El regreso de Cabaret: Florencia Peña y Mike Amigorena traen "la vida magnífica" a Buenos Aires
En los "felices años veinte" vivió una periodista cuyo nombre pasó a la posteridad no tanto por su trabajo sino por la pintura que hizo de ella un artista: Sylvia von Harden fue retratada por Otto Dix en 1926 bebiendo un martini y fumando un cigarrillo en el Romanisches Café, famoso en la Berlín de Weimar por ser el centro neurálgico de los intelectuales. Según Otto Dix, no la estaba retratando a ella, sino a una época ambigua, resiliente, de posguerra -de entreguerras-, excesiva, hedonista, acaso consciente de los oscuros años que todavía faltaban afrontar. Una época en que la realidad se vestía de bataclana y bailaba charleston, el baile de la despreocupación, en un cabaret. Todos bailaban sobre el volcán.
"En un cabaret, sucede esta historia, no es una historia que sucede en un cabaret", dice Alberto Negrín. Esa fue la "idea fuerza" para montar su última gran escenografía: el Kit Kat Club diseñado casi arqueológicamente como un verdadero cabaret en el interior del teatro Liceo. Dos tercios de la platea están cubiertos por mesas de época y en todo el teatro hay lamparitas con luz colorada. En el escenario, escaleras caracol, una cortina de metal y un cartel luminoso. Hay también un enorme friso, obra de Negrín, que mezcla el tríptico Metrópolis, de Dix, con obras de George Grosz, y es del todo elocuente: reúne mujeres desnudas, bailarinas, músicos y nazis. En un rincón, con su monóculo, su cigarrillo y su androginia, está también esa mujer que simbolizó una época. Tal como lo hizo Bob Fosse, quien en su film Cabaret (1972) ya había echado mano al cuadro de Sylvia von Harden, Alberto Negrín eligió valerse de los artistas plásticos que supieron interpretar los convulsivos años en los que germinó el nazismo, para enmarcar su escenario. Entrar en el teatro Liceo será a partir del 4 de abril un verdadero viaje en el tiempo gracias al minucioso trabajo del escenógrafo, quien trabajó con el equipo de la puesta original en Amsterdam y París, y también montó la escenografía en España, alma máter del regreso de Cabaret, musical de Joe Masteroff (libro), John Kander (música) y Fred Ebb (letras), a los escenarios porteños.
Masticó la idea con tiempo y cuando se la propuso a Gustavo Yankelevich ya tenía varios puntos importantes decididos en su cabeza. Hizo una maqueta para mostrar cómo se iban a mover y ubicar las cosas, propuso que se hiciera en un teatro chico, que fuera una versión adaptada y más compacta -dura una hora cuarenta y no tiene intervalo-, y dijo quiénes deberían protagonizarla: Florencia Peña , como Sally Bowles y Mike Amigorena , como el Maestro de ceremonias (Emcee). Yankelevich había visto la película de Bob Fosse 16 veces. Dijo que sí. Juntos sumaron a Claudio Tolcachir para la dirección de actores, al experto en Fosse, Gustavo Wons, para las coreografías, a Gerardo Gardelín para la dirección musical e hicieron un casting muy cerrado. Allí quedaron Graciela Pal como Fraulein Schneider, Juan Guilera como Clifford Bradshaw, Alejandra Perlusky como Fraulein Kost, Enrique Cragnolino como Herr Schultz, Rodrigo Pedreira como Ernst Ludwig; y Sebastián Vitale, Cintia Torres García, Cynthia Manzi, Florencia Viterbo, Carla Lanzi, Eugenia Stanovnik, Romina Groppo, Facundo Magrane y Mariano Condolucci. A su vez, la propuesta lleva el sello artístico preciosista de Renata Schussheim en el diseño de vestuario.
El comentario unánime entre técnicos y actores es que la energía y la camaradería que se armó en este grupo es "genial". Si no les toca estar en escena, los intérpretes están mirando y vivando a sus compañeros en la platea. Cada vez que termina alguien de hacer su parte los demás le dicen algo lindo. "Nos gusta vernos, nos apoyamos, todo el mundo es muy servicial con el compañero, es un elenco hermoso", dice Mike Amigorena a LA NACION. Con Florencia Peña se conocen desde años atrás. "Somos muy amigos", agrega Florencia, la encargada de ponerse en la piel de uno de los personajes más emblemáticos de la historia del musical. Se deshacen en elogios mutuos: "Cuando ella canta 'Cabaret'… Se viene el teatro abajo. No sé qué va a pasar con el público". "Siempre vi un Emcee bastante parecido. Una cosa más lasciva… Oscura. Mike hace un Emcee que es otro plan. No es lo que estás acostumbrada a ver. Es único, es muy personal", jura. Ambos coinciden en que están cumpliendo un sueño con estos personajes. "Nunca reparé en el teatro musical. Salvo Cabaret. El Emcee de Cabaret es como un Hamlet. Son personajes que te vienen a buscar. No podés hacerlo porque vos querés. Es un poco impune. No se sabe qué es. Es ambiguo. Es el anfitrión. A mí me gusta, me siento cercano a esa textura. Un ángel, un demonio. No hay un rol como este para mí", dice Amigorena. "Me llega en el mejor momento. En mi mejor versión. Me gusta hacer cosas no esperables de mí en este momento. El drama me encanta, la paso también muy bien, esta obra me propone un nuevo color, y eso está buenísimo. Ahora tengo la experiencia de mis vivencias personales, que en definitiva es lo que convierte a un actor en un actor con herramientas, por haber transitado la vida, y herramientas actorales por todo lo que vine haciendo. Creo que los personajes aparecen cuando una está preparada para hacerlo. Hacer Sally Bowles es un personaje femenino que cualquier actriz que canta le gustaría hacer, así que estoy cumpliendo un sueño. Me siento gratificada. Y con la responsabilidad de hacerlo bien, porque tenemos un dream team, no lo podemos hacer mal".
La responsabilidad es sin dudas grande. Pocas obras cuentan con referentes tan contundentes como Cabaret en el imaginario popular. Liza Minnelli y Joel Grey dejaron sellados sus nombres en los personajes de Sally Bowles y el Emcee en la versión fílmica que Yankelevich vio 16 veces. Pero en la Argentina también hay referencias anteriores: en 1988 se puso en escena con Andrea Tenuta, Carlos Perciavalle y Mario Pasik; en 2002 hubo un intento de hacerla regresar con Elena Roger, pero la crisis la hizo inviable; finalmente volvió a ponerse en 2007 con Alejandra Radano quien meses después fue reemplazada por Karina K, y las dos lograron dejar su huella en un personaje ya de por sí legendario. A su vez, Alejandro Paker saltó a la notoriedad con su interpretación del Emcee. Estuvieron acompañados por Marcelo Trepat, Luz Kerz, Juan Carlos Puppo, Patricia Echegoyen, Diego Mariani y un gran elenco.
"Nuestro Cabaret tiene un eclecticismo, una vida en cada paso que dan los bailarines. Los cuerpos son cuerpos que dicen, que vienen a trabajar, no son bailarinas del musical de Tinelli. Es muy nuestro. Hay oscuridad y hay brillantez. Más brillantez, más alegría de vivir. La gente va a encontrarlo cercano. No solamente por el espacio sino por el tratamiento de cada cuerpo", explica Mike. "Además lo tenemos a Claudio -agrega Florencia- que es un director muy minucioso. Es increíble. Te guía y no te das cuenta y estás terminando el proceso y decís en qué momento llegamos hasta acá. El está muy ocupado de que nosotros estemos llenos cuando decimos y miramos. La mirada de Negrín y lo que propone Claudio Tolcachir hacen que la obra se convierta en una trompada que dura una hora cuarenta".
La trompada es una buena metáfora para resumir Cabaret. Cuenta la historia de un hombre y una mujer que viven a fondo la exuberancia de una ciudad cosmopolita y alterada, que ven de costado una realidad aterradora, la niegan todo lo que pueden, hasta que el hechizo se rompe. Abrir los ojos y tomar una decisión los dejará de un lado o del otro de la etapa más oscura de la historia de la humanidad. "Es perfecto para esta época y es viejísima la obra", reconoce Amigorena. "Seguimos atrapados en lugares que no son los nuestros -agrega Peña-, demandas que nos dicen cómo vivir la vida, qué hacer, qué no hacer, el avance del mundo de la derecha, cosas que creíamos haber superado y volvemos a ver… El 24 de marzo, día de la memoria, que debería ser un día unánime, vi que se imponía en las redes sociales el hashtag ‘no fueron 30 mil desaparecidos’. Suponete que sean usuarios pagos. Por qué pagarías por imponer algo que no tiene sentido. Si fueron 28 mil... La realidad es que si hubieran sido 20, ¿qué estamos discutiendo? Hoy, 2019, después de todo lo que ya hemos visto que fue esa tragedia y en qué nos convirtió y qué cosas ocurrieron después de que pasó eso, seguimos discutiendo. Creo que el mundo no evolucionó en muchos aspectos. Veo la obra y pienso que estamos contando el Holocausto pero estamos contando muchas otras cosas que tienen que ver con el dolor humano".
Bailando sobre el volcán
El 2019 arrancó con el estreno de Chorus Line y La jaula de las locas (en Mar del Plata). Tras el debut de Cabaret, dos musicales de Broadway más harán subirán al escenario: Camarera (Waitress) y Una vez en la vida (Once). En mayo, otra leyenda: Hair. Dos que se habían proyectado decidieron posponer sus estrenos por la crisis:Come from away y Hello, Dolly! En un contexto económico inflacionario de horizonte incierto, la producción de un espectáculo de la envergadura de Cabaret parece un salto kamikaze: 14.700.000 pesos se invirtieron para lograrlo. "Quiero prenderle una vela en mi camarín a Gustavo Yankelevich como si fuera [el dios hindú de la abundancia] Ganesha. Porque semejante inversión en un momento como este es milagrosa. La gente no tiene para pagar el gas, menos para una entrada al teatro", dice Florencia Peña. Sin embargo, contra los pronósticos, la preventa va bien y, según los informes no son las entradas de 400 pesos las que se vendieron primero, sino las más caras, que rondan los 2000.
"Para el teatro en general, la escena es dramática -sentencia Peña-. En el macro, el teatro perdió muchos espectadores, podés tener tres, cuatro obras a las que les va muy bien y la brecha con las que les va mal es enorme. Entiendo que en las crisis no hay que dejar de hacer, quizás hacer de otra manera, pero nunca dejar de hacer. La preventa está muy bien, pero no deja de ser una isla si miramos alrededor. A mí me encantaría que la gente vaya mucho al teatro. Pero hay algo que es real, hay un sector que puede y hay un sector que no puede pagar las cuentas. No lo podemos desconocer. No podemos mirar solamente nuestro ombligo, eso lo tenemos muy claro".
En un año electoral, el pedido de la actriz para los políticos y candidatos es concreto: "Lo más importante de entender es que la inversión en cultura devuelve otra cosa, que tiene que ver con la identidad. En otras partes del mundo el teatro está subvencionado. Siempre la cultura va a ser necesaria, parece que no interesa esa inversión y lamento mucho que se de ese pensamiento. Creo fehacientemente que sobre todo en momentos tan opacos como el que está viviendo el país, es importante que la gente tenga posibilidad de conectarse con la cultura".
"Aquí la vida es magnífica", lanza el Emcee, invita, arenga. La frase y lo que esconde son un retrato de época. Lo será también la puesta de Cabaret en la Argentina este año. "Wilkommen, bienvenue, welcome", Cabaret.
Los números del Kit Kat Club
14.700.000 de inversión
22 artistas en escena
500m2 de placa de madera para los nuevos pisos del escenario y la platea
300 metros lineales de caños estructurales
600 lamparitas secuenciadas
100 lámparas con pantallas para las mesas
100 mesas nuevas estilo cabaret
150 sillas Thonet de época
El toque mágico de Alberto Negrín
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