El sueño más antiguo de Marcelo Tinelli empieza a hacerse realidad 25 años después
Convertido ahora en gerente artístico de América, el conductor está más cerca de manejar una programación entera, algo que imaginó y no pudo concretar en 1999; el contexto, muy distinto al del pasado, lo condiciona
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El viejo sueño que Marcelo Tinelli no pudo concretar en 1999, finalmente se hizo realidad un cuarto de siglo después. Desde su flamante cargo, al frente de la gerencia artística de América, por fin tendrá la posibilidad de manejar, controlar, organizar y guiar la programación integral de un canal de TV.
Cuando Tinelli era la figura más poderosa de las pantallas argentinas, ese anhelo apareció como instancia de evolución casi natural de una carrera que por entonces no tenía techo. En ese momento soñaba con proyectar el éxito de sus programas insignia (El show de VideoMatch, Ritmo de la noche) en una estructura más amplia de organización y producción que no le costó demasiado armar.
Cuando puso en marcha en 1996 Ideas del Sur, Tinelli contaba con recursos técnicos y humanos de sobra para llevar a la práctica uno de sus grandes objetivos. El 1 a 1 favorecía la adquisición de equipamiento de última generación a precios razonables, la TV argentina era vista en el mundo como exportadora nata de formatos y ciclos por lo general bien recibidos y en Ideas del Sur parecía haber espacio suficiente para producir contenidos de muy variado perfil, entre ellos también ficciones.
CableMatch se iba a llamar el canal (más precisamente una señal de cable) imaginado por Tinelli para convertir sus ideas en programación concreta. El primer borrador de su grilla incluía además de los inevitables espacios dedicados al espectáculo, a la farándula y a la cocina de la propia televisión una sitcom protagonizada por Fabio Alberti y Diego Capusotto, un programa de moda conducido por Ante Garmaz y un ciclo para la mujer a cargo de Ernestina Pais. También se esbozaron proyectos dedicados al cine, al humor, a la nostalgia y a los debates de actualidad. Hasta se pensó en la posible resurrección de Titanes en el Ring.
El plan original consistía en generar al menos ocho horas de material original emitido cada día, con la idea de extenderlo a doce horas luego de unos primeros meses de rodaje y puesta a prueba. Hasta que el propio Tinelli, poco tiempo después de lanzar toda esta ambiciosa propuesta, decidió ponerla en pausa. Un “barajar y dar de nuevo” que los cimbronazos de la economía argentina no tardaron en hacer definitivo.
Mientras tanto, y en la medida en que tuvo combustible, Ideas del Sur repartió sus producciones a lo largo de la TV abierta. Y precisamente a América llegaron un par de años después Tumberos y Sol negro, dos ficciones muy bien recibidas por la crítica y el público, aunque sin la masividad de otros envíos surgidos en la misma usina, como Los Roldán.
¿Podría repetirse aquella historia, ahora con Tinelli al frente de la gerencia artística de América? El escenario es otro, muy distinto. Veinticinco años es demasiado tiempo, mucho más en la realidad marcada por las transformaciones de fondo que viven las pantallas, ahora dominadas por las plataformas de streaming, únicas con recursos y espaldas para llevar adelante en nuestro medio el trabajo de los creadores televisivos.
La TV abierta, en ese sentido, aparece casi como un espacio marginal. Fue dejando cada vez más de responder al sentido que siempre marcó la identidad de los canales abiertos, el carácter generalista de su programación, para refugiarse en otra estrategia. Ahora se apunta a fortalecer un tipo de género determinado a partir del aprovechamiento en continuado de distintas expresiones propias de esa marca. O convertir al canal entero, como hace Telefe, en una estructura dedicada todo el día a respaldar la apuesta más fuerte (MasterChef, La Voz, últimamente Gran Hermano).
Con una comprensible prudencia, Tinelli hizo un primer diagnóstico de su futura tarea pisando el suelo más seguro. Sabe que llega a un canal que mantiene con altibajos y una exposición al rating que pocas veces le es favorable la misma identidad que en su momento impuso la última responsable de programación de alto perfil, Liliana Parodi.
Desde la consigna “la vida en vivo”, América impuso un estilo de programación apoyado todo el tiempo en la actualidad, con su grilla convertida en un mismo y único programa a lo largo de todo el día en cada jornada hábil (sábados y domingos son casos perdidos para la TV abierta, tema que da para otro análisis), y el acento en cada segmento horario puesto, según la necesidad, en la información pura y dura o el seguimiento de los hechos del día vistos a través de algún prisma o filtro un poco más frívolo y mundano.
Todo este panorama llevó a Tinelli, cautelosamente, a adelantar solo la vuelta de “Bailando por un sueño”, con la perspectiva de ampliar su influencia a otras producciones, todavía eventuales. Pero los recursos son escasos y la pantalla a la que llega ya cuenta desde hace bastante tiempo con una identidad establecida, que a pesar de los vaivenes más recientes (Parodi se alejó en diciembre de 2021) perduran dentro de la grilla horaria.
Podríamos imaginar, por ejemplo, que en el futuro cercano la programación amplia en extensión horaria que América tiene para el tratamiento del mundo mediático, tanto en horarios matutinos como vespertinos, se dedicará cada vez más a funcionar como espacio amplificador de lo que ocurra en el próximo “Bailando”. Hay antecedentes de sobra para certificarlo: en sus últimos años de éxito genuino, Tinelli usó a su favor todo el tiempo ese factor, inclusive en canales distintos al suyo. También parece sentirse cómodo dentro de fórmulas como el show de variedades que Fernando Dente conduce actualmente en el prime time de su nuevo canal.
En el fondo, para entender lo que quiere hacer Tinelli a partir de ahora, hay que tener en cuenta un dato decisivo: el conductor viene de las dos temporadas más bajas de su carrera en términos de popularidad y mediciones de audiencia. Tendría razones de sobra para pensar en cambios o probar otras cosas en esta hora del regreso, en una nueva y estratégica función. Pero de sus primeras declaraciones como gerente artístico se desprende el convencimiento absoluto de que el “Bailando” tiene todavía tela para cortar y no hay razones para pensar en alguna otra fórmula para ocupar su lugar.
“Es un formato rendidor que me dio muchísimas alegrías”, dijo. Y a la vez dejó saber la intención de que la nueva temporada de esta competencia cuente con su “jurado tradicional”. De cambiar por ahora no hay nada. Todo seguirá en su sitio y lo único nuevo pasaría por un aprovechamiento mucho mayor de las posibilidades que ofrecen el streaming y espacios como Twitch. En el pensamiento de Tinelli, la innovación no pasa en este momento por los contenidos sino por el modo en que se agranda y diversifica su difusión.
El tiempo irá determinando también cuál podría ser el grado de influencia de Tinelli en el resto de la programación de América, más atenta a la actualidad. El creador de ShowMatch llega, no hay que olvidarlo, al canal manejado por el empresario Daniel Vila, un hombre muy cercano al ministro de Economía Sergio Massa. Habrá que mirar con atención los movimientos de la programación en los próximos meses, cruciales en el plano político, y qué lugar terminará ocupando Massa luego del proceso electoral que empieza a acelerarse en estas semanas. Sobre todo si se cumplen los augurios de un triunfo de la actual oposición.
A partir de este escenario, es posible que el peso más fuerte de la nueva función de Tinelli lo veamos dentro de un año, momento en el que, de acuerdo con todos los pronósticos, el conductor también se hará cargo de los contenidos de la señal A24 y de la emisora radiofónica La Red, algo que no le es extraño, ya que en su momento tuvo el control de Radio Del Plata. En ese momento, y no ahora, llegará la hora de analizar si Tinelli logra por fin hacer realidad uno de sus sueños más viejos.
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