El imitador de Gardel
Jaime Chávarri rescata a un Zorzal Criollo casi fantasmal
"Sus ojos se cerraron (una apuesta a doble o nada)" coproducción hispano-argentina en colores (l996) presentada por Buena Vista Columbia Tristar. Hablada en español. Guión: Oscar Plasencia y Raúl Brambilla, con la participación de Jaime Chávarri y José María Paolantonio. Fotografía: Carlos Gusi. Música: Luis María Serra. Intérpretes: Darío Grandinetti, Aitana Sánchez-Gijón, Juan Echanove, Ulises Dumont, Pepe Soriano, Carlos Carella y otros. Dirección: Jaime Chávarri. Duración: 87 minutos. Calificación: apta para todo público.
Nuestra opinión: muy buena.
Entre el mito y la leyenda, Carlos Gardel siempre tuvo cabida en las más asombrosas especulaciones y en las anécdotas que, muchos de sus historiadores, manejaron con astucia y visos de realidad.
A más de sesenta años de su trágica muerte, el Morocho del Abasto no perdió ni un ápice de su popularidad y su figura sigue dando espacio para, en su torno, revivir los recuerdos y emociones de su inigualable voz. Con ese aire poético y nostálgico que el realizador español Jaime Chávarri retrató una época de cuplés y amores contrariados en "Las cosas del querer" y su continuación, decidió aquí rescatar a un Gardel casi fantasmal que no muere en el accidente de Medellín, sino que entra en un anonimato en el que su privilegiada garganta continúa asombrando a los espectadores.
El relato -imaginativo, cálido, emocionante- comienza en Buenos Aires, más precisamente en el barrio de La Boca, en 1933. Ese espacio de conventillos que anidan a emigrantes que llegaron con ilusiones de grandeza es caminado noche tras noche por Renzo Franchi, un oscuro cantor de tangos que, a la salida de un cine se encuentra circunstancialmente con Juanita, una atractiva madrileña novia del guitarrista del trío de Renzo.
Para ella Carlos Gardel es el ídolo indiscutido y el amor oculto de su vida. Sus ojos nunca se fatigan de ver en el incipiente cine sonoro las películas de ese artista que la acaricia con sus labios imposibles y con sus varoniles tonos musicales. Los utópicos sueños de Juanita parecen cobrar autenticidad cuando cree ver en Renzo un gran parecido con Gardel. El tanguero de barrio, impulsado por las palabras y las caricias de Juanita, también comienza a creerse el Zorzal Criollo.
La casualidad hace que Renzo y su bandoneonista -un Ulises Dumont que logra el patetismo y la bondad de su personaje con pequeños gestos y enorme talento-, sean contratados para animar una fiesta de la alta sociedad. Lentamente para todos quienes lo ven y lo escuchan, Renzo es el doble del cantante que con sus tangos triunfa en el mundo.
Amor y tragedia
Imitador e imitado ayudan a precipitar los acontecimientos, luego del casamiento de Renzo con Juanita. Al borde de la desesperación y perdido en un pueblo boliviano, ese Renzo que ya se cree Gardel tiene la oportunidad de reemplazar al ídolo de multitudes. Así, Renzo se convierte de un hombre fracasado en la figura de ese Gardel que, por cuestión de mujeres, no tomará el avión que desató la tragedia. Será Renzo, ya convencido de que puede sobrellevar los aplausos y la popularidad, el que morirá en el accidente.
"Sus ojos se cerraron" es, pues, una historia de amor y de falsas identidades, de tango y de porteñismo, de solidaridad y de celos, de poesía cotidiana y de emociones que sacuden las fibras más íntimas del espectador.
Con esta anécdota, Jaime Chávarri vuelve, como en "Las cosas del querer", a insertarse en un pasado ciudadano que invita a la recordación y al más puro sentimiento.
El realizador manejó con mano maestra esta especie de fábula cómplice con esa ternura que brota no del melodrama, sino de las simples cosas cotidianas.
Para ello tuvo en Darío Grandinetti, posiblemente en el mejor trabajo de su trayectoria cinematográfica, a un actor de enorme ductilidad que apostó a la verdad para ponerse en la piel de ese Renzo casi orillero y de un Gardel sin afectaciones.
La belleza de Aitana Sánchez-Gijón se asocia a una hondura dramática que hacen de su personaje un conjunto de pequeños hallazgos de espontaneidad.
Juan Echanove es el guitarrista que da un paso al costado para que su novia se recueste en un amor que es, al mismo tiempo, fantasía y realidad, y Carlos Carella, en una parte que necesitaba más desarrollo, recorre con su rostro inigualable las vicisitudes de los protagonistas.
Una excelente ambientación de época, una fotografía plena de colores y sombras y una música de primer nivel, sostenida por tangos de imposible olvido, hacen de "Sus ojos se cerraron" un film para gustar a través de los ojos y del corazón.
Si se trata de revivir una época plena de cálidas pinceladas, de amor apasionado, de continuas sorpresas y de música porteña, esta historia quedará inscripta con fulgurantes radiaciones en la memoria del público.