El héroe argentino del hard bop
El trompetista cordobés acaba de sacar un nuevo disco, Black Soul, en el que vuelve a mostrar su pasión por el jazz de los años 50
Mariano Loiácono (Cruz Alta, Córdoba, 1982) empezó su carrera tocando en la banda municipal de su pueblo. De allí pasó a Rosario, donde luego de transitar un tiempo por la universidad entró en la Escuela de Música Silvio Agostini, tomó clases con J. C. Tealdi e integró la Orquesta Sinfónica Juvenil y la Orquesta de la Ópera de Rosario, donde se dedicó a la música clásica. Hasta que descubrió el jazz y, luego de tomar clases con Julio Kobryn, se decidió a venir a estudiar a la Capital, primero con Juan Cruz de Urquiza y posteriormente en la Escuela de Música Contemporánea de Buenos Aires con Daniel Johansen, Ernesto Jodos y Mariano Otero. Justamente, debutó como segunda trompeta en la muy buena orquesta de este último. Allí se hizo un lugar entre músicos mayores que él y empezó a dar que hablar a los habitués del mundo del jazz, quienes le prestaron atención a ese pibe con gorra de rapero y pantalones siempre caídos que aprovechaba cada oportunidad que se le daba tocando la trompeta como si ésa fuera a ser su última vez.
Vinieron luego I Knew It (BAU, 2008), What's New? (Rivorecords, 2011), Hout House (Rivorecords, 2013) y Warm Valley (junto a Paula Shocrón, Rivorecords, 2011), grabaciones que lo fueron acercando al centro de la escena, y lo revelaron como un músico especial. Así lo vio Adrián Iaies, quien lo incorporó a su trío sin batería, y también el saxofonista tenor George Garzone, quien, en los Estados Unidos, tocó con él y lo presentó a otros músicos, al punto de que el joven Loiácono acaba de volver de Nueva York, donde se presentó con el saxofonista Gary Smulyan, el contrabajista Ron McClure y el baterista Peter Zimer, pesos pesados de la escena neoyorquina.
Por eso no sorprende que el flamante Black Soul, producción independiente de Loiácono, con su hermano Sebastián en saxo tenor, Francisco LoVuolo en piano, Jerónimo Carmona en contrabajo y Eloy Michelini en batería, sea un disco excepcional. Como los anteriores, Black Soul rezuma hard bop, una variación del estilo bebop surgida a mediados de los 50, fundamentalmente entre las orquestas negras. Consistía en la progresiva incorporación del blues y el rhythm & blues y del incipiente funk como recurso de revitalización de una música que empezaba a volverse demasiado "blanca".
Por ser una música que remite a la década comprendida entre 1955 y 1965, la primera pregunta que se le formuló a Loiácono tuvo que ver con su necesidad de recrear ese estilo, gesto que algunos podrían considerar museístico. "Creo que todos los estilos del jazz están vivos porque siguen permitiendo decir cosas nuevas -dice-. El hard bop es el lugar donde más cómodo me siento. Sé que es un estilo viejo, pero incluso hoy, en Nueva York, hay gente tocando este tipo de música. Sin ir más lejos, Eddie Henderson, con quien estuve tomando clases, o ese grupo extraordinario que se llama The Cookers."
-Pero ellos fueron contemporáneos del surgimiento de ese estilo. Vos llegaste al menos dos generaciones después.
-No veo por qué eso sería un obstáculo. Tal vez en el futuro me surja tocar otra cosa, pero ahora quiero tocar hard bop. No hacerlo sería como prohibirle a alguien tocar en una orquesta sinfónica la música de Beethoven porque tiene más de dos siglos.
-Doy vuelta entonces la pregunta. ¿No te parece que la música tiene que dar cuenta de lo que nos pasa en razón del momento en que nos está pasando?
-Creo que la música tiene que ver primero con lo que le pasa a quien la toca. Muchas veces eso también refleja lo que ocurre en términos socioculturales, pero no siempre es así. En ocasiones, sale lo que sale y después, si hay suerte, viene alguien y dice que, efectivamente, esa música refleja o no lo vivido. Pero no es algo mecánico. Por eso, al incurrir en un estilo del pasado, lo fundamental es la honestidad. Yo siento que cuando toco este estilo doy cuenta de lo que a mí me pasa día a día, aun cuando sea un estilo del pasado. Es muy simple: el 100% de lo que escucho es jazz. Hay un 20% que les dedico a otros estilos, pero el 80% restante es hard bop. Entonces, dado que lo escucho todo el día, que lo estudio todo el tiempo, lo más probable es que cuando componga me salga hard bop. Lo raro sería que compusiera otra cosa.
-Hay una vieja polémica a propósito de si la música es referencial o abstracta. Cuando tocás, ¿te imaginás cosas o lo hacés de manera abstracta?
-Cuando toco trato de vaciarme, de no pensar en nada. Tim Hagans, con quien tomé clases, una vez me dijo que cuando tocara tratase de imaginarme cómo me veo desde arriba. Algo así como si no fuera yo el que estuviera tocando y me alentara desde arriba a tocar el mejor concierto de mi vida. George Garzone, en cambio, me dice siempre que no piense y trate de concentrarme en lo que siento. Así, lo estudiado sería nada más que una herramienta para tratar de traer afuera lo que está muy adentro. Por eso creo que mi acercamiento a la música es más bien abstracto. La excepción son las baladas. Ahí pienso en la letra y trato de informarme de las circunstancias en las que el tema fue escrito.
-Hablando de circunstancias, ¿hay algunas más propicias que otras para tocar?
-Lo que más me gusta es el club de jazz. En Buenos Aires, Virasoro y Thelonious son imbatibles. La gente va a escuchar jazz y sentís la energía del público porque está cerca. No me molestan ni el ruido de cubiertos ni los mozos, sí la gente que habla. Al advertir el desinterés, me desenfoco. En esos casos me acerco y aprovecho mi solo para tocar fuerte. Así se callan, me irrita que no valoren el esfuerzo. La verdad es que si se van a poner a hablar prefiero que no vengan.
Mariano Loiácono se presentará mañana, en el ciclo Jazzología (Centro Cultural San Martín), y el 19 de diciembre, en Thelonious.
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