El rock argentino conquistó al monstruo de Viña

VIÑA DEL MAR.- Por fin pudieron conocer -y domar- al monstruo. A siete años de que uno de los terremotos más fuertes de la historia de Chile impidiera su presentación en el Festival de Viña del Mar, Los Fabulosos Cadillacs tuvieron su revancha. Sobre el escenario de la Quinta Vergara, la banda liderada por Vicentico formó parte de la primera fecha de la edición 2017 del evento chileno junto a Los Auténticos Decadentes; una jornada signada por dos de las bandas más representativas de la música argentina fuera de Argentina, que además se encuentran festejando sus tres décadas de carrera.

Sin embargo, durante la noche de apertura, aquellas celebraciones, que potencian el espíritu festivo de ambas agrupaciones, fueron parte de algo mucho más grande. No por nada el llamado "festival de festivales" es considerado uno de los más imponentes e importantes de la región: Viña del Mar es un festival, pero también es el show televisivo (que transmite Chile Visión, pero que replica TNT y HTV en vivo para toda Latinoamérica) más ambicioso de esta esquina de América, con un montaje y un despliegue visual de características grandilocuentes, al nivel de los espectáculos más destacados del Norte. En la Quinta Vergara, cada una de las seis noches del evento se reúnen 15 mil personas, pero en sus casas hay 150 millones mirando.

Viña del Mar también es una competencia musical: todos los años, un seleccionado de canciones de varios países del mundo se enfrenta en dos categorías, la internacional y la folklórica, y son evaluadas por un jurado de celebridades, que esta vez cuenta con dos presencias argentinas, Lali Espósito y Gastón "el francés" Bernardou, de Los Auténticos Decadentes. Ellos se suman a Maluma, los mexicanos Mario Domm (vocalista del grupo Camila) y el dúo Río Roma, entre otros personajes de la escena chilena. Sus votos tienen la validez oficial pero el verdadero juez -el que da el veredicto final y de ser necesario aplica ley marcial- es el famoso monstruo, como se apodó al público del festival, por su sinceridad feroz. Aunqueesta vez, en la primera noche, el monstruo pareció bastante manso.

Primero, los Cadillacs tuvieron su absoluta aprobación. El show, que implicó el regreso del saxofonista Sergio Rotman (ausente en la gira de presentación del último disco, La salvación de Solo y Juan), repasó todos los infaltables de su repertorio: los clásicos "Manuel Santillán, El león" y "Mi novia se cayó en un pozo ciego" para empezar; "Mal bicho" y "Matador" para terminar, pasando por "Carnaval toda la vida" y "Saco azul". Sin mucha sorpresa, el premio Gaviota de Plata (que entrega la organización pero el monstruo arenga o abuchea) les fue concedido. Los bises "Siguiendo la luna" y "Vasos vacíos" apelaron a la memoria emotiva de una audiencia que solo tuvo demostraciones de cariño. Por eso llegó el regalo exigido, que los presentadores Carolina de Moras y Rafael Araneda dieron a Vicentico que no pudo evitar buscar complicidad en Flavio para hacer una mueca ante la evidente pantomima: la Gaviota de Oro. Agradecidos, se retiraron para dar lugar al show humorístico de la noche, con el chileno Juan Pablo López, que tras su stand up de historias mínimas y trasfondo de crítica social escuchó el grito/pedido de ga-vio-ta con lágrimas en los ojos.

Para los Decadentes era la cuarta vez en 15 años en la Quinta Vergara. El monstruo los ama, si no, no sería posible. Casi a las tres de la mañana, un Cucho Parisi colorido animó la primera parte de la fiesta interminable (cíclica, con la rotación de su voz cantante) con "Cómo me voy a olvidar", "Quiero ser un pendejo" y "Los piratas"; en seguida, Jorge Serrano tomó la posta con "Corazón" y "Diosa", para después darle protagonismo al guitarrista Diego Demarco que cantó sus composiciones "Besándote" y "El gran señor". El regreso de Cucho fue con "Vení, Raquel"; y en el "Tutá tutá" bajó del escenario para llevar el carnaval a un público transformado en invitados a un casamiento eterno, acaso entre dos naciones ahora hermandadas por la música.

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