A priori, podría pensarse que un espectáculo de Caetano Veloso junto a sus tres hijos varones -Moreno, Zeca y Tom, de mayor a menor-, podría resultar algo forzado o autocomplaciente. Sin embargo, apenas dió comienzo el primero de sus dos shows programados en el Gran Rex con "Baby", uno de los himnos del tropicalismo, quedó claro que, en el caso de los Veloso, la magia parece ser algo que se hereda.
Fue como iniciar un viaje en el tiempo que fluyó con la naturalidad de un encuentro familiar y solo se detuvo casi dos horas después, ante un público extasiado y maravillado. Con un minimalismo ejemplar, sólo cuatro hombres sentados con sus guitarras, más algún bajo, piano y percusión ocasional, y una escenografía igualmente austera -el último trabajo de Helio Eichbauer, fallecido el año pasado, que ilustra también la tapa del álbum Ofertorio-, Caetano despliega su hechizo. Como en su paso por la última edición del Lollapalooza Argentina, junto a sus hijos, el bahiano va enlazando canciones del pasado y del presente, con un relato que es a la vez tierno, gracioso y profundamente humano, sin caer en ningún momento en la sensiblería.
"O seu amor", es una canción de Gilberto Gil que fue sugerida por Tom, mientras que "Todo homem" pertenece a Zeca, quien debuta con un tema propio cantándolo estupendamente al piano. "Genipapo absoluto", explica Moreno, es un tema perfecto compuesto por Caetano en homenaje a su pueblo, Santo Amaro. Y así sucesivamente. "Um passo a frente" es un temazo de Moreno cantado por él mismo, mientras su padre baila desde la silla con una gracia suprema, y "Clarão" es cantado por su autor, Tom, "a quien no le gusta cantar" . "De tentar voltar" de Moreno, fue incluida en el setlist a pedido de Tom, "a quien le gusta la música sofisticada", relata el mayor de los Veloso. En el samba-funk "Alexandrinho", Tom tira unos asombrosos pasos de baile, y en "How Beautiful Could a Being Be", un samba de roda en inglés que Moreno regalara a su padre, son ellos dos los que salen a bailar al escenario. La manera en que los cuatro conjugan sus voces haciendo armonías es extraordinaria, con Zeca generalmente a cargo de las voces más altas, y sus guitarras se combinan haciendo contratiempos con una rítmica irresistible.
En este contexto, los temas de Caetano adquieren nuevas lecturas, y son resignificadas de tantas maneras que harían las delicias de un semiólogo. Por ejemplo, cuando canta en "Oração ao Tempo" que "es un señor tan bonito como la cara de mi hijo". O en "Um canto de Afoxé para o bloco do Ilê", la primera colaboración junto con Moreno, cuando éste tenía 9 años. Lo mismo sucede con el tema que da título al show, "Ofertorio", compuesto por Caetano para la misa de los 90 años de su madre, y que ahora dedica a la religiosidad de sus hijos, aún cuando reconoce "yo no soy religioso". O la hermosa "Força estranha", que inicialmente dedicara a Roberto Carlos, y es entonada por todo el teatro. En "Alguém cantando", la combinación de las cuatro voces alcanza una sintonía conmovedora.
Ya en los bises, Moreno anima al público a cantar su "Deusa de amor", mientras que Caetano da una auténtica master class de vocalización en la "Tonada de luna llena", del venezolano Simón Díaz, que grabara en Fina estampa, el disco con temas que escuchaba en su infancia, y ofició de puerta de entrada a su arte para un público masivo en nuestro país. La cosa se pone realmente informal con "Cachito", una canción que popularizara Nat "King" Cole, y que interpreta de improviso explicando que "esto es personal, no profesional".
El círculo se cierra con "Alegría Alegría", otro de los temas-emblema del Tropicalismo, que presentó por primera vez en el Festival Record de Música Popular Brasilera en 1967, acompañado por el grupo argentino Beat Boys y con controversias por el uso de instrumentos eléctricos. Es otro siglo, es otro mundo, y son otros argentinos los que lo acompañan, en este caso escuchándolo con devoción en un teatro repleto. Mientras. Caetano, rodeado de tres personas que no habían nacido cuando esa canción fue compuesta, parece hacer realidad la letra de su "Oración al tiempo", cuando le propone hacer un acuerdo secreto, de modo que su espíritu "gane un brillo definido, y yo derrame beneficios". Los que asistimos al "Ofertorio", podemos dar fe de eso.
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