El legado de Hugo Midón
El reestreno de Objetos maravillosos, de Hugo Midón y Carlos Gianni, encontrará hoy en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín un marco que realzará el lucimiento de la puesta en escena de Gabi Goldberg. Sobre el escenario, antes de iniciar la función, se producirá un traspaso simbólico. Todo el material generado por Hugo Midón en torno a su obra será entregado por su hijo Julián a la esfera de lo público. El Centro de Documentación del Teatro San Martín recibirá el archivo personal del creador de Vivitos y coleando, fallecido demasiado temprano, a los 67 años, en 2011.
"Es abrir el juego", dice Julián Midón, y da en la tecla de la partitura conceptual de su padre. En uno de los escritos de Hugo, que forma parte de una exposición de presentación en las puertas del Centro de Documentación, en el sexto piso del complejo teatral, se puede leer: "El arte, fundamentalmente, es creación, juego. El punto de vista del artista es el del juego. Jugar quiere decir modificar la realidad, transformarla, darla vuelta, replanteársela".
Textos y guiones, apuntes para el diseño de vestuario y escenografía, filmaciones, fotos, entrevistas y críticas, incluso poemas escritos por Midón a fines de los 60, todo estará disponible a la consulta no sólo de investigadores y especialistas, sino del público en general, en el Centro de Documentación que abre de lunes a viernes en el sexto piso del complejo. El material de lo que Midón llamaba sus "archivos generales" estará ordenado por obras, desde las iniciales La vuelta manzana, Pajaritos en la cabeza y Juan de los caminos, pasando por El imaginario y Narices, hasta Playa bonita. Se requerirá aún de un trabajo de ordenamiento y clasificación, pero las dos primeras cajas de documentos ya estarán disponibles, sobre Stan y Oliver y Objetos maravillosos.
"Empezaba haciendo un boceto, apuntaba en sus cuadernos personajes, conflicto y temas de la obra en ciernes y resumía la estructura general en unas pocas páginas. De ahí pasaba al libreto, siempre escrito a máquina o a mano, jamás en computadora", cuenta Julián, sobre el proceso creativo de su padre.
Pequeñas incidencias de la vida real solían ser el detonante. Así ocurrió con Huesito Caracú. Midón había adquirido en los 90 un pequeño campo cerca de Mercedes, en el que disfrutaba ver crecer las espigas. Pero experimentó las condiciones monopólicas de la empresa eléctrica local, que imponía altísimos precios para el tendido de la conexión de luz. "A partir del contraste entre la belleza y la paz de la vida de campo y la conflictividad social, sale la obra", recuerda Julián.
El disparador de Stan y Oliver fue una invitación de Mario Grasso, el recordado conductor del ciclo televisivo de documentales La aventura del hombre y gran impulsor de cineclubes infantiles. Grasso había editado una recopilación de las películas de Stan Laurel y Oliver Hardy. Solía estallar en fuertes carcajadas cada vez que volvía a ver una escena del dúo cómico. Probablemente se le plegara Midón, que también era de buen reír, cuando lo invitó a ver aquella recopilación. Midón estaba ensayando en esos momentos El salpicón, con Omar Calicchio y Gustavo Monje, quienes bromeaban en camarines haciendo del Gordo y el Flaco. De la suma creativa de estas vivencias, surgió una de las obras más memorables del repertorio midoniano.
"Midón simboliza la magia del teatro infantil, de su vitalidad, con un lenguaje a la vez simple y maravilloso", define Alberto Ligaluppi, el director del Teatro San Martín que recibirá de Julián Midón el legado del autor. Se suma a los archivos ya atesorados sobre la obra de las bailarinas y coreógrafas Ana Itelman y Renate Schottelius, el crítico teatral Gerardo Fernández y los escenógrafos Gastón Breyer y Guillermo de la Torre, así como a los 280.000 negativos fotográficos en proceso de digitalización y a la reciente recuperación de 30.000 piezas de vestuario del teatro.
El Centro de Documentación incorpora con el legado de los archivos de Midón también la memoria de la bella puesta de Locos ReCuerdos, hace veinte años en la misma sala Martín Coronado en que salen a escena ahora sus Objetos maravillosos.