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El juego del avión
Jorge Manrique, piloto acrobático, entre toneles y loopings
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En agosto de 1913, el piloto ruso Petr Nesterov realizó el primer loop o giro completo del que quedó registro oficial en la historia de la aviación. Su maniobra es considerada uno de los hitos fundacionales de la acrobacia aérea, aunque en aquel momento la anécdota terminó con el teniente en arresto domiciliario por poner en riesgo su avión.
En estos días, cuando la aviación cumple su primer centenario (desde aquel vuelo de los hermanos Wright, en 1903), los acróbatas del aire gozan del reconocimiento que el ruso consiguió sólo un tiempo después de haber inventado el llamado loop Nesterov.
Y la acrobacia, en particular, también dio un giro: si las piruetas iniciales pronto fueron decisivas estrategias de combate cuerpo a cuerpo en la Primera Guerra Mundial, volvieron ya hace décadas a ser rutinas de exhibición. Atrás quedaron esos tiempos en los que, por ejemplo, el mismo Nesterov murió al impactar una nave enemiga con lo único que tenía a mano: su propio avión.
Así, el actual estado de la acrobacia local se podrá apreciar mañana, desde el mediodía, en la Vigésimo Segunda Convención en Vuelo de la Experimental Aircraft Association (EAA) de la Argentina, en el aeródromo EAA-GEZ, ubicado en la ruta 6 y Arroyo La Choza, localidad de General Rodríguez.
Hay equipo
Jorge Manrique es uno de los pilotos de exhibición, jurados y organizadores del encuentro. Desde 1996 integra el equipo argentino, junto con Mario Della Rossa, que ya ha tenido lucidas demostraciones domésticas y competencias internacionales en Brasil y Estados Unidos. “Durante mucho tiempo volé en ultraliviano, pero en 1990, cuando vi a unos pilotos acrobáticos norteamericanos, dije: Esto es lo que quiero hacer”, recuerda el hombre, aficionado a las piruetas y profesional de las telecomunicaciones.
Cuando Manrique lo conoció, el aeródromo de General Rodríguez consistía en una pista y un hangar. Y un mes después, ese hangar solitario fue destruido por una tormenta. Hoy, sin embargo, el predio cuenta con 74 hangares, unas 200 aeronaves, confitería, museo y hasta un country adyacente. Y la EAA reúne aeroaficionados de todo tipo, como coleccionistas, ingenieros de garaje, aviadores de ultralivianos y, sí, acróbatas.
Aunque los aviones especialmente diseñados para pruebas de fantasía en el parque local se cuentan con los dedos de las manos. Algo comprensible: el Sukhoi monoplaza que Manrique y otros colegas tuvieron la suerte de comprar antes de la devaluación (aunque todavía no lograron ingresar en el país) tiene el precio promocional de 250.000 dólares. El panorama es complejo: las máquinas específicas son imprescindibles en la acrobacia seria. “Son aviones para maniobrar en el box de mil metros por mil metros, no para otra cosa. Usarlos para transporte sería como andar con un F1 por la calle”, ilustra el experto.
Claro, no todo acróbata necesita tener su avión. Manrique, que en algún momento dirigió su propia escuela de vuelo, insiste en que la actividad es más accesible y sencilla de lo que cualquiera podría sospechar. “Aprender a volar es tan difícil como aprender a andar en bicicleta”, asegura. Y cuando se da cuenta de que no es del todo convincente, amplía: “Los comandos de un avión son muy simples. Una vez que te sacamos las rueditas y conocés los movimientos básicos, ya no te los olvidás más”.
¿Cuáles son esos movimientos básicos para un piloto acrobático? El mentado loop Nesterov; la no menos famosa (ni menos vertiginosa) caída en tirabuzón; el tonel o roll, que consiste en girar el avión sobre su eje... Maniobras inolvidables, seguramente, aunque no para cualquiera. Algo que el mismo Manrique acepta: “En los vuelos de bautismo, el que se asusta con la primer prueba ya no quiere una segunda –dice–. Pero te aseguro que en dos mil vuelos que he hecho, sólo dos personas me pidieron que bajara. Uno fue un alumno que en cuanto despegamos reconoció que esto no era para él. La otra fue mi mujer, que detesta los aviones, cerró los ojos cuando salimos y no los abrió hasta que aterrizamos. Nunca más la llevé. Es mejor estar en tierra con ganas de volar que volar con ganas de estar en tierra”.
Audacia
- Uno de los mayores atractivos en la Convención de Vuelo de General Rodríguez será el avión diseñado por el equipo del ingeniero Héctor Freyre, un proyecto de casi una década de trabajo. La nave, apropiadamente bautizada Audacia, se prepara para una travesía histórica: a mediados de año, conmemorará el centenario de la aeronáutica con un vuelo de ida y vuelta entre Ushuaia y Alaska.
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