El juego de los millones: el deporte es la nueva frontera de las plataformas de streaming, decidida a disputarle el vivo a la TV abierta
Se mueven cifras multimillonarias con las transmisiones en vivo de los principales juegos y torneos del mundo, a los que se suman populares series documentales dedicados a distintas disciplinas y personajes famosos; Netflix transmitirá por primera vez en vivo un partido de tenis
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Un informe de Standard & Poor’s señala que en 2023 se pagó solo en Estados Unidos un total de 25.570 millones de dólares por los derechos de televisión y streaming relacionados con el deporte. Esta monumental cifra es apenas el piso de una creciente tendencia global que según la misma calificadora de riesgo no tiene vuelta atrás. “El streaming –dice el informe- se ha convertido en un modelo más que aceptable para llegar a las audiencias deportivas”.
Estamos frente a un cambio de tendencia verdaderamente revolucionario en el mundo audiovisual que destruye todas las previsiones que el surgimiento de las plataformas había alimentado desde su origen y en las primeras etapas de su crecimiento. Basta con recordar que el streaming había nacido como alternativa a lo que se conoce como televisión lineal o tradicional y decidió desde el comienzo, como una estrategia deliberada y también como una cuestión de principios, tomar distancia de cualquier hecho o acontecimiento transmitido en vivo.
Sin embargo, cualquier observador atento a la programación actual de las plataformas notará que la inclusión del deporte en los catálogos y la programación de las principales cadenas se hace cada vez más notoria. Ahora es posible seguir en vivo y en directo los partidos de las principales competencias de fútbol del planeta (la Premier League inglesa, La Liga española, la Serie A de Italia, la Ligue 1 de Francia) a través del espacio cada vez más amplio que tiene ESPN en Star+. Lo mismo ocurre allí con las competencias de la temporada oficial de la Fórmula 1 y los torneos de tenis que forman parte del Grand Slam.
La tendencia se extiende al resto de las plataformas. El gran atractivo, por ejemplo, que tiene Apple TV+ para sumar suscriptores en la Argentina es la exclusividad de las transmisiones de la Major League Soccer (MLS), el campeonato oficial de fútbol que se juega en Estados Unidos. Es la única manera de seguir en tiempo real los partidos del Inter Miami, donde juega Lionel Messi.
La nueva plataforma Max, que une desde el pasado lunes 27 en América Latina los contenidos de HBO Max y Discovery para los abonados mexicanos y brasileños, va a ofrecer los partidos de la Champions League (disponibles en la Argentina también a través de Star+), y para nuestro país, así como también Colombia y México, las peleas del popular certamen mexicano de lucha libre AAA.
Y ahora se suma Netflix, que siempre se proclamó a sí mismo como bastión del distanciamiento del streaming frente a las transmisiones en vivo. El 3 de marzo esa tradición se romperá por primera vez en el terreno deportivo con la transmisión en vivo y en directo desde Las Vegas de El Slam de Netflix, un partido entre los tenistas españoles Rafael Nadal y Carlos Alcaraz que en los papeles se promueve como una exhibición, pero que promete en la realidad jugarse a cara de perro.
“¿Por qué elegimos empezar nuestras transmisiones deportivas en vivo con este match? Porque Alcaraz y Nadal son dos jugadores extraordinarios, porque podemos acomodarnos a una amplia gama de horarios y llegar a todo el mundo, y porque este partido responde a las dos ideas que nos inspiran: acceso y autenticidad?”, explica Gabe Spitzer, vicepresidente de la división deportiva de Netflix, situada en el organigrama de la plataforma dentro del área de contenidos de no ficción.
Para el ejecutivo, la autenticidad en un hecho deportivo aparece cuando hay alguien “dispuesto a entregarlo todo” sin importar el nombre del protagonista o el ámbito en el que se desempeña. Puede ser alguien famoso o casi desconocido y moverse en alguna disciplina hiperprofesional (en la que se mueven millones de dólares) o de espíritu amateur. “Este mundo es muy amplio y el deporte ofrece una amplísima gama de posibilidades. Apuntamos tanto a los superfanáticos de los deportes más populares como a aquellos suscriptores de Netflix que entran en estos temas por primera vez”, agrega Spitzer en un encuentro vía Zoom con la prensa internacional del que participó LA NACION.
Detrás de este gigantesco cambio de hábitos aparece un nuevo modelo de consumo globalizado de contenidos televisivos. El público mantiene a pleno su debilidad por los acontecimientos deportivos en vivo que hasta hace poco eran patrimonio exclusivo de la televisión lineal (canales abiertos y señales de cable especializadas). Algunos poderosos holdings del entretenimiento, cuyo patrimonio incluye canales de TV y plataformas de streaming ahora utilizan el deporte (a partir del control de los derechos de algunos torneos muy destacados en varias especialidades) para capturar nuevos suscriptores ofreciéndoles esa exclusividad.
El ejemplo más certero de este cambio de estrategia es el acuerdo que firmó hasta 2032 la National Football League (NFL) de Estados Unidos con Amazon para la transmisión exclusiva por esa plataforma de los partidos de fútbol americano jugados cada jueves, a un valor promedio de 1,1 millones de dólares por temporada.
Mientras tanto, una gigantesca incógnita en cuanto al potencial que puede alcanzarse en términos de producciones y transmisiones online de grandes hechos deportivos se abrió a comienzos de febrero cuando Fox, Warner Bros. Discovery y Disney anunciaron el lanzamiento conjunto de una plataforma de streaming exclusivamente dedicada al deporte para fines de 2024.
No se sabe todavía cuáles serán los alcances y la llegada planetaria de esta nueva megaplataforma deportiva online, pero lo que se confirmó es que incluye todos los contenidos y derechos deportivos manejados por estos tres gigantescos grupos audiovisuales relacionados con el fútbol americano, el béisbol, el básquetbol, el tenis, el golf y el automovilismo. El acuerdo también incluye al Mundial de Fútbol 2026, que se jugará simultáneamente en los Estados Unidos, México y Canadá. El mercado norteamericano, por supuesto, es el principal destinatario de esta multimillonaria operación que todavía está lejos de definir condiciones, características y, sobre todo, precios.
Que el último Super Bowl se haya convertido en el hecho deportivo con mayor audiencia televisiva de toda la historia es el indicio más contundente del interés mediático por capturar en toda su potencialidad el acontecimiento deportivo en vivo. Las transmisiones de ese tipo, como sabemos, se abren a todo tipo de posibilidades: experiencias personalizadas que permiten a los suscriptores acceder a cámaras exclusivas y ángulos de abordaje diferentes, transmisiones interactivas, elección a la carta de determinados partidos o juegos dentro de los torneos, repeticiones, análisis a cargo de comentaristas especializados o figuras de la misma especialidad, y mucho más.
“No tenemos por ahora planes específicos de crear experiencias individuales o exclusivas para suscriptores de Netflix en relación con temas deportivos. Pero estamos en conversaciones permanentes con ligas y asociaciones de distintas disciplinas para evaluar juntos cómo podríamos colaborar en proyectos futuros. Estamos todavía atravesando una etapa muy temprana en el desarrollo de estas temáticas”, advirtió Spitzer desde Netflix.
Pero las coberturas en vivo de los grandes acontecimientos o torneos no agotan la atención cada vez más fuerte y abarcadora que el streaming le otorga al deporte. Netflix, que todavía parece más renuente que otras plataformas a las transmisiones en vivo, prefiere un modelo de programa más cercano al resto de su catálogo. El perfil de la serie documental con los aspectos más dramáticos y emocionales del deporte es el que prevalece en este caso.
El desafío en vivo entre Nadal y Alcaraz aparece, desde esta perspectiva, como la excepción de una regla que impone un tipo de serie documental que pone el foco en los aspectos más intensos de cada especialidad. El buque insignia de esta estrategia es Drive to Survive, cuya sexta temporada acaba de sumarse al catálogo de la “N” roja con todo el detrás de escena del campeonato de la Fórmula 1 de 2023, ganado por la escudería Red Bull y el piloto alemán Max Verstappen.
Luego llegarán la segunda temporada de El swing perfecto (marzo), con el recorrido por distintos escenarios del PGA Tour y la presencia de los golfistas más destacados del planeta; la segunda temporada de Tour de France: en el corazón del pelotón (junio), otra mirada en clave de reality documental de algunos de los protagonistas de la competencia de ciclismo de mayor relevancia mundial, y La Liga (julio), con el backstage del torneo de primera división que actualmente se juega en España y tiene hasta ahora como líder a Real Madrid.
“Deporte es drama, deporte es contar grandes historias -precisa Spitzer-. Partimos, por supuesto, del núcleo de super fans que tiene este tipo de competencias. Pero queremos ir más allá y crear un espacio cada vez más amplio de entretenimiento deportivo que sea visto por la mayor cantidad de personas. Nosotros siempre empezamos contando lo que creemos que es una gran historia. Y luego salimos con ella a tomar contacto con los fans, actuales y posibles, en todo el mundo y también en varios mercados específicos”.
¿Hasta dónde llegará esta tendencia? Nadie lo sabe. El escenario también se abre para contar historias individuales de grandes estrellas deportivas. Ya lo vimos por el lado de David Beckham y Cristiano Ronaldo en Netflix, seguirá este año con la serie documental de Max en la que el astro brasileño Romario cuenta su vida, y tiene otro aporte destacado, estrenado hace pocos días en Apple TV+, con El mundial de Messi: el ascenso de la leyenda, una nueva mirada sobre el histórico triunfo del capitán argentino en el Mundial de Qatar, ahora capturado en la intimidad con una cámara propia y exclusiva.
La cobertura desde el streaming con producciones propias del campeonato ganado por el seleccionado de Lionel Scaloni todavía no parece haber llegado a su techo, aunque algunos de esos envíos hayan sido realizados originalmente pensando en el cine. Capitanes del mundo (Netflix) funciona en ese sentido como una gran revelación.
Es tanto y tan variado el mapa deportivo expuesto desde el streaming que el próximo informe de Standard & Poor’s augura cifras todavía más grandes, asombrosas y casi inverosímiles de las que se manejan en la actualidad.
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