El palacio donde habitan las almas bohemias
La Botica del Ángel, espacio creado por Eduardo Bergara Leumann, cumple 50 años y lo celebra con diversas actividades
"De todo, como en botica." La frase, que tiene su origen en el siglo XVI y hace referencia a lo nutridas que eran las farmacias de la época, parece estar pensada para hablar sobre La Botica del Ángel. Creado y fundado el 8 de diciembre de 1966 por Eduardo Bergara Leumann, el espacio artístico cumple 50 años y se celebra con eventos especiales.
La Botica, que hoy funciona como museo en Luis Sáenz Peña 541, se inauguró en Lima 670. Tres años después, se mudó debido al ensanchamiento de la avenida 9 de Julio. Allí encontró su lugar definitivo: una ex iglesia metodista en pleno barrio porteño de Monserrat. Ideada íntegramente por Bergara Leumann, desde su concepción fue pensada como un museo y espacio artístico heterogéneo que no discrimina. En sus paredes, pasillos y escaleras que unen a las 33 habitaciones conviven homenajes al tango y al folklore, así como a medios y periodistas, deportistas y hasta un espacio dedicado a Doña Petrona, pionera en unir la cocina y la televisión. La definición perfecta de la Botica la dio su mismo creador: un museo de las contradicciones argentinas.
Allí debutaron Valeria Lynch, Marikena Monti, Susana Rinaldi y Leonardo Favio. Quienes la frecuentaban decían que nunca se sabía si había más artistas sobre o debajo del escenario. Ernesto Sábato aseguró que allí vio los espectáculos más originales del mundo. Tania dijo que La Botica era como "un Disney para grandes con fantasía". Y hay mucho de lúdico: cada espacio es temático y no hay pared que no esté colmada de obras, cuadros, fotografías, manuscritos o frases. Sin embargo, todo parece tener un porqué; nada parece librado al azar. El museo de la Botica es una narración constante: cada ambiente presenta una escena distinta con nuevos personajes que invitan a reconstruir la historia del arte local.
Está el Camarín de Eva Duarte, espacio que refleja las contradicciones de las que hablaba Bergara. Allí se exhibe un vestido que usó Libertad Lamarque -conocida rival de Evita- durante el rodaje de La sonrisa de mamá. También está el Prostíbulo, homenaje a los bulines de la época; la sala en homenaje al compositor de tangos uruguayo Francisco Canaro, "Todo se olvida con el champagne", espacio de estilo art nouveau surrealista; el Patio de la Morocha, uno de los varios espacios arrabaleros; el Circo Criollo, que homenajea a las primeras expresiones teatrales argentinas de los hermanos Podestá; y el baño de Shakespeare, cuyos mingitorios tienen pintada la cara del autor inglés, y constituye una de las pocas presencias de personajes extranjeros en toda La Botica. Obras de Quinquela Martin, Antonio Berni, Guillermo Roux y Raúl Soldi, manuscritos de Félix Luna y Mercedes Sosa, y hasta un cheque firmado por Gardel visten sus paredes.
La coyuntura atraviesa todos los espacios de la Botica. No es sólo un recorrido; en los ambientes del museo se cuenta la historia de un país a través de su cultura. Protagonista de la vida porteña, en 1973 cerró sus puertas luego de sufrir amenazas. Al igual que muchos artistas, la Botica no pudo escapar de la época más oscura de Argentina. Bergara vendió el espacio y partió a Europa, donde trabajó con Fellini y participó en películas francesas. También expuso sus dibujos y obra plástica en los Estados Unidos. En 1980 regresó al país, y recién en 1996 recuperó su casa-museo. Por suerte, estaba intacta: lo único que faltaba era su bohemia.
Algo llama la atención: los únicos objetos personales del fundador de la Botica fueron puestos allí luego de su muerte. Cuando se podría pensar que el ego de un artista es enorme, Bergara vuelve a sorprender: no había rastro suyo en todo el museo. "No todos los presentes en las paredes de La Botica eran sus amigos", dice José Luis Larrauri, quien trabajó durante veinte años con Bergara Leumann y hoy oficia de guía, remarcando la objetividad del creador. Él prefirió contar la cultura argentina como un mero espectador, mientras que fue protagonista y artífice principal.
Las actividades de la Botica, a cargo de la Universidad del Salvador desde la muerte de Bergara en 2008, mantienen la esencia original. Hay visitas guiadas al museo todos los miércoles y viernes y espectáculos de tango, folklore y radioteatro. En el marco de las celebraciones de los 50 años, el martes próximo sube a escena el musical Cuatro barrios, de Norberto Vázquez Freijo; el jueves habrá un homenaje a Tita Merello, y el viernes, a las 19, con entrada libre y gratuita, cantarán varios de los intérpretes del mítico programa La botica del tango (programación completa en boticadelangel.usal.edu.ar).
"En este país te preguntan qué no sabés hacer y te dan el puesto". La frase, dicha por la actriz Mecha Ortiz, está enmarcada y colgada en uno de los patios del museo. Aunque el dicho parece no perder vigencia, algo es innegable: Eduardo Bergara Leumann tuvo un lugar que sólo él podía ocupar. En Lima 670, donde estaba la Botica original, un ángel permanece como recuerdo y homenaje. En el imaginario de la cultura argentina, Bergara permanece como recuerdo y homenaje en sí mismo.
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