El increíble Carrey está verde
En "El Grinch" debió disfrazarse de monstruo peludo, con máscara y maquillaje que ocultan su rostro durante todo el film
LOS ANGELES.- Jim Carrey contradice unos cuantos de los lugares comunes establecidos respecto de los cómicos del cine. Es demasiado alto, demasiado atlético; hasta demasiado buen mozo, salvo que se le dé por demostrar su característica elasticidad facial y se ponga a hacer esas morisquetas que tanto se le celebran y que, desde luego, hacen trizas cualquier porte de galán.
Tampoco responde al arquetipo clásico del bufo tristón, lágrima a punto de brotar debajo de la risa: no hay en él asomo de patetismo. Y mucho menos se presenta como uno esperaría: el payaso incontenible, obligatoriamente gracioso e invariablemente pendiente del eco que sus ocurrencias pueden causar en el interlocutor.
Digamos que Carrey no viene con el escenario incorporado. Por lo menos, no en este encuentro que sostiene con la prensa internacional pocos días antes del estreno de "El Grinch" ("Dr. Seuss` How The Grinch Stole Christmas"), el film que UIP dará conocer el jueves en nuestro medio.
Los más experimentados cuentan que en situaciones similares -la presentación de "El mundo de Andy", la de "Irene, yo y mi otro yo"- no todo fue tan apacible ni distendido. Pero nada hay de tensión en esta reunión prevista para poco después del mediodía y concretada casi al final de la tarde en un rincón de los estudios Universal convenientmente ambientado según la peculiar estética del film, muy de cuento infantil.
Carrey se muestra profesionalmente gentil, dispuesto a contestarlo todo -salvo lo referente a su relación con Renee Zellweger-, pero ni la insistencia de algún curioso que quiere saber qué hay de cierto en los rumores acerca de su inminente boda lo saca del juicioso libreto: "Ni siquiera estamos comprometidos, así que mal podríamos hablar de casamiento -responde-; pero por favor no me acosen con preguntas sobre mi vida privada: por algo se llama privada... y pretendo que siga siéndolo."
No hay rastro de disgusto en su tono. Se diría que aquí impera una buena onda casi navideña, como corresponde a un cuento como éste del Grinch -famosísimo entre los chicos norteamericanos- que el Dr. Seuss -es decir, Theodore Geisel-, publicó en 1957 y que se refiere a la extraña criatura verde y solitaria que vive aislada en una caverna, odia el ruido, las luces, la alegría y mucho más, claro, las fiestas, entre ellas muy especialmente la Navidad.
Un corazón disminuido
No hace falta aclarar que Carrey, irreconocible salvo por la gesticulación desbordada y la voz, es el peludo Grinch de ojos amarillos y hocico perruno cuyo problema estriba en que tiene un corazón -palabra del Dr. Seuss- dos talles más chico de lo necesario. Para representarlo fue sepultado vivo en una abultada funda de 20 kilos de pelo de yak (un pariente tibetano del bisonte) y en el elaborado maquillaje de caucho que creó el experto Rick Baker, cinco veces ganador del Oscar y responsable -por ejemplo- de las variaciones familiares de Eddie Murphy en "El profesor chiflado".
La cuestión era encontrar el punto entre la nueva imagen y la que los chicos tienen del Grinch -por los libros, por una versión televisiva que se repone todos los años-. Y sobre todo, construir una blanda jaula de maquillaje que no le impidiera al actor de la cara de goma poner en juego su plasticidad.
Al fin, no se le pagan 20 millones de dólares a un campeón del histrionismo para esconderlo dentro de una máscara verde. Primero se pensó en pintar a Jim de ese color y dejar el resto a cargo de su formidable repertorio gestual. Después, tras muchos ensayos se aceptó la propuesta de Baker, una especie de prótesis facial lo suficientemente versátil como para acompañar las expresiones del rostro de Carrey.
"Casi nada de mí quedó a la vista -dice él-; no podía ni siquiera rascarme la nariz; si algo me dolía o me picaba lo único que me quedaba por hacer era darme un pisotón en un pie para que ese nuevo dolor me distrajera de la otra molestia. Pero lo que más me fastidiaba eran los lentes de contacto amarillos". Así y todo, se las arregló para que, visto en la pantalla, a nadie le queden dudas de quién el que se mueve dentro del personaje.
De todas maneras, no pierde oportunidad de reconocer que su trabajo no habría sido posible si no hubieran estado ahí Baker y el director del film, Ron Howard ("Cocoon", "Apollo XIII"). Los dos -dice- conservan mucho del ánimo de los chicos, y no tienen pudor en mostrarlo. No importa lo molesto que fuera andar metido adentro del Grinch: el nivel de creatividad que había a mi alrededor era fascinante, resultaba un placer zambullirse en él: decenas de personas dibujando, haciendo voces y personajes, pintando, imaginando casas y objetos, creando un mundo; en fin. como andar en una gigantesca juguetería, entre criaturas de dibujo animado, un mundo hecho para chicos...
-¿Sólo para chicos?
-Esta es una comedia para chicos y para grandes, hay siempre chistes y referencias que los adultos comprenderán en otro nivel.
El drama de la soledad
El verdoso canalla ya estaba listo para salir a robarles la Navidad a sus vecinos, los Who -todos con sus hociquitos levantados, sus peinados extraños y su curioso aspecto de dibujos animados de carne y hueso- y dejar a toda Whoville sin sus pinitos colmados de adornos, sin sus montañas de regalos, sin su cena y sin sus festejos. En su soledad, el pobre -tal la moraleja del cuento- no sabía que el espíritu de la Navidad tiene que ver con algo más que los pavos, los regalos de Santa Claus y los panes dulces.
-Creo que el problema del Grinch es su soledad, su sentimiento de no pertenecer al grupo, de sentirse ajeno. La clave es que se trata de una historia acerca de la soledad y de lo que pasa cuando alguien se aproxima y te dice: "Tú no eres el unico Grinch, no eres el unico solitario; tú también puedes pertenecer al grupo". El más hosco y malhumorado de los seres puede ser dulcificado por la Navidad. Por algo hasta las guerras se suspenden el 24 de diciembre. Y el Grinch no es un desesperanzado. Vive fuera del mundo pero en el fondo ansía entrar en él, y ese milagro sólo puede producirlo un alma infantil, como la nena del film.
Porque puesto a contradecir lo establecido, Carrey ha desafiado esta vez también la regla que aconseja no trabajar con chicos ni con animales. Su principal partenaire es Taylor Momsen, la pequeña actriz que representa a la nueva amiguita del misántropo verdoso, y su única compañía en la caverna un perrito callejero que, llegado el caso, deberá aceptar una cornamenta postiza para disfrazarse de reno y secundar a su amo cuando emprende su guerra personal contra la fiesta navideña.
Voces
El cuento es relatado en off por Anthony Hopkins -aquí se exhibirá también en una versión doblada a nuestra lengua-. Y hablando de voces, cuando se le sugiere a Carrey que la que él le ha puesto al Grinch recuerda la de Sean Connery en "Dragonheart", se ríe: "Es una combinacion de centenares de personas que he oído a lo largo de los años pero sobre todo la voz gruñona viene de tener esos dientes en mi boca y de sentir la frustración que el Grinch tiene, porque él quiere ser parte de Navidad, lo desea, Cualquiera sabe lo frustrante de esa situación.
Cuando se vive una situación como ésa, uno sabe bien en su interior que quiere participar de eso que desprecia; de ahí sale parte de la voz. Lo demás es culpa de los dientes. Es más o menos así: apretando bien los maxilares, sin despegar los dientes y moviendo mucho los labios."
Completada la demostración en vivo, de cuya elocuencia no hará falta convencer a nadie que haya visto alguna vez a Jim Carrey, se acomoda en el asiento (está muy elegante con su camisa azul y su saco de cuero negro) y retoma el discurso:
"Me sentí identificado con el Grinch desde que era chico. Muchas veces me ponía delante del espejo y fruncía la cara para parecerme a él. Quería ser el Grinch, crecí con él como tantos otros chicos y se convirtió para mí en algo tan importante como Santa Claus."
-¿Hizo falta algún entrenamiento para aguantar tanto envoltorio?
-Un par de semanas antes del rodaje yo me preguntaba ¿cómo voy a meterme dentro de eso?, no podré respirar, no podré ver... Iba a tener que hacer movimientos y usar músculos que normalmente uno no usa. Curiosamente, eso ayudó. Por ejemplo, si es diestro uno no piensa cada movimiento que hace con su mano derecha, lo hace y listo. Pero si lo tiene que hacer con la izquierda, necesita concentración. Bueno, esa concentración me distraía de la incomodidad de estar apretujado, muerto de calor y cargando tanta pelambre verde. Aunque eso sí: el verde siempre fue mi color favorito. Es el color de la vida, de los bosques, de la esperanza...
-¿No temías que la caracterización fuera atemorizante para los chicos?
-No. Todos los chicos saben quién es el Grinch y qué le pasa. Saben que en el fondo es una buena persona, que sólo le hace falta un poco de cariño. Además, por muy cascarrabias que sea, es un bicho gracioso, y lo hemos humanizado tratando de conservar el espíritu del cuento del Dr. Seuss.
-¿Qué te aproxima al personaje?
-Todos tenemos algún motivo para sentirnos desdichados en Navidad; eso ya hace que uno lo comprenda un poco. Por otro lado, yo también solía ser un solitario. Sobre todo de chico, cuando mientras todos los de más jugaban al béisbol, yo me la pasaba encerrado en mi cuarto inventando chistes y rutinas para divertir a la gente.
-¿Desde chico tenías la vocación tan clara?
-Sí. En Navidad venía a casa un montón de gente. Era el show de Jim Carrey... Sigue siéndolo. Siempre me preocupaba por prepararlo, tenía que mostrarles que soy especial. Tuve una vida mágica, yo pienso realmente que los milagros suceden, es solo cuestión de creer en ellos, y mi vida entera la veo como una sucesión de milagros. Tal vez sea algo que uno trae consigo cuando lo ponen en el universo...
El canadiense
-¿Y tuviste también tu desdicha navideña?
-Cuando tenía 13 años, en Toronto. Mi padre se había quedado sin empleo -fueron tiempos duros, pasamos meses viviendo en una camioneta y cuando llegó la Navidad decidimos ir casa de mis abuelos. Fue horrible: al mediodía ellos dos ya estaban borrachos, y me acuerdo bien de mi abuelo acusándolo a mi padre de fracasado porque no había sabido conservar el empleo y velar por su familia... Por otro lado, también experimenté en carne propia esa sensación de no pertenencia que tanto agobia al Grinch. ¿Sabés cuando? Cuando llegué a Hollywood.
-Venías de Canadá.
-Y de una ciudad pequeña. Había algo sano en vivir en Canadá... la falta de presión tal vez, ya que vivíamos protegidos por el gran hermano norteamericano. Por otra parte, el canadiense es muy buena gente, tiene ese costado británico de no querer molestar a nadie, es muy educado. La medicina es social, de modo que no hay esta necesidad desesperada de asegurarse el porvenir, de hacer cualquier cosa con tal de llegar arriba porque está la amenaza de que cuando llegues a viejo terminarás en la calle. Allá no. Claro que hay problemas, pero... no sé, es algo en el aire... Será que no nos afectó Vietnam, que no tuvimos Nixon y no estamos tan descreídos y tan cínicos respecto de todo.
-¿Tenés pensado volver al drama después de las brillantes experiencias de "The Truman Show" y "El mundo de Andy"?
-Ya lo estoy. En "Bijou", un film de Frank Darabont ("Milagros inesperados"). Es una hermosa historia ambientada en la época de la persecución macartista. Hago de un joven escritor que es citado a declarar, y disgustado con la situación bebe de más, tiene un grave accidente con su auto, pierde la memoria y va a parar a un pueblo costero californiano donde la gente lo toma por uno de los muchos jóvenes del lugar desaparecidos en la guerra. La gente decide creer que él es el héroe. Se trata de un film acerca de por qué necesitamos estrellas de cine, por qué necesitamos sueños, héroes. Puede que literalmente el sueño americano no exista en este momento, pero realmente yo creo que, como idea, es muy positiva...
-¿Por qué?
-Porque necesitamos creer que alguien puede progresar, que algo mágico puede sucederle a alguien, que alguien puede ser favorecido por un golpe de la fortuna. La mayoría de la gente vive una existencia normal, monótona, gris. No tiene posibilidad de experimentar situaciones excitantes, y es importante creer que sí, que éstas pueden sucederle a cualquiera.
-¿Hay distintos Jim Carrey para distintos públicos?
-Creo que cada historia encuentra su público. (N. de la R.: Vaya si "El Grinch" lo encontró: en su primeros tres días de exhibición en los Estados Unidos recaudó 55 millones de dólares y se anotó entre los lanzamientos más exitosos de toda la historia.) Habrá films para públicos menos masivos que los de "Tonto y retonto" o "Irene...", y los seguiré haciendo mientras sean interesantes. Y no creo en esas hipótesis acerca de que la Academia no quiere reconocerme como actor dramático. Lo que el público aprecia, y supongo que la Academia también, más allá de la gesticulación y las morisquetas, son los valores expresivos. Hay algo en mí con lo que la gente se engancha, eso es lo que creo. "El Grinch" y "Bijou", por ejemplo, suponen distintas maneras de trabajar. Si una película convoca a audiencias masivas y la otra no, no depende de mí. Yo sólo pinto el cuadro... yo cocino el guiso, si querés comerlo lo comés; si no, no.
-¿Qué te dicen nombres como Harold Lloyd, Buster Keaton, Chaplin..?
-Ellos creaon este negocio. Lo hicieron como ahora es, eran genios, No trato de emularlos ni de copiarlos Ellos empezaron todo. Por supuesto que me han influido, a mí y a todos, como que fueron ellos los que inventaron la comicidad en el cine. Peter Sellers es probablemente uno que observo con atención y admiración. Era un actor con un gran potencial dramatico, como pudo demostrarlo, por ejemplo, en "Desde el jardín".
-¿Y a Jim Carrey qué lo hace reír?
-Sobre todo, las equivocaciones, las confusiones, inclusive mis propios errores... Un equívoco cualquiera puede hacerme reír mucho más que el mejor chiste.
La celosa guardiana de un libro muy exitoso
Harry Potter puede reinar incuestionablemente hoy en la literatura para chicos, pero el Dr. Seuss es -"por mucho", según apuntó hace poco la editora de Publisher`s Weekly- el mayor vendedor de libros infantiles de la historia.
Theodore Seuss Geisel (1904-1991), graduado en Dartmouth College y perfeccionado en Oxford y en la Sorbona, comenzó a trabajar en Life y Vanity Fair como ilustrador y humorista, pero alcanzó el éxito y la popularidad con sus narraciones para chicos no sólo por su hábil empleo del humor sino también porque con ellas contribuía a la educación de sus pequeños lectores.
"How the Grinch Stole Christmas" es apenas uno de los cuarenta y cuatro libros que escribió e ilustró y que fueron traducidos a veintitrés lenguas, incluida la maorí.
Que no haya habido antes otra versión de "The Grinch" siendo el libro tan popular entre los norteamericanos nacidos en la segunda mitad del siglo se comprende porque quien vigiló sus derechos durante la última década ha sido la viuda del Dr. Seuss, Audrey Geisel, eterna convencida de que Hollywood sólo existe para satisfacer la necesidad de entretenimiento más chabacano de los adolescentes varones. Es cierto que a mediados de los noventa cedió "The Cat in the Hat" a la compañía de Spielberg, Dreamworks, pero lleva rechazadas varias adaptaciones. En cuanto al productor Brian Grazer y el director Ron Howard, los dos necesitaron mucha tenacidad y mucha paciencia para que la celosa centinela aceptara conversar sobre la posibilidad de llevar al cine un libro que ya había tenido en 1966 una versión animada que conformó bastante a su autor.
El factor que finalmente disolvió las resistencias de la señora Audrey fue, cuando no, Jim Carrey. Parece que ella tuvo que ir al set donde Carrey filmaba "El mundo de Andy" y parece también que así como estaba, sin quitarse de encima el personaje de Andy Kaufman que encarnaba en el film de Milos Forman, Carrey ensayó unos pocos gestos, movimientos y palabras del aceitunado gruñón.
Fue suficiente. "Sin maquillaje ni nada, Jim hizo que el Grinch se corporizara delante de mí", se asombró la viuda. Y ahí no más estampó la firma. Después sólo quedó desarrollar el cuento y gastar mucha fantasía para inventar esa Whoville de juguete que por ahora retiene otro récord: ha sido el set más grande jamás construido en los estudios Universal.
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