Los disfraces del Negro Rada, y la celebrable reedición de dos grandes discos de los 80
Hace un par de domingos, al mediodía, prendí la tele y en el programa de Maru Botana estaba el Negro Rada con una túnica de rey, festejando el día del niño y promocionando su show infantil de esa misma tarde en La Trastienda. Cocinó con Maru, bardeó con Diego Pérez, cantó una canción muy graciosa sobre el romance de un chancho y una gallina e hizo divertir a todos los que estaban en el estudio con su particular magnetismo.
Está claro que la timidez no es una de las características de Rada. Y a pesar de etapas más o menos felices como solista, su notable trayectoria atraviesa el rock y la música popular uruguaya desde los orígenes con Mateo en El Kinto Conjunto y la gestación del candombe beat, la fundación del indispensable grupo Tótem a comienzos de los 70 y la colaboración con los hermanos Fattoruso en las grabaciones de Opa en los Estados Unidos a mediados de los 70.
Sólo por esos highlights, además de decenas de canciones fabulosas, Rada es un prócer. Sin embargo, nada más alejado del bronce: allí estabaestaba disfrazado de rey (el show se llamaba "El reino de Rada en 3D"), mucho más cerca de la impunidad que del papelón.
La anécdota sirve de extenso prólogo a una novedad saludable, el sello RGS acaba de reeditar dos discos descatalogados de Rada, grabados a mediados de los 80 en Buenos Aires.
El primero, Adar Nebur (1984) es el que tiene relación directa con la vocación payasesca de Rada, que en la portada juega con la idea de su nombre escrito al revés y aparece disfrazado de jeque árabe, un verdadero sultán del swing rioplatense.
La más imperdible de las fotos es la que ilustra la contraportada, donde aparece en la frutería "La esquina de la sandía" con el mismo disfraz de jeque, unas botas de cuero lila, asombrado frente a una caja que contiene, aparentemente, la mandanga. (Hay un cartel, pintado a tiza, que anuncia "hay mandanga").
Pero más allá de las fotos, y de la humorada, Adar Nebur es un discazo, que ostenta un personal de notables músicos. Producido por Osvaldo Fattoruso, incluye arreglos del guitarrista Ricardo Lew, y una línea de vientos encabezada por argentinos, con el gran saxofonista Hugo Pierre y el trompetista Fats Fernandez. El crédito charrúa lo aportan las teclas de Ricardo Nolé y el bajista Urbano Moraes (compañero desde los tiempos de El Kinto), además de Osvaldo, en batería. Es una etapa curiosa en la carrera de Rada, con éxitos bailables como "Mandanga dance", pero son discos de jazz-rock, progresivos, potenciados por un constante groove rioplatense, aires de funk, vientos de calidad y los clásicos juegos vocales de Rada (definido alguna vez por Jaime Roos como el mejor cantante de Iberoamérica) en un curioso y personalísimo scat.
La yapla mata (1986) incorpora al bajista Beto Satragni (del grupo Raíces) en algunos temas y mantiene la misma línea sonora, pero muestra algunas baladas, ideales para que aparezca el lado romántico de Rada ("El levante"), pero la clave aquí es el candombe: "Te parece", "Tengo un candombe para Gardel", "Las manzanas" y "La yapla mata" (un tema revisitado a comienzos del nuevo milenio por La Celeste, el supergrupo de Urbano Moraes, los hermanos Ibarburu y Gustavo Montemurro). Pero también, en temas como "El negro chino", se anticipa a la etiqueta de "world music", con guiños a sus ancestros africanos.
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