El lunfardo del 2000
Una nueva generación de letristas asoma en el horizonte tanguero, con muchas influencias del rock y palabras modernas que le sacan la naftalina al género
Hace varios años que existe una verdad revelada en el ambiente tanguero: se acabaron los nuevos letristas. No por casualidad quienes son considerados el punto de referencia más actual de la canción ciudadana -Horacio Ferrer, Eladia Blázquez y Héctor Negro- pertenecen a la generación poscuarenta.
Pero hay un dato que marca un cambio: en 1998, en el concurso que realizó el Sindicato de Autores y Compositores (Sadaic) durante la primera edición del Festival de Tango de Buenos Aires se recibieron cerca de 1500 letras inéditas "con un nivel bueno y mucha participación de gente de 25 a 35 años", según Negro, jurado de ese certamen.
Otro dato alentador: en el certamen anual Hugo del Carril, que realiza el Centro de Divulgación Musical desde hace ocho temporadas, se recibe un promedio de cien obras nuevas por año. Pero, además, según los organizadores, el concurso exclusivo para aficionados de entre 20 y 60 años registra un cambio en el último tiempo: muchos de los ganadores en las últimos tres ediciones no superan los 35 años. "Ahora hay nuevamente una necesidad por escribir las propias vivencias y perder cierto respeto a la tradición de cantar siempre los cincuenta clásicos que hace todo el mundo. Después de que el Polaco Goyeneche hizo la versión de "Naranjo en flor", ¿quién la puede hacer mejor? Un tango nuevo tiene la posibilidad de no ser comparado y, si bien es un riesgo estrenar algo que nadie conoce, a la vez es un atractivo ejercicio, tanto para el músico como para el público, que suele responder muy bien", explica la compositora y pianista Claudia Levy, una de las que se animan a estrenar sus propios tangos en vivo.
Ella, junto a un puñado de nuevos letristas de 25 a 35 años que hace tiempo trabajan en silencio y que ahora estrenan sus propios temas, imaginan otro destino para el cancionero ciudadano. "¿Qué autor no quiere cantar sus propios temas o que le canten su obra? _dice Clori Gatti, que con el guitarrista Pablo Zapata forman una dupla compositiva para tener en cuenta-. Tenemos necesidad de decir cosas nuevas, de contar lo que nos pasa, porque el tango siempre registró lo que le pasaba a su gente. Nos dimos cuenta de que el público también quiere escuchar el pensamiento de un grupo de gente de esta generación. Y para eso no hay ninguna pauta temática establecida." Los nuevos letristas hablan del barrio, el amor y del reviente con una temática atemporal que supo nutrir por décadas a la música ciudadana. Se sienten un poco hijos de Manzi, Discépolo, Expósito, Celedonio Flores, Centeya, Lepera y, por qué no, de Spinetta y Charly. Pero reclaman una nueva representatividad.
"Necesitamos escribir desde otro lugar. Particularmente, no me interesa que la letra tenga que ver con un momento. Tampoco me interesa utilizar palabras que en lo cotidiano no uso. Una canción que dice: "Mostráme esa peluca de alondras" no me identifica", dispara Acho Estol, autor de las letras nuevas que interpreta el grupo La Chicana.
La mayoría de estos poetas encabezan sus propios grupos. Y, por ahora, es el canal más directo para hacer conocer sus tangos. "La gente quiere temas nuevos, pero cuando son buenos -dice Sacri Delfino, del grupo El Berretín-. El tema es cómo hacerlos llegar. Nosotros tuvimos oportunidad de estrenar muchos temas ante auditorios grandes y tienen muy buena respuesta. Si no, sería imposible", cuenta quien obtuvo como autor dos galardones en los últimos certámenes del Hugo del Carril.
En 1996, la revista de cultura La Maga organizó un concurso de nuevos letristas de tango. En la redacción se recibieron unas 5000 obras, de las que fueron seleccionadas tres para que fueran musicalizadas por Osvaldo Piro, Raúl Garello y Javier González, que se estrenaron a fines de ese año en el Paseo La Plaza. Pero la cosa quedo ahí.
Muchos apuntan como responsables directamente a los cantores más reconocidos, que se preocuparon muy poco por renovar su repertorio y buscar nuevas letras de tango. "Prefieren hacer lo de siempre, lo que es más seguro y lo que saben que va a funcionar. Nosotros ni siquiera existimos y es muy complicado poder difundir estas obras, que por lo menos merecen ser escuchadas", sentencia Adrián Harvi (35 años), que salió segundo en el concurso del Festival de Tango con su tema "Puñales de plata", y que alterna la composición con su profesión de sonidista. Este problema no es nuevo. Según el poeta Héctor Negro, esto sucede desde la época en que comenzó a componer tangos. "Es difícil ir más allá de Homero Expósito, porque no tenemos intérpretes. Cuando surgí del festival Odol de 1967, con la canción "Esta ciudad", los cantores le escapaban porque era demasiado nueva, poética y audaz."
De Discépolo a Manzi
A pesar de la dificultad, la usina creativa siguió generando diferentes corrientes compositivas. El joven y académico Gabriel Soria reconoce diversas tendencias: "Algunos van por la línea discepoliana y otros, para el lado de Manzi. Me preocupa que se repitan como molde. Tratan de expresar lo que sienten respecto de temáticas de fin de milenio, como el SIDA, y dejan un poco de lado un lenguaje más poético".
Negro consigna: "Cada autor tiene un lineamiento propio. Algunos son líricos, sentimentales y evocativos. Otros se abocan al testimonio de lo actual, en una forma más de crónica de la realidad, con gente que se nutrió del rock, como Acho Estol".
Pero muchos de estos creadores no salieron por generación espontánea. Para algunos, el germen fue la moda del baile. Las milongas permitieron el encuentro de músicos y nuevos poetas. "En la milonga se está dando vida a algo que parecía muerto. Estamos aprendiendo los códigos, los giros y estamos reviviendo un ambiente tanguero que se había perdido y era necesario para escribir. En este contexto empiezan a aparecer los nuevos tangos", dice Alfredo Rubin, El Tape, del Cuarteto Almagro.
Conocidos o no, juntos o por caminos paralelos, ya son varios los que están dejando testimonio del presente con su propio sello. "Soy moderna para arreglar los clásicos, pero cuando me tengo que sentar a componer retomo un estilo más de los 20, con mucha ironía y desde una mirada femenina. Por suerte, hay mucha gente que está escribiendo valsecitos, milongas o temas más del tipo canyengue, como los que hace (Daniel) Melingo, que viene del rock, pero retoma esa estética de la vieja guardia", cuenta Claudia Levy.
Son el nexo con una generación intermedia que sufrió demasiado el peso de los grandes poetas. Con menos prejuicios y personalidad están haciendo un camino propio dentro de la letrística tanguera. "Intentamos seguir el legado que dejaron los grandes poetas del tango. Y si son tan vigentes es porque nos están diciendo que la cosa no terminaba con ellos. Hay que continuar la historia. Aunque nadie va a comparar a un poeta de hoy con Manzi, ni con nadie, porque son incomparables", completa la cantante Clori Gatti.
Algunos sólo se animaron a mostrarlos desde sus grupos. Otros están gateando como compositores. Y el resto son el resultado de una cantera joven que está produciendo buenos tangos del futuro. "Todavía nos falta muchísimo -reconoce Acho Estol, autor de las letras del grupo La Chicana- y todo nos cuesta el doble. Tenemos que escribir cien tangos malos para que quede alguno bueno. En eso estamos."
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