El gran gusto que se pudo dar Álex de la Iglesia
"Filmar con Raphael fue la cosa más sencilla del mundo. Aunque no voy a negar que al principio estaba un poco acojonado. Porque cuando acabamos de redactar el guión nos dio por preguntarnos: «¿Y si este tío nos dice que no?». Porque estuvo siempre claro que la película sólo tenía sentido si era con él. Y si no quería o no podía, tenía que enterrar un año de trabajo", sostuvo Álex de la Iglesia en la charla que mantuvo con un grupo de periodistas, durante la última edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Álex de la Iglesia, el mismo genio loco que cambió el lenguaje del cine español de los últimos veinte años con obras como El día de la bestia, Acción mutante o La comunidad, lo hizo de nuevo: convirtió su más reciente película, Mi gran noche, en una sucesión de gags disparatados, sarcásticos, sangrientos y rabiosos, un retrato social despiadado de la España actual con la excusa de una fiesta inolvidable.
Todo sucede durante un interminable show televisivo de Año Nuevo, en cuyo set de grabación la vida personal de los participantes entra en conflicto y explota.
De la Iglesia, además, consiguió que Raphael regresara al cine, después de más de cuatro décadas de ausencia: "Es un ícono y un emblema de mi vida -confesó el cineasta-. Forma parte de nuestra cabeza, de nuestros recuerdos y sin duda de nuestro futuro. Raphael es Raphael porque no mira el pasado. Funciona ahora y tiene éxito en todo el mundo".