El pop tiene un nuevo rey y fuimos testigos
Bruno Mars - 24K Magic World Tour / Músicos: Bruno Mars (voz), Phillip Lawrence (coros), Phredley Brown (teclado), Jamareo Artis (bajo), Eric Hernandez (batería), Kameron Whalum (trombón), Dwayne Dugger (saxofón), Jimmy King (trompeta) y John Fossit (teclado) / Lugar: Estadio Único de La Plata / Nuestra opinión: muy bueno
Una sola canción y una ovación sin precedente. La hazaña fue posible porque, en realidad, Bruno Mars ya tenía a todos prendados de él antes de esta noche de sábado. Atraídos como imanes por la artillería de hits que produjo el artista hawaiano, los argentinos que dijeron presente en La Plata habían agotado los tickets hacía mucho tiempo. El Único estaba exultante, y cuando terminó "Finesse", la primera canción, el estadio se vino abajo con un rugido ensordecedor, prolongado y adulador. Eran las 21.25 y todavía faltaba casi todo.
En honor a los 24K que le dan nombre a su gira mundial -la 24K Magic World Tour-, el cantante, autor, bailarín y megashowman se rodeó de una maquinaria de lujo para subirse al escenario: todo era pomposo, dorado y rutilante en la puesta en escena que trajo a la ciudad de La Plata en su segunda visita al país (la primera fue en 2012, a Mar del Plata), y se montó de tal manera que el público no dejara de recibir estímulos. El recital comenzó con un show de fuegos artificiales y la pirotecnia se usó como recurso para subrayar cada golpe rítmico de relevancia en las canciones, para marcar el tempo y para mantener los ojos de uno maravillados. Un recurso eficaz para dejar el ánimo de la gente bien arriba, pero, en el abuso, también efectista y poco original.
Cuando tomó la palabra por primera vez en la noche, Bruno agradeció la presencia de DNCE, la banda telonera liderada por Joe Jonas, que, durante media hora, armó una revolución de energía, la suficiente para dejar al público preparado para el estallido "marsiano". Los mismos que deliraron con el ex Jonas Brothers ahora tenían gorras y collares de metal para emular el look funk del chico de Honolulu y sus oros de 24k.
Un factor externo hizo que el recital se viviera como una alegría inédita desde las presentaciones de los teloneros en adelante: que se hiciera un día sábado. Mientras la mayoría de las fechas de tours grandes tocan para nosotros durante la semana (U2, Coldplay), Bruno Mars tuvo la suerte de caer un sábado. La sensación de cero estrés alrededor se hacía notar: nadie había tenido que correr desde su trabajo para llegar a tiempo hasta La Plata, el tránsito no había sido lo demoledor de los días de semana, cuando el éxodo hacia el Único se superpone con el regreso al conurbano de muchísimos trabajadores de la ciudad. El público tenía ganas de disfrutar.
Tras prodigarle ovaciones a DNCE, hasta que empezara el show de Bruno, y después de la clásica ola tribunera y los aplausos para apurar al músico, el público comenzó a bailar moviendo sus celulares con la luz de la linterna encendida. Pero no respondió a un pedido que llegaba desde el escenario, como pasó recientemente con Bono y Chris Martin. Sin liderazgo más que el dictado por corazones contentos, miles de personas se sumaron a la propuesta no verbal de encender las luces y bailar hasta que Bruno saliera a escena. El resultado fue una bella postal de una multitud conectada a través de la música y de la alegría.
La sucesión de éxitos comenzó con "24K Magic", ese tema que viene haciendo bailar al mundo desde 2016, y siguió con "Treasure", mezcla de funk y disco que no para de sonar en radios y listas de Spotify desde 2012. El set de temas incluyó un buen surtido de los más grandes hits de su carrera, con muchas canciones del disco 24K Magic, pero también los que ya son sus clásicos: temas más hiphoperos, como "Chunky" y "That's What I Like"; baladas como "Versace on the floor", "When I Was your Man", y las esperadas "Locked out of Heaven" y "Just the Way You Are" se sucedieron en poco menos de una hora y media de show. El cierre sería a pura pirotecnia con "Uptown funk". Aunque para muchos dejó gusto a poco: "The Lazy Song" y "Gorilla" brillaron por su ausencia, y algunos esperaban que los bises se extendieran un poco más.
Respaldado por su banda, los Hooligans, con la que supo restaurar un estilo que parecía olvidado, el new jack swing, y remezclarlo con funk, hip hop e incluso rock y soul, Bruno Mars logró un sonido original y poderoso, pero por sobre todo pegadizo, que fue celebrado por las más de 50.000 personas que se reunieron en La Plata para verlo y que no pudieron evitar bailarlo todo.
"Te quiero mucho, mi chica", dijo en un divertido español para agitar el frenesí. Bailó, bromeó, sonrió. Hizo un tributo a su manera del moonwalk de Michael Jackson. Se divirtió con su banda, un grupo de bailarines-músicos que se apropió del escenario para secundar al líder como un verdadero equipo compacto. Dejaron todo en la cancha, pero sobre todo una buena noticia: en los tiempos de la nostalgia por las megabandas y por los artistas legendarios que se fueron y no volverán, un nuevo rey llegó para quedarse. Y se llama Bruno Mars.
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