldana a los 13, en el chat oficial de El Otro Yo: “Te pedía que no dijeras nada. Yo no veía que estuviera mal. Era mi primera experiencia y pensé que el sexo era eso”.
Junto a otras dos menores, Charlie y Felicitas participaron de una orgía una noche de invierno en 2002. Contaron que Cristian les preguntaba si eran vírgenes y que les pedía discreción: “No digan nada, esto es normal, pero nadie lo entiende”. Las descripciones incorporadas al expediente dicen que forzó al menos a una de las chicas.
Después de la entrevista con las querellantes, otras dos denunciantes decidieron sumar sus testimonios. “Llegué a Cristian Aldana en el 2001, a mis 14 años. Alguien del chat comentó que si llamabas al estudio podías coger con él”, escribió J., participante de un trío, que pidió reserva de identidad. “Filmaba todo y nos daba órdenes. Era morboso y prepotente. Te decía ‘qué linda sos’ pero también ‘putita’, te golpeaba en la cara”, agregó Lucía C., que participó de una situación similar en 2006.
Todas las entrevistadas aseguran que, cuando dejaron de ver al cantante, siguió una recuperación dolorosa que incluyó adicciones, trastornos de alimentación y extensos tratamientos. Algunas quieren “que quede encerrado para siempre, que sufra y que le cueste”. Otras ya no lo odian, pero todas esperan que la Justicia valide sus relatos.
Pablo Corso