El hombre que llevó la lucha de clases a la pantalla
El creador de Homicidio y The Wire regresa con otra serie sobre una ciudad convertida en polvorín: ahora es Nueva York
Tanto los críticos como el público coinciden en que nos encontramos en una nueva era dorada de la televisión. Programas como Los Soprano, Lost o Breaking Bad igualan o superan a lo mejor del cine industrial en creatividad y popularidad. Uno de los artífices menos reconocidos de esta revalorización de la TV como una de las bellas artes es el escritor norteamericano David Simon, creador de The Wire, serie que suele ocupar el podio de las listas sobre los mejores programas de la historia y que fue comparada con las novelas de Charles Dickens por la riqueza de sus personajes, sus resonancias, su alcance y su densidad. El grado de influencia y reconocimiento que esta serie alcanzó tras su cancelación sólo es comparable al nivel de indiferencia que recibió mientras fue emitida, entre 2002 y 2008. Tal es el karma de Simon: sus programas son celebrados de modo unánime, pero casi nadie los mira.
Las razones no son misteriosas: sus ficciones abordan de modo complejo problemas complejos, suelen ser lentos, oscuros, sin personajes aspiracionales ni finales catárticos; tienden a contar historias corales, sin héroes, centradas en gente empobrecida y su vínculo con las instituciones corruptas (que los quieren mantener dónde y cómo están), sin borrar la ambigüedad, sin hacer concesiones al idioma fácil del entretenimiento. El conflicto que cuentan es siempre la lucha de clases y su credo estético es el más estricto realismo. Claramente, no estamos hablando de Sex and the City.
Aunque Simon no es un marxista (se define como "un modesto keynesiano"), sus programas aspiran a hacer visible el conflicto económico que subyace en las relaciones humanas para quitar los velos que lo disfrazan y aspira, en última instancia, a intervenir, desde la TV, sobre la sociedad, aunque sea despertando la conciencia de los espectadores. El crítico Fredric Jameson explica, en un texto llamado "The Wire, realismo y utopía", que la serie tiene una insistente dimensión utópica: "El futuro suele presentarse en las narrativas masivas bajo la forma de ciencia ficción distópica, sin embargo, en The Wire, excepcionalmente, se nos muestra un futuro utópico aquí y ahora, hasta que la realidad y el presente lo cancelan".
The Wire (Obama y David Simon charlando, en inglés)
En efecto, en cada una de las cinco temporadas de la serie se postula la posibilidad de una mejor versión de la sociedad que es anulada por las fuerzas inconmovibles del statu quo. En uno de los episodios más celebres, llamado "Hamsterdam" (escrito por Simon y el novelista George Pelecanos), un grupo de oficiales de la unidad de narcóticos decide liberar unas pocas cuadras deshabitadas de Baltimore para que, en ese lugar -y sólo allí-, se realicen todas las transacciones de drogas. El resultado inmediato es la pacificación de la ciudad, hasta que las autoridades municipales entienden que esa solución es inviable y todo vuelve a la normalidad. El filósofo Slavoj Zizek, en un texto dedicado a la serie, afirma que The Wire presenta un sistema tan corrupto y amañado que, y ésta es su ironía, la única forma de hacer algo bueno es quebrando la ley, aunque estos esfuerzos son inútiles porque se encuentran con las eternas barreras de la indiferencia y el conformismo.
The Wire ("el cable" o "el alambre") hace referencia tanto a los sistemas de vigilancia para grabar a sospechosos como a un alambrado invisible, una frontera. "Baltimore es un mundo en sí mismo -dice Jameson sobre la ciudad en la que transcurre esa ficción-. Allí, en ese aislamiento geográfico, existen dos culturas sin contacto y sin interacción, cada una sin noción de la existencia de la otra, como Harlem y el resto de Manhattan, como Israel y Cisjordania." Ambos espacios, aunque son parte del mismo lugar, evitan toda relación entre ellos y la frontera, el alambrado que los divide, es la clase, de un lado los sobrevivientes y del otro los desahuciados del sistema.
Estos conflictos reaparecen en todas las creaciones de Simon, quien empezó como reportero gráfico en el diario Baltimore Sun, hasta que uno de sus libros de no ficción, llamado Homicide, que narraba un año de seguimiento a los detectives de homicidio de su ciudad, fue llevado a la televisión en la serie homónima. Tras las cuatro temporadas de su último programa Treme, una historia coral acerca de las costumbres, la música, la convivencia, la comida, en suma, la vida en la ciudad de Nueva Orleans tras la catástrofe de Katrina (que, como suele suceder con las ficciones del autor, no fue un suceso de audiencia ni tampoco, por una vez, convenció a los críticos), Simon regresará mañana a HBO con Show Me a Hero.
Aunque el título puede sugerir más acción que de costumbre, en realidad, se trata de una cita de F. Scott Fitzgerald ("Muéstrame un héroe y te escribiré una tragedia"). La serie trata sobre la construcción (acontecida a fines de los años 80) de un conjunto de viviendas sociales en el barrio de Yonkers, en Nueva York. Pocas cosas pueden sonar más aburridas, sin embargo, la historia real de este suceso repasa el mapa de conflictos que interesan a su creador: un grupo de habitantes blancos de clase media se opuso abiertamente a la edificación de las viviendas subsidiadas en su barrio (generalmente ocupadas por negros y latinos bajo la línea de pobreza) al argumentar que impactaría sobre el valor de sus propiedades.
Documental de PBS también en inglés sobre David Simon
El joven alcalde Nick Wasicsko (Oscar Isaac, según los críticos norteamericanos, con la intensidad de un joven Pacino), que fue electo con la promesa de no construir las viviendas sociales, se ve obligado a hacerlo por un fallo judicial inapelable. En seis episodios, esta miniserie (dirigida por Paul Haggis) sigue a un conjunto de personajes a ambos lados de su alambrado invisible y plantea la utopía de la desegregación. En una realidad como la norteamericana, en la que el racismo asoma trágicamente en los asesinatos cotidianos de jóvenes negros a manos de policías blancos, este hecho saldado hace dos décadas no podría resultar más actual.
Fiel a su obra, Simon no presenta burócratas apenas ambiciosos, racistas de una nota sola y negros exclusivamente victimizados, sino un panorama más complejo. En un reportaje con la revista Slate, declaró: "Para mí, éste es el lugar donde la experiencia norteamericana está sufriendo. ¿Estamos siendo gobernados de un modo en que es beneficioso para la mayoría? ¿O esto nos tiene sin cuidado? Ésa es una pregunta que no me aburre. Lo que me aburren son los dragones y los zombis. No es que ésos sean malos programas, pero yo no puedo vivir ahí. No es quien soy. Cuando veo el diario, voy a la sección Ciudad. La ciudad es nuestro futuro. Necesitamos desentrañar cómo vamos a sobrevivir en esta bestia cada vez más compacta y multicultural o vamos a fracasar como sociedad". Lo dicho, no estamos en Sex and the City.
Show Me a Hero
Estreno de la serie en seis episodios creada por David Simon y dirigida por Paul Haggis
Mañana, a las 22, por HBO