El sueño de Hollywood al desnudo
El film fue concebido como una serie para la televisión, pero fue rechazado
El éxito internacional de "El camino de los sueños" es una suerte de venganza personal de David Lynch contra los ejecutivos de la televisión norteamericana. El proyecto de "Mulholland Drive" -tal es el título original- surgió en la cabeza del talentoso, audaz y siempre controvertido director de "Corazón salvaje" y "Terciopelo azul" a principios de los años 90, pero recién en 1999 tomó forma como un piloto para una serie de la cadena ABC. Los ejecutivos de esa compañía (vinculada con el grupo Disney) querían repetir el enorme suceso obtenido con "Twin Peaks", cuyo capítulo final fue visto por un tercio de las familias estadounidenses, ávidas por conocer quién había matado a Laura Palmer, y aceptaron la escueta sinopsis presentada por Lynch: la relación entre una inocente aspirante a actriz canadiense que llega a Hollywood en busca de fama y una femme fatale que se salva milagrosamente de un intento de asesinato y de un accidente automovilístico, pero pierde completamente la memoria.
Los responsables de Disney se arriesgaron con una inversión de siete millones de dólares para el piloto y pidieron a Lynch que filmara suficiente material extra como para poder estrenar luego en Europa (donde el director es mucho más popular que en su país) una versión cinematográfica ampliada. El realizador -uno de los iconos del cine independiente norteamericano de los últimos 25 años- cumplió con el compromiso asumido, pero se presentó en las oficinas de la ABC con un capítulo de dos horas y media de duración, en vez de los 44 minutos habituales.
Si las cosas ya no pintaban demasiado bien con "Mulholland Drive", todavía mayor fue la sorpresa para estos jerarcas televisivos cuando apretaron el control remoto y frente a sus ojos empezaron a aparecer gángsters que dominan el negocio cinematográfico, fuertes escenas de lesbianismo, enanos dictatoriales, monstruos que se esconden detrás de una cafetería, cantantes latinas que hacen playback en un club nocturno llamado Silencio, imágenes de excrementos, tramas y subtramas que nunca se explicaban demasiado y muchos (demasiados) pasajes oníricos y surrealistas.
A los pocos días, ABC anunció su programación y, claro, "Mulholland Drive" no aparecía en la grilla. El proyecto fue vendido al conglomerado francés Studio Canal, que ya había financiado el largometraje anterior de Lynch, "Una historia sencilla". La poderosa productora gala no sólo respaldó al director con esa compra, sino que le permitió además volver a filmar situaciones todavía más extremas para redondear un largometraje con todo el sello Lynch.
En mayo de 2001, "Mulholland Drive" -que mañana se estrenará en las salas argentinas como "El camino de los sueños- tuvo su premiére mundial en la competencia oficial del Festival de Cannes, donde Lynch compartió el premio a la mejor dirección con otra figura clave del cine norteamericano más autoral como es Joel Coen. La tan ansiada venganza era un hecho consumado: el proyecto que había sido burdamente rechazado por la televisión de su país era reverenciado en el mismísimo Olimpo cinematográfico.
Excesos y contradicciones
Precisamente en el marco de Cannes, LA NACION estuvo en la presentación que el creador de "Duna" y "El hombre elefante" hizo ante la prensa extranjera. Nacido en un pueblo de Montana hace 46 años, este multifacético cineasta, pintor y músico vive en Los Angeles desde 1970, donde aprendió a amar y a detestar los excesos, las contradicciones, el glamour, la hipocresía, la artificialidad, las excentricidades, toda la belleza y la fealdad que conviven en su ciudad adoptiva.
""Mulholland Drive" -indicó en la charla- es uno de los caminos más largos, sinuosos, serpenteantes y extraños de Los Angeles. Desde allí se tiene una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad. Nace en Santa Mónica y termina en Malibú. Es tan extensa que nunca pude recorrerla hasta el final. Una parte es residencial y la otra, salvaje. En torno de esa ruta hay un sinnúmero de leyendas, misterios irresueltos y sangrientos casos policiales. Me parecía una síntesis perfecta. Igual, nunca voy a poder retratar a Los Angeles como lo logró Billy Wilder en "El ocaso de una vida"."
Respecto de su frustrado regreso a la televisión, Lynch fue terminante: "Tras el éxito de "Twin Peaks" creí que iba a poder convivir con una industria que tiene reglas propias demasiado conservadoras, mediocres y miserables. La primera desilusión fue con mi sit-com "On the air", que rápidamente fue volada con un desprecio absoluto. Con "Mulholland Drive" comprobé hasta qué punto los programadores tienen miedo de ver dos chicas besándose o una imagen que sugiere la existencia de un fenómeno extraterrestre o paranormal. Nunca más volveré a trabajar para la televisión. Siempre me preguntan si creo que hay marcianos en la Tierra y ahora puedo asegurar que es cierto: ¡los aliens existen y trabajan en la televisión!".
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