El misterioso Bach, gran trabajo de Albert Schweitzer
Un libro que pasó de moda y la figura de un musicólogo que todavía vale la pena descubrir
Días atrás busqué en mi biblioteca el Bach, de Albert Schweitzer, porque se cumplían 142 años de su nacimiento en la Alsacia alemana, el 14 de enero de 1875. Revisé una y otra vez. En un rato de llamadas telefónicas, desconcerté a varios colegas. Todos estaban seguros de tener el libro, pero no lo encontraban.
¿Dónde se esconden los libros que nos desaparecen? Las bibliotecas no discriminan y, casi siempre, en el mismo estante, también duermen libros que no consiguen sobrevivir a su tiempo, como Bach, el músico poeta, de Schweitzer, para nada, un trabajo musicológico. Absorbido por las Cantatas y cruzado por opiniones personales, mucha gente de generaciones anteriores inició con él su amor por Bach. Bach quedó. Pero el libro pasó de moda.
No es creíble que Schweitzer esté en camino del olvido, por más rápido que vayan las cosas en otras direcciones. (Aunque no se trata de una evocación fácil para la que, por cierto, no me encuentro calificado.)
Habría que hablar de casi todas las escuelas y academias que produjeron corrientes del pensamiento entre las dos guerras. De los estudiosos y críticos que las discutieron.
De la sociedad y sus reacciones, la política y las comunicaciones, los prejuicios, el colonialismo. De la ciencia, la poesía, la religión y la aventura que empezó con Homero y Sócrates. Y de la conciencia de una época que tuvo a Schweitzer como actor. Apenas sería el comienzo.
Schweitzer fue médico, teólogo, filósofo. También fue músico. No tocaba bien el piano, pero sí el órgano, con el que logró justificada celebridad europea a través de cantidad de conciertos, cuyas recaudaciones destinaba a la construcción de un hospital en Lambaréné, hoy Gabon, África, donde se fue a vivir en 1913, se dedicó a curar leprosos y estudiar sobre esta enfermedad.
La vida cuidó a este ser singular y semimágico hasta los 90 años, porque se murió en Lambaréné en 1965. Por ocuparse tan obsesivamente de la vida de los otros, en 1952 se le concedió el Premio Nobel de la Paz.
Y una curiosidad familiar: fue tío carnal del gran escritor Jean-Paul Sartre.
Un consejo: si usted quiere escuchar su voz y sus interpretaciones musicales, en los catálogos hay gran cantidad de videos y CD que documentan su paso por este mundo.
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